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La mentira sale gratis

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Probablemente el Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer, aunque es discutible; en cambio hay algo seguro: ha hecho exactamente lo contrario de lo que decía que había que hacer, y que haría. A las primeras del cambio, el mal endémico de la mentira política. La promesa reiterada de no subir los impuestos es papel mojado en la segunda semana en el poder de Rajoy. Cuatro ministros salieron a sostener la autoenmienda mientras el presidente se tapaba sin dar la cara. Este había asegurado al tomar posesión que haría pedagogía para explicar cada medida amarga para los ciudadanos; así que con esto se anota su segunda falacia. Dos por el precio de una. No es poco para un presidente de estreno que se autorretrataba como un señor fiable como primera cualidad. Apenas dos semanas después de investirse bajo la promesa de decir siempre la verdad, tiene ya su credibilidad tocada. Porque es inevitable recordar a Rajoy cuando, ante la subida de impuestos de su antecesor, despotricaba con un argumento recurrente: «más impuestos es más paro y más recesión». No era una frase sino un leitmotiv ideológico repetido decenas de veces. Pues bien, su primera medida de ajuste es más impuestos. O sea, según su tesis, 'más paro y más recesión'. Resulta reconfortante. ¿Miente ahora o mentía entonces?

La subida de impuestos de Rajoy encaja en las tres críticas que él le hizo constantemente a su antecesor: improvisar, no ser un Gobierno con un programa fiable, y estar tutelado desde el exterior. Todo eso aflora en su segundo Consejo de Ministros. Y no vale la coartada de ignorar el déficit, en buena parte procedente de comunidades gobernadas por el propio PP. Rajoy simplemente ha acreditado que está dispuesto a traicionar sus principios por el pragmatismo; como Zapatero desde mayo de 2010. Los presidentes en España saben que la mentira y la incoherencia no se castiga como pecado capital. Por eso Rajoy denunciaba cada subida de impuestos ya que «maltrata a las clases medias trabajadoras» -¿les suena?- y ahora ese es su plan.

Las clases medias desde febrero volveremos a ser más pobres, con menos dinero y los ahorros más gravados. Hasta ahora el discurso del presidente era que el recorte debía hacerse sobre el sector público, sobre una administración elefantiásica, y al cabo recae otra vez en los ciudadanos modestos. Quizá era inevitable; pero el quid ya no es la medida sino la mentira. Rajoy ha marcado un nuevo récord presidencial en desdecirse de sus promesas electorales básicas. Dos semanas después de tomar posesión, zurrapa. Es el precio a pagar en un país donde se considera aceptable el fraude electoral de la mentira política. Y de esos polvos, casi todos los lodos.