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La muerte en 15 minutos

Muere desangrado un vecino de Chiclana después de ser tiroteado

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A Juan Marín Amaya lo estaban esperando la noche del jueves o se le cruzó la mala suerte encarnada en un desalmado desconocido. Sobre estas dos hipótesis trabaja el equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Chiclana que investiga la muerte de este vecino, de 67 años, que fue tiroteado hace dos noches cuando regresaba a la finca que cuida y explota junto a su mujer en el Marquesado. Solo tardó quince minutos en salir y regresar a la parcela, pero cuando volvió lo hizo malherido. Su esposa pudo verle con vida antes de que perdiera el conocimiento y muriera sin que diera tiempo al traslado hospitalario. La familia del fallecido está sumida en la terrible incógnita: ¿por qué?

La secuencia de los hechos arranca en el punto kilométrico 3 de El Marquesado, en el extrarradio chiclanero. Sobre las 22.30 horas del jueves, Juan ‘El Barba’ –como le conocían los vecinos– terminaba de cenar en compañía de su esposa y un amigo. Esta persona no tenía coche para volver a su casa; por lo que la víctima se ofreció a acercarlo en su furgoneta. Apenas distan un par de kilómetros entre ambas viviendas. Cuando salió por la puerta, fue la última vez que la esposa de Juan lo vio en perfectas condiciones. Tan solo un cuarto de hora después, regresaba el finado con un disparo que le había alcanzado en el pie izquierdo. El vehículo, además, presentaba otro impacto en la parte trasera que destrozó la luna del lado derecho.

Juan, malherido, llegó a tiempo para avisar a su esposa. Un vecino fue quien alertó a los servicios sanitarios del 061 que trataron de reanimarlo, pero no pudieron hacer nada por salvarle. Aunque la herida que presentaba en el pie no era mortal, el fallecimiento se produjo al desangrarse. Según fuentes consultadas por LAVOZ, «el hombre tenía un tratamiento anticoagulante; lo que pudo agravar la situación».

Al cierre de esta edición, el cuerpo permanecía en el Instituto de Medicina Legal de Cádiz, donde se le debe hacer la autopsia. La familia del fallecido estaba a la espera de que concluya ese estudio para proceder al entierro.

La Guardia Civil reconstruyó el camino que hay entre la parcela que cuidaba Juan y la vivienda de su amigo para determinar dónde se pudo producir el ataque y llegaron a la altura del camino Hijuela de Patapalo, a escasos metros de donde salió la víctima y próximo a la Venta Luna. Ayer se podían ver restos de los cristales de la ventanilla de la furgoneta de Juan y las marcas en la calzada que había dejado la Policía Científica durante la inspección ocular.

Dado que el fallecido presentaba un tiro en el pie izquierdo y no había impacto alguno en la zona delantera del vehículo; la Guardia Civil está convencida de que el fallecido fue disparado cuando se encontraba fuera de la furgoneta, logró meterse dentro, arrancar mientras seguía la amenaza fuera y fue de nuevo atacado cuando huía al volante de la furgoneta.

Juan, que debía su mote a la característica barba que le llegaba hasta el pecho, tenía fijada su residencia en la zona de El Doctoral, pero pasaba mucho tiempo en compañía de su esposa en la finca de El Marquesado, que no era de su propiedad. No solo se encargaba de cuidar la parcela, también cultivaba productos que luego vendía. Uno de sus vecinos recordaba ayer la gran pasión que tenía por la cacería. Pero nadie de los consultados le conocían enemigos. Su familia, tampoco.