Las intoxicaciones alimenticias son muchas veces protagonistas del verano.
Las intoxicaciones alimenticias son muchas veces protagonistas del verano.
CÁDIZ

¿Sabemos comer en verano?

Las intoxicaciones alimenticias se disparan durante el periodo estival

BELÉN MATA
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Con la llegada del verano nuestros hábitos alimenticios cambian y se alteran tanto por los horarios como por el tipo de alimentos que ingerimos, además de por salir más a menudo a comer y cenar fuera de casa. Hábitos que podrían perjudicar nuestra salud e incluso llevarnos hasta el foco de la noticia, como es el caso de los diez jóvenes que hace días sufrieron una intoxicación en Conil a causa de un bizcocho de marihuana. Y es que hay que tener especial cuidado con lo que comemos en cualquier época del año pero puede decirse que, el periodo estival no es solamente peligroso para nuestra salud por los malos hábitos que adquirimos, sino que también nos expone de alguna forma u otra a una posible intoxicación alimenticia.

Las altas temperaturas y pasar más tiempo en la calle hacen que estemos más tentados a comer fuera de casa. En este caso, y al no ser nosotros mismos quien manipulamos los alimentos, estamos obligados a fiarnos de la persona encargada de cocinar lo que posteriormente vamos a ingerir y cuya ingesta, no siempre puede ser satisfactoria. Al hilo de ello, el doctor Montero, especialista en Digestivo, asegura que supone casi el doble de riesgo consumir alimentos que no han sido manipulados por uno mismo, ya que en un restaurante no sabemos quién lo ha hecho, cómo lo ha hecho y sobre todo, cuánto tiempo lleva preparado y si ha estado conservado a la temperatura correcta.

Las intoxicaciones alimenticias suelen producirse más en esta época del año debido a que las bacterias necesitan temperaturas entre 36 y 37 grados para vivir y reproducirse, siendo las carnes, mariscos, huevos, pescados, frutas y verduras los alimentos más susceptibles a estar contaminados, ya que los microorganismos pueden estar presentes en cualquiera de ellos.

Las más típicas suelen ser la salmonelosis, causada por la bacteria de la salmonella, y la gastroenteritis, provocada a veces por el ‘E.Coli’. La primera de éstas, asociada desde siempre a los huevos, puede encontrarse también en aves y carnes. La gastroenteritis, por su parte, se da también de forma vírica y por último, el ‘E. Coli’, puede decirse que el más común es el que se presenta con un cuadro que va desde dolores estomacales, hasta vómitos y diarreas, que en muchas ocasiones son sanguinolentas. Según los especialistas,  los tipos de ‘E. Coli’ que causan diarreas se transmiten fundamentalmente por vía oral, al ingerir agua o alimentos contaminados, aunque también se pueden transmitir a través del contacto directo con personas o animales infectados, pero esta es una vía mucho menos frecuente. Además, esta bacteria puede mezclarse accidentalmente con la carne picada antes de que sea empaquetada y también puede propagarse en la carne que no ha sido suficientemente cocinada, aunque su aspecto y su olor sean normales cuando la compremos en el supermercado.

Y es que, a veces, algo tan sencillo como lavarse las manos antes de las comidas puede ayudarnos a prevenir que determinadas bacterias afecten de forma agresiva a nuestro organismo y nos estropeen, por ejemplo, unas vacaciones.

El doctor Montero hace especial hincapié en que si hay alguna forma de prevención es teniendo cuidados de higiene y sabiendo qué comemos y de dónde procede. Los especialistas recomiendan las precauciones que deberíamos tener en la cocina cuando somos nosotros mismos quienes manipulamos los alimentos: lavar bien las frutas y verduras, controlar mucho la temperatura de carnes y pescados y nunca romper la cadena de frío, mantener siempre estos alimentos en una temperatura adecuada, no ingerir las carnes poco hechas, congelar el marisco a menos de 18 grados y, por supuesto, ante la duda, no consumir un alimento que nos parezca que está en mal estado.

En la mayoría de ocasiones, cualquier persona puede estar expuesta a padecer una intoxicación, pero tal y como afirma el médico especialista, las personas que tienen las defensas bajas y están algo más débiles por algún tratamiento o los ancianos y los niños, pueden tener más posibilidades de padecerlas y de sufrir un ataque más agresivo que una persona que aparentemente esté bien de salud y que aunque pudiera contraerla no se le prolongaría mucho en el tiempo. En cambio, el proceso, dentro de este perfil más débil, puede durar más tiempo, pudiendo incluso surgir complicaciones que en los peores casos, podrían hasta derivar en un trágico final.

Aun así, puede decirse que, ante un alimento que se encuentre en mal estado, no hay nadie que se libre de padecer las consecuencias de su ingesta. Normalmente, suele pensarse  que salta a la vista si algún lácteo está cortado o si una pieza de carne huele mal, pero en algunas ocasiones, determinados alimentos como los huevos no siempre alertan de su mal estado, sino que pueden pasar desapercibidos, sobre todo, si no hemos lavado bien la cáscara o no hemos observado detenidamente anomalías en la yema.

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