opinión

Víctimas de un engaño

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Hace algo más de un año recibí un mensaje a través del correo electrónico con el mismo título que encabezo este artículo. Era anónimo, aunque su autora dejó una huella que más adelante la delató. Se trataba de un email directo, sin preámbulos, igual que las pruebas que se presentan ante un juez para declarar la inocencia o la culpabilidad de un acusado. No tenía remite, solo un enlace que hacía un perfecto recorrido por el drama sociolaboral que viven los extrabajadores de Delphi desde que cerró la fábrica en febrero de 2007 y dejó en la calle a sus 1.904 empleados. El vídeo parecía el ‘déjà vu’ de quienes están clínicamente muertos, sin embargo, tienen la oportunidad antes de expirar de ver pasar la vida en pequeños fragmentos por delante de sus ojos. En solo dos minutos de película se mezclan los recuerdos, la nostalgia, la impotencia y, sobre todo, la rabia. Del ‘Delphi no se cierra’ al ‘Delphi somos todos’, pasando por la mítica frase de Rodríguez Zapatero, «no os vamos a dejar tirados». El breve repaso a los años de lucha en Delphi incluye también el grito de aliento a los afectados que brindó el presidente de la Junta, Manuel Chaves, cuando trataba a la desesperada de ganar votos en la provincia para las autonómicas de 2008. Chaves anunció entonces la reindustralización de la Bahía a golpe de talonario. Poco tiempo después averigüé que la autora de este pequeño documental era, precisamente, la esposa de un extrabajador de la fábrica que estaba harta de tantas mentiras. Seis años y cuatro meses después de que la multinacional Delphi abandonara Puerto Real, el reflejo de ese mensaje virtual no es otro que la crónica de un engaño premeditado y pagado con dinero público. La gestión de la Junta en el conflicto de Delphi ha siso un auténtico fiasco desde el principio y sonroja que, a estas alturas, sigamos con un caso abierto, pese a que el consejero de Empleo, Antonio Ávila, insista en que está cerrado y zanjado. La trifulca que tuvo lugar el pasado jueves en el Parlamento Andaluz a raíz de una interpelación del PP al Gobierno regional sobre el futuro de los parados de Delphi es el resultado de una mentira alimentada durante años. La Junta trató de frenar el terremoto de Delphi colocando una bomba de relojería que, finalmente, le ha estallado en las manos. No se puede arreglar un conflicto laboral de esta magnitud abriendo el grifo de la ayuda pública y luego cerrándolo de golpe. No ha habido control y lo que es peor, tampoco solución. El conflicto de Delphi ha costado a las arcas públicas casi 450 millones de euros. No es broma. La Junta se comprometió a sufragar la formación laboral del colectivo hasta su recolocación y entre 2007 y 2010 colaboró en la prejubilación de 646 trabajadores. Además, concedió subvenciones para el autoempleo a 56 de ellos. Estas operaciones superaron los 250 millones de euros, a lo que hay que sumar el dinero invertido para la captación y apoyo a la inversión a través del Plan Bahía Competitiva. Una gestión desastrosa que no ha dado sus frutos. Los 600 exdelphi que aún quedan por acoplar son prados de difícil recolocación, como tantos otros, pero la Junta es responsable directa de su situación.