Las gradas del Şükrü Saraçoğlu Stadyumu se llenaron de mujeres y niños. / Ap
historias del deporte

Un paraíso en el 'infierno de la media luna'

La Federación turca impide la entrada de hombres a los estadios de los equipos con antecedentes violentos

MADRID Actualizado: Guardar
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El 'infierno de la media luna', calderas de pasiones, fortines inexpugnables, la maldición de Alá, la cólera de Mahoma o la ira de San Gabriel. El viejo mito del fútbol en Turquía dice que viajar al país supone, para la gran mayoría de los equipos, una auténtica pesadilla. La quimera no se refiere al potencial futbolístico existente sino al terrible ambiente que recrean los aficionados del conjunto local en cada partido. Ambiente que, posiblemente, es (o era) capaz de intimidar al más compacto de los equipos.

No obstante, los cánticos hostiles, las bengalas, los tambores o el humo con el que viven apasionadamente el fútbol, quizá de forma desmesurada, se dejaron de lado en el Şükrü Saraçoğlu Stadyumu del Fenerbahçe, uno de los principales equipos de la Superliga de Turquía junto al Galatasaray y Beşiktaş. El fútbol convertido en una especie de 'guerra santa' dio paso a la pasión por el propio equipo con un ambiente más agradable que de costumbre: flores para los aficionados, aplausos en lugar de abucheos y sonidos desde las gradas distintos al de otras noches.

Camisetas y banderas las unen a un mismo objetivo. El estadio del Fenerbahçe fue el pasado martes un paraíso en el que solo entraron mujeres y niños. "Este recuerdo lo guardaré para siempre. No siempre se ven tantas chicas en un partido", dijo Alex de Sousa, capitán de los 'canarios amarillos' al término del encuentro ante el Manisaspor. Todo un espectáculo. Y es que ésta insólita medida pretende ser un paso para eliminar la violencia en las canchas turcas. Se cansaron de disturbios y cortaron de raíz. El nuevo reglamento dictado por la Federación turca impide la entrada de hombres a los estadios de los equipos con antecedentes violentos.

El Fenerbahçe, castigado por su Federación tras una invasión de campo en un encuentro disputado en julio ante el Shakhtar Donetsk ucraniano, debía disputar dos encuentros a puerta cerrada por aquellos disturbios. Sin embargo las autoridades dieron marcha atrás y optaron por prohibir la entrada a los hombres y niños mayores de 12 años, ya que son éstos los que desencadenan la violencia. Los hombres debían quedarse fuera del estadio. Dicho y hecho. El club llenó sus 41.000 butacas de mujeres y niños, que entraron gratis al recinto, en el encuentro de este pasado martes ante el Manisaspor.

El resultado fue un empate a uno y un partido que no tuvo que envidiar nada al de cualquier otro día salvo por el clima de hostilidad habitual. Visto lo visto, el fútbol necesita a las mujeres para hacerlo más deportivo y, cómo subraya un comunicado oficial de la Federación turca, "Con esta decisión, la primera del tipo a nivel mundial, no habrá más partidos en silencio o sin motivación por ausencia de espectadores. El cambio hará a los equipos recordar la belleza y los verdaderos valores del deporte".