opinión

Pánico en el SAS

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Auténtico pánico da pensar la que se nos viene encima a todos con los recortes que la Junta de Andalucía está llevando a cabo en materia de sanidad. Esta misma semana los máximos representantes de los distintos estamentos sanitarios –médicos, enfermeros, odontólogos, estomatólogos y hasta veterinarios– se han unido para lanzar un mensaje común en el que advierten que ni nos imaginamos la que nos espera. Avisan de lo que nos va a afectar a nosotros –si no nos está afectando ya– y de lo que les va a afectar a ellos mismos. A los profesionales sanitarios, más o menos lo que todos los mortales en estos tiempos que corren: menos sueldo, más paro, mayor precariedad laboral... con un agravante, se temen más agresiones a los profesionales por parte de pacientes indignados. Al resto de la sociedad, a los usuarios, peor atención. Si cabe.

Porque el Servicio Andaluz de Salud tiene dos caras muy diferenciadas. Por un lado, la de los asuntos graves, donde es de justicia reconocer que la asistencia es de un nivel importante, a la altura de las mejores del mundo. Todos hemos padecido desgracias en nuestro círculo íntimo y en la mayor parte de los casos los médicos han pasado con nota el examen. La atención es rápida y eficiente. Pero luego están los asuntos menores, los de andar por casa, donde la atención deja mucho que desear. Fundamentalmente el asunto de las listas de espera. Entre las citas para pruebas diagnósticas, plazos para recibir los resultados, nueva cita para ser atendidos por el especialista y empezar a recibir el tratamiento pasan meses y meses.

Y esto ha sido así desde hace años. Cuando éramos ‘ricos’ ocurría, para desesperación de miles, de millones de pacientes, que en muchos casos han recurrido a seguros médicos privados ante la desesperación del servicio ofrecido por el SAS.

Qué no ocurrirá ahora, que somos de nuevo pobres. Los propios médicos nos lo están advirtiendo. Y se sorprenden de que los ciudadanos no reaccionemos. Mal panorama el que se avecina. Que no nos pase nada.