opinión

Valores a la baja

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Cuando se repite como una salmodia monocorde aquello de la pérdida de valores, siempre me acuerdo del niño perdido, al que la insulsa Wendy acunaba en el País de Nunca Jamás, que dejó de volar porque había perdido su bolsa de buenos deseos. Ay! Que hemos perdido los valores, lamentamos, como si los valores fueran algo que pudiéramos encontrar en cualquier momento y por cualquier rincón. Esa pérdida de valores de la que tanto nos quejamos no es más que la consecuencia más cruel y terrible de una educación sentimental errónea. De una mala interpretación de la segunda oportunidad en la que se basan los sistemas educativos –no sólo escolares– de esta sociedad.

Siempre he dicho que mi generación ha sido la última en comprender el principio físico más básico, el de causa-efecto. Sabíamos que cada acto tenía una consecuencia, y las asumíamos con mayor o menor agrado. Sabíamos. Esa es la clave. Sabíamos cuál era la pauta correcta aunque luego le hiciéramos trampas al sentido común. De aquellos barros vinieron los lodos del todo vale, del no pasa nada, del yo no he sido… en los que tan bien nos manejamos. Y perdimos, no lo valores, sino el conocimiento. Perdimos el conocimiento.

Por eso, no me extraña la actitud de los niños –son niños, como los suyos y los míos– del dichoso vídeo que ha hecho saltar las alarmas de esta sociedad inconsciente. Porque, mucho más allá de los valores morales y éticos que se vulneran en la grabación, nadie les había explicado que divulgar pornografía no sólo atenta contra el honor y la intimidad de terceras personas, sino que es un delito por el que tendrán que responder social y económicamente sus padres y que aquí no caben segundas oportunidades. Nadie les enseñó lo de la causa-efecto. Y eso es lo que no saben.

Lo triste no es que se hayan perdido los valores –si es que alguien pudiera explicar cuáles son esos valores–, lo triste es que hemos jugado en el filo del abismo y nos hemos expuesto demasiado a los peligros. Y no todos tenemos un Qatar donde escondernos.