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Manuel Pastrana, un tímido que le cogió gusto al poder

El líder de UGT Andalucía durante los últimos quince años fue toda una sorpresa cuando llegó a la direción del sindicato

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Manuel Pastrana (Archidona, 51 años) escaló por primera vez a la secretaría regional de UGT en marzo de 1998. Su estrellato fue toda una sorpresa ya que ganó a su contrincante, Juan Mendoza, que era entonces el hombre de Cándido Méndez, por solo cuatro votos.

Hace pues quince años que es el líder absoluto de UGT-A, pero su despedida dista mucho de ser lo que fue su debut en el VI congreso celebrado en Sevilla, tras una votación tensa y reñida. Su figura emergió con muchos avales a sus espaldas: sus allegados lo describían como un hombre introvertido y tímido, pero ya con poco más de veinte años de afilió a la UGT y su carrera posterior se agrandó dentro de la Federación de empleados públicos del sindicato, de la que acabaría siendo responsable en Andalucía, paso previo a su ascenso a la secretaría general.

De familia humilde, algún perfil señala que fue un niño casi jornalero y que tuvo que trabajar en una residencia gestionada por frailes salesianos donde acogían a niños con dificultades económicas para costearse sus estudios de bachillerato, ya en Jaén. Casado y con tres hijos, es funcionario de la Diputación jiennense en excedencia.

Todos lo definen como un trabajador infatigable, casi extenuante para su equipo. Un grave problema de salud no le impidió presentarse a la reelección en 2009, su cuarto y último mandato, que ganó, como los otros dos anteriores, por mayoría abrumadora. Esta decisión, tal vez, ha marcado su amarga despedida. Si hubiera seguido su instinto tal vez se habría evitado muchos disgustos y dejado otro sabor de boca al marcharse. «El sindicato tiene que plantearse progresivamente la renovación. Eso es algo no solo ineludible, sino sano y necesario», había dicho en junio de 2005, cuando fue elegido por tercera vez.

Demasiado tiempo en un cargo que le sirvió para estrechar lazos con el PSOE -nunca fue de los defensores de la autonomía de la organización-. Los amagos de romper la concertación cuando surgían desavenencias con sus «hermanos» de la Junta, se quedaron siempre en eso, amagos que no sonaban auténticos.

Por todo ello, a la postre, su organización se ha visto salpicada de lleno por el fraude de los ERE, en el que un exugetista, Juan Lanzas, es una pieza clave, y pese a que el mismo Pastrana se empeñe en desmarcarse de él, el daño infligido a la organización es severo.

El último capítulo desvelado por ABC sobre su estancia en un hotel de lujo en Suráfrica mientras se presentaba el ERE para los trabajadores de la central es un final tan inesperado como su ascenso al sindicato.