el apunte

Por un Carnaval rentable para todos

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Todas las grandes fiestas tradicionales, españolas y mundiales, tienen un componente de rentabilidad, turística, hostelera, en servicios y transportes. Ni se puede negar, ni hay que avergonzarse ni supone ningún desdoro para la esencia histórica, cultural, del festejo en cuestión. Desde hace años, son imanes para miles de personas que pretenden descubrir las costumbres festivas de otra localidad, los hábitos particulares de alguna zona. El Carnaval de Cádiz, pese a ser reconocida como una de las mayores de Andalucía e incluso de toda España, parece vivir con algo de pudor esa faceta. Apenas la explota desde hace unos lustros y todavía no la afronta de forma clara. Las lagunas de la programación de la fiesta en la calle suponen el mayor ejemplo de esta apuesta timorata, parcial. Por más años que pasan, aún no se ha conseguido compaginar la oferta carnavalesca con la demanda de los que llegan. Aún no se ha logrado articular la información para que los visitantes sepan que el viernes, o el día que sea dedicado a la final del Concurso del Falla, no aporta ningún atractivo al turista. Bien al contrario, deja las calles aún más desiertas que en cualquier jornada porque los lugareños se encierran a ver o escuchar la última velada del certamen. Tampoco se logra dotar de contenido, más allá del exceso festero juvenil, al primer sábado. Con esas realidades, es comprensible la queja del presidente de la patronal hostelera al denunciar que los visitantes pueden sentirse estafados al encontrar algo distinto a lo que les anunciaron. Este año llegan cuatro vuelos específicos, con origen en Barcelona, que podrían encontrarse con esa dificultad como los miles que se desplazan en tren o coche. Urge adaptar oferta y demanda para que los descubridores del Carnaval vuelvan recomendándolo, halagando, en vez de regresar con el gesto torcido ante la posible decepción. Hay que pulir la faceta turística del Carnaval. Las demás, su pureza, no debe sufrir merma.