opinión

Diez años de Las Aletas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La provincia de Cádiz cuenta con una generación que se gestó, nació y se desarrolló al mismo tiempo que el proyecto de Las Aletas. El tiempo pasa, pero las agujas del reloj parece que han ido muy rápido para unos y muy despacio para otros. Aquellos niños que vinieron al mundo con el euro debajo del brazo son hoy adolescentes que estudian primero de la ESO y comienzan a dibujar su futuro entre lecciones de Geografía, Educación para la Ciudadanía y Matemáticas. La noria de la vida política ha girado tanto en diez años que hemos asistido a cuatro elecciones generales, a otras tantas autonómicas y a cuatro procesos municipales. En este viaje en el tiempo, la generación del euro ha asumido tres de las siete reformas educativas de la democracia: la LOCE (2003), la LOE (2006) y ahora LOMCE (2012). Además, ha dado tiempo a pasar de la bonanza a las vacas flacas, de andar sobrados a pedir que nos ayuden, de vivir por encima de nuestras posibilidades a vivir por debajo del umbral de la pobreza.

Sin embargo, esta evolución, para lo bueno y para lo malo, no ha tenido repercusión en aquel proyecto industrial que tantas expectativas abrió para los gaditanos. La construcción del tercer parque tecnológico de Andalucía se encuentra aún en la vía muerta después de diez años. El proyecto de Las Aletas nació a finales de los noventa como revulsivo para la Bahía de Cádiz. La unidad empresarial y política ponía así la primera piedra de lo que sería el gran centro logístico de la provincia, con capacidad para crear unos 20.000 puestos de trabajo. A partir de ese momento comenzaba la cimentación de un proyecto ilusionante. Un extenso páramo en Puerto Real era el lugar elegido para edificar un macropolígono industrial. La ubicación era perfecta. El terreno se encuentra flanqueado por la autopista de Sevilla y la línea de tren de Cádiz. Está a un paso del muelle de La Cabezuela, a tiro de piedra del aeropuerto de Jerez y perfectamente conectado con las autovías que llevan al Campo de Gibraltar y a la Sierra. Comenzaba de esta forma la carrera para ordenar 527 hectáreas.

El pistoletazo de salida se dio en octubre de 2004. Sin embargo, lo que comenzó como una carrera hacia el futuro de la provincia se convirtió más tarde en un maratón de obstáculos y errores. Los propietarios de una porción del suelo de Las Aletas dieron el primer revolcón al proyecto. Las expropiaciones se atragantaron y los servicios jurídicos de la Junta tardaron más de la cuenta en deshacer el entuerto. El segundo contratiempo vino de la mano de los ecologistas que denunciaron como una parte del terreno afectado por el polígono era de dominio público marítimo terrestre, lo que impedía cualquier actuación. Así lo reconoció en 2009 el Tribunal Supremo.

El proyecto de Las Aletas se enquistó a partir de 2007 y la Junta ha sido incapaz de enderezarlo. Al final, la desidia de unos, la apatía de otros y la crisis han terminado por condenar una iniciativa que iba a ser la solución a los problemas de Cádiz. De nuevo vuelve a sonar el nombre de Las Aletas en las esferas políticas. El PP ha llamado al orden al PSOE para que designe a sus representantes en el Consorcio y se reactive el proyecto, pero diez años hablando de lo mismo son demasiados años para una provincia que necesita actuaciones con urgencia.