Brabender es es nacionalizado que más partidos ha jugado con la selección. / Archivo
SELECCIÓN

Ibaka apuesta al rojo

El congoleño puede ser el último jugador nacionalizado, una lista que engrosan otras figuras como Chicho Sibilio, Biriukov, Clifford Luyk y Wayne Brabender

MADRID Actualizado: Guardar
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Si las autoridades congoleñas no lo impiden y tramitan los papeles necesarios con la rapidez prevista, Serge Ibaka será un nuevo integrante de la ÑBA en el próximo Eurobasket de Lituania y se incorporará a la lista de ilustres jugadores nacionalizados que han acabado defendiendo la bandera española.

La Federación de Baloncesto debe tener muy claro que cuenta con tiempo suficiente para gestionar el proceso para que el Gobierno conceda la nacionalidad por Carta de Naturaleza al pívot de los Oklahoma City Thunder ya que Sergio Scariolo le incluyó ya hace algunas semanas en la lista de los quince que prepararán el torneo. La imagen que se daría si el exmanresano se quedara fuera por motivos burocráticos después de muchos meses hablándose de su inclusión no sería precisamente buena.

Suponiendo que se cumplan los plazos, la Roja ganaría para su causa al mejor taponador de la NBA, un chaval deseoso de jugar en una selección competitiva en el país que le lanzó profesionalmente, en unos momentos en los que la estructura de la selección empezaba a necesitar una obligada mano de pintura tras las salidas de Garbajosa y Mumbrú y el nuevo paso atrás de Fran Vázquez.

La aventura en España de Ibaka comenzó cuando con apenas 17 años en el Club Bàsquet L'Hospitalet, y terminó solo tres años después, en ACB con el Ricoh Manresa y con un título de mejor matador en el bolsillo. En su corta andadura por la NBA no le ha ido nada mal al congoleño. Sus aptitudes físicas, su talento taponador y su espíritu competitivo le han abierto las puertas del cinco inicial de una de las franquicias más talentosas de la liga.

Ibaka ha llegado a la selección tras cruzar el charco buscando el sueño americano. Sus predecesores vistieron la camiseta nacional después de hacer el camino contrario, aunque no siempre el origen fue Estados Unidos. Por la selección han pasado yanquis, rusos, dominicanos o argentinos. Algunos de ellos, la mayoría, tuvieron una fructífera carrera en la competición nacional y se convirtieron en históricos con España. Otros, fueron flor de un día y recursos para cubrir las carencias del combinado nacional de entonces.

Históricos nombres

En los tiempos en los que se recitaban los cincos iniciales de carrerilla, en aquellos años en los que los extranjeros (por norma, norteamericanos o, en su defecto, yugoslavos) marcaban diferencias, y gracias al olfato del visionario Pedro Ferrándiz, llegaron a España Clifford Luyk y Wayne Brabender para integrarse en el mejor Real Madrid de la historia. Dos jóvenes jugadores recién salidos de la universidad que hicieron más grande el baloncesto en un país que les adoptó y les veneró por su compromiso con una selección que hiceron suya. Tal fue el sentimiento de estos dos hombres con la Roja que tanto Brabender –uno de los grandes anotadores de su época y un tirador tan estético como letal- como Luyk –un pívot con un gancho infalible- se mantienen en los primeros puestos de los que más partidos han jugado con España (190 internacionalidades el alero y otras150 el poste).

Ya en la década de los 80, España disfrutó de otros históricos nacionalizados. Chicho Sibilio y Juan Domingo de la Cruz compartieron vestuario muchos años en el Barcelona y en la selección. El dominicano formó con Epi un tándem genial tanto en su club como como en el equipo dirigido por el mítico Díaz Miguel. El pívot introdujo el carácter argentino, el ‘otro baloncesto’. Enemigo de sus rivales madridistas en los choques entre los dos grandes clubes, era su hermano cuando defendían al equipo nacional.

Desde Rusia llegó José Alexandrevich Biriukov. Chechu no fue un jugador precisamente frío, heterodoxo tirador de rachas, disfrutó de una gran carrera en el Madrid, con el que consiguió la última Copa de Europa blanca, y pudo defender a sus dos selecciones: la URSS primero, y España después (en má de medio centenar de ocasiones).

Dos norteamericanos más han sido las últimas incorporaciones nacionalizadas. El alero Mike Smith y el pívot Chuck Kornegay vistieron la elástica roja, pero ninguno cuajó. De hecho, el segundo es posiblemente el jugador en la historia de la selección que peor hablaba español.

Durante los últimos años, España ha vivido de los chicos de oro y de ilustres como Garbajosa y Jiménez, con alguna incorporación extra. Ahora, le llega el turno a Ibaka, una fuerza de la naturaleza para acompañar a los hermanos Gasol y Reyes. Y, por detrás, ya se escucha el nombre del madridista Mirotic –otro futuro NBA- como carne de la Roja. Llegado el momento, solo uno podrá jugar. Tiempo habrá para plantearse una difícil elección.