crisis financiera

Alemania: Lecciones varias

El Tribunal Constitucional, como se esperaba, ha hecho un prodigio de equilibrio entre su obligación de defender la voluntad popular y ciertas necesidades del gobierno en materia de política interior y exterior

MADRID Actualizado: Guardar
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¿Qué habría dicho el gran Fichte hacia 1810 en sus imborrables 'Discursos a la nación alemana' sobre lo sucedido hoy en su país con el voto del Tribunal Constitucional sobre la creación del gigantesco Fondo Europeo de Estabilidad Financiera? Si se le recuerda solo como el padre del nacionalismo alemán, él habría reprobado lo que hay de cesión a terceros de alguna clase de soberanía por vía indirecta.

En efecto, en términos no solo fácticos ni vinculados a la mera actualidad política, el párrafo jugoso de la resolución del Tribunal de Karlsruhe dice esto: “El Bundestag (parlamento) no puede crear mecanismos permanentes a través de acuerdos internacionales que dependen de decisiones de otros países”.

El lector puede escoger entre lo que la frase rezuma –como todo el texto de la resolución– de respeto por el parlamento y refuerzo de su papel constitucional clave o la alusión a otros países, lo que llamamos coloquialmente el extranjero. El Tribunal, como se esperaba, ha hecho un prodigio de equilibrio entre su obligación de defender la voluntad popular expresada en la elección de los diputados y ciertas necesidades del gobierno en materia de política interior y exterior.

La canciller va a ganar

Acosada en dos registros –una cierta y extendida opinión de que la salud financiera alemana no tiene por qué correr en ayuda de los manirrotos mediterráneos y en el horizonte electoral, en el que lleva un año de derrotas sucesivas– la canciller Angela Merkel ha sabido maniobrar con solvencia táctica en medio de la tempestad: ha hecho un trabajo interno con sus socios en la coalición, los liberales del FDP, en caída libre en las encuestas y los radicales conservadores bávaros de la CSU, y, al tiempo ha involucrado al TC para que le diera el formato de la solución, como hacen tantas veces los tribunales constitucionales.

Lo probable es que la canciller pueda obtener una victoria del sí en el debate final del día 30 a la entrada en el Fondo como primer proveedor de avales (tal vez más de 200.000 millones de euros) con los votos disciplinados de tales socios, interesados primordialmente, digan lo que digan hoy, en no dejar al borde del abismo a la jefa de gobierno. Si fuera obligada a buscar la aprobación con los votos, garantizados, del grueso de la oposición, socialdemócratas y Verdes estaría abocada a convocar elecciones anticipadas. Lo último que desean ella y sus propios críticos en el campo gubernamental.

No lo desean principalmente porque, por razones que en España se antojan misteriosas considerando las cifras de la economía alemana y el empleo, sobre todo el empleo, la coalición CDU-CSU-FDP ha perdido las cuatro elecciones estatales de lo que va de año, con fracasos que van de la pequeña Pomerania cuna de Merkel hasta la influyente Renania-Westfalia. El rosario de tropiezos parece, con el hundimiento del socio liberal, un presagio de lo que pueden ser las próximas elecciones federales.

El eco europeo

Pero hay algo más intangible y más difícil de establecer y teorizar y que explica el interés político no exento de alguna inquietud por lo que se percibe como un inquietante cambio de humor acerca del proyecto europeo en el campo conservador alemán, aunque Merkel hizo jurar a Sarkozy hace un mes que Berlín y París se oponen a la creación de un eurobono. Aunque tal decisión es percibida por mucha gente solvente como inevitable si la UE quiere dotarse de una genuina independencia financiera acompañada, en todo caso, de una severa sobriedad presupuestaria y salud fiscal que cada país debe garantizar previamente.

Entre algunos europeos meridionales, y en el caso de Grecia hacia la primavera pasada, se oyeron y se escribieron cosas terribles sobre Alemania, con explícitas menciones a la Alemania nazi, una equiparación del todo injusta que solo perjudicó intelectualmente a quien la hacía –ciertos medios atenienses– pero que sugería algo así como una recuperación de la conciencia nacional alemana potencialmente inquietante. Por eso es muy digno de atención el párrafo en el que el TC menciona a otros países en este debate.

El eurobono mañana y el Fondo de rescate hoy son inviables de hecho sin Alemania. La UE misma lo es y la operación didáctica en curso en Berlín es la que entiende reunir los dos objetivos bajo la inspiración germana: sí, finalmente, al rescate incluso cerrando un ojo con Grecia e Irlanda, pero radical disciplina fiscal y control de la deuda pública. Por eso, que algunos, como España, den rango constitucional a tales virtudes no es tan disparatado ni excesivo como parece.