Hirokazu Kore-eda: «Cuando hago una película, pienso en personas concretas»

Hirokazu Kore-eda sonríe con esa educación tan japonesa. Es la cuarta vez que está en San Sebastián, ciudad que le encanta y “donde se come muy bien”. Vuelve con ‘Kiseki’ (Milagro) una historia conmovedora sobre dos hermanos que viven separados por el divorcio de sus padres y que quieren aprovechar la inauguración de un tren bala para verse en un punto intermedio. La película ha encantado en el Zinemaldia y las quinielas ya sitúan al realizador asiático como candidato a una posible Concha de Oro. Kore-eda sigue riendo. “Con ‘Still Walking’ todo el mundo me decía que iba a ganar algo y me fui sin nada”, ha apuntado.

Su cine gusta en San Sebastián y él lo sabe. “La gente entiende mis películas y es un poco difícil porque hay que entenderlas desde el corazón”, ha afirmado con rotundidad. Pero a Kore-eda no le ha salido la película que esperaba. “Podía ser más dramática. Tal vez sea por los niños”, especula. Todo comenzó a complicarse con la selección de los niños protagonistas. El director vio tal sintonía entre los dos hermanos de decidió contratarlos y cambiar de forma radical el guion. “En un principio, iban a ser un chico y una chica que viven en dos puntos de la isla y se van a unir por el tren bala. Pero tuve que cambiarlo todo”, ha apuntado el director.

Kore-eda decidió no darle el texto a los dos hermanos, que a pesar de tener diez y doce años, son cómicos profesionales en Japón. “Solo les decía lo que tenían que hacer”, ha señalado el realizador japonés, que quería mantener la frescura de los jóvenes actores ya que nunca habían hecho un papel dramático. Además, hace un canto a la familia y a la forma que superar los obstáculos por parte de los niños. “Es la cosa más cercana y la más misteriosa”, ha asegurado.

Kore-eda cree que trabaja mucho mejor cuando se dedica a hablar sobre la familia porque no tiene “buenas manos” para escribir cosas complicadas. “Cuando hago una película, pienso en personas concretas”, ha afirmado. Por ejemplo, ha confesado que cuando rodó hace tres años ‘Still Walking’, la cinta estaba destinada a su madre. ‘Kibeki’ tiene como destinataria a su hija “para cuando tenga diez años”. Ahora tiene cuatro.

Comedia a la italiana

Además de la cinta de Kore-eda, el Festival de San Sebastián ha programado dos películas de muy diferente pelaje: ‘Le Skylab’ de Julie Delpy y ‘Happy End’ de Björn Runge. La actriz francesa presenta su cuarta película tras la cámara, una comedia coral, bienintencionada, agradable de ver y que provocará más de una risa en el espectador. Delpy coloca la acción en la reunión de una familia que celebra en Bretaña el cumpleaños de la abuela. A través de Albertine, una

niña de diez años, la realizadora va mostrando los secretos, las canciones, las bromas durante tres días. “No quería una trama narrativa clásica, sino personajes intrigantes y coloristas para contar una historia con muy pocos elementos. En mi opinión, puedes expresar cosas muy potentes con simples momentos de la vida cotidiana. El objetivo era hacerla de modo que no hubiera barreras entre la pantalla y el público. Para mí, el cine es intentar que las personas olviden la realidad”, ha apuntado Delpy, quien ha destacado la influencia de las películas italianas de los años setenta a la hora de enfocar ‘Le Skylab’.

La actriz ha confesado que el concepto de familia siempre le ha atraído. Porque dentro de ella se está como un rey o como un leproso. “No me gusta (la familia). A veces la odio, pero me encanta que esté reunida. Para mí la familia es importantísima pero no sé por qué, no soy capaz de explicarlo”, ha admitido la actriz, que dio el salto a la fama internacional con ‘Los tres mosqueteros’ y ‘Antes del amanecer’. Delpy se ha guardado un papel muy emotivo en recuerdo de su madre, fallecida antes del inicio del rodaje. Por otra parte, la actriz sigue con sus planes detrás de las cámaras. Después de ‘Dos días en París’ (2007), ‘La condesa’ (2009) y ‘Le Skylab’, estrenara en 2012 ‘Dos días en Nueva York’.

En cuanto a Runge, presentó un auténtico dramón a cuatro bandas. Por un lado, un matrimonio en el que el marido está endeudado por el juego, perseguido por la mafia y se dedica a darle palizas a su esposa; ésta trabaja en una casa como limpiadora y acaba aceptando dinero de la dueña para que mantenga relaciones sexuales con su hijo.