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Lo que ha frenado a Díaz

El riesgo para su liderazgo de un congreso abierto y la situación del PSOE frenan el salto de la presidenta a la política nacional

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La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha hablado: no se presentará para ser secretaria general del PSOE. Desde hace dos semanas el nombre de la socialista con más poder institucional de España había sonado más que ningún otro en el partido –la apoyan todos los barones salvo Asturias, Cataluña y Extremadura- para asumir el liderazgo de un PSOE en sus horas más bajas, donde se situaría, además, como garante de la estabilidad para los grandes acuerdos de la transición.

A pesar de los llamamientos internos para dar el paso, que incluían algunos del peso de los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, la presidenta insistía desde hacía dos semanas que su «prioridad» es Andalucía y dejándose querer por los dirigentes que le instaban a dar un paso. Pero a Díaz se le acababa el tiempo. El viernes se abre el plazo de recogida de avales y debía pronunciarse.

El contexto nacional y la situación de debilidad del PSOE invitaba a pensar que Díaz, su mayor referente institucional, daría el paso. Se daban, o casi, las dos circunstancias a las que ha aludido repetidamente su entorno para justificar su salto: de un lado, la encrucijada en la que está el partido y España; y la necesidad de un «liderazgo sólido», que debería concretarse en un congreso de unidad.

Esto último, sin embargo, no va a producirse, ya que el diputado Eduardo Madina ha desoído las voces que le pedían integrarse en una candidatura de unidad y, por tanto, todo indica que dará el paso y habrá varios candidatos que votarán los militantes. En este proceso, Madina o Pedro Sánchez tienen mucho que ganar, pero la andaluza mucho que perder. Si Díaz no vencía o no lo hacía de manera aplastante, su liderazgo en el partido y en Andalucía se vería resentido. Además, la presencia de varios candidatos y la posibilidad de tener que negociar si alguno obtuviera un resultado notable, no permitirían a Díaz tener las manos libres, como sí las tuvo en la comunidad, para construirse un partido a su medida.

Este hecho se ha revelado como el mayor freno a presentar su candidatura, aunque hay otros que comparte una parte de la dirección regional del partido, que apuestan por su continuidad en la Junta para consolidar la mayoría en Andalucía. El PSOE gobierna en coalición con IU y las europeas mostraron que los socialistas, pese a sacar más de 9 puntos al PP, están lejos de las mayorías absolutas del pasado.

De entrada, como apunta una fuente socialista, la militancia es imprevisible en un proceso electoral por lo que el congreso se convierte en una operación de alto riesgo. De no imponerse de forma muy clara, el liderazgo de Díaz quedaría muy debilitado y daría un balón de oxígeno un PP andaluz vapuleado en las europeas.

La marcha de la presidenta a Madrid abriría también un periodo de inestabilidad en la Junta, que ya ha conocido tres presidentes en cuatro años, los dos últimos, José Antonio Griñán y la propia Díaz, sin pasar por las urnas. La falta de ese aval como candidata a la Junta también es un lastre, aunque el PSOE-A haya intentado compensarlo con los resultados de las europeas, las primeras elecciones que los socialistas ganan en Andalucía desde 2009 y las primeras con Díaz como líder.

El PSOE andaluz defiende que la secretaría general del PSOE y la Presidencia andaluza son compatibles, pero, tarde o temprano, Díaz debería abandonar la segunda para dedicarse a tiempo completo a hacer oposición a Mariano Rajoy. Y a la vuelta del verano, debería dejar la secretaría general del PSOE-A. En ambos casos, la sucesión no es fácil, ya que el modelo presidencialista que Díaz ha imprimido al PSOE andaluz hace que no haya un recambio claro.

A ello hay que sumar que IUCA, el socio de gobierno del PSOE, no vería con buenos ojos una tercera investidura en cuatro años y que, como manifestó el lunes su coordinador, Antonio Maíllo, Andalucía es «un primer plato que exige pasión y dedicación».

Finalmente, en Madrid, Díaz debería armar una alternativa sólida al PP en poco menos de dos años, contando con que no haya adelanto electoral. Para esta tarea le puede faltar el tiempo, porque el partido atraviesa en la mayor parte del territorio nacional la peor situación desde que se legalizó en la transición, con gobiernos solo en Andalucía y Asturias, y sin ayuntamientos de peso en grandes capitales. Como señalaba un dirigente socialista, aunque el partido se muestre sólido en Andalucía, señala un socialista, la situación está «fatal» en Cataluña o el País Vasco. Poder vencer a Rajoy en tan poco tiempo y con estos mimbres se antoja una tarea poco menos que colosal. El que asuma ahora la secretaría general deberá enfrentarse a esta última tesitura. Susana Díaz, que tiene 39 años, seguirá en Andalucía, donde si logra un triunfo en las autonómicas de 2016 se consolidará aún más como el mayor referente institucional y orgánico del PSOE.