El embajador Casillas

Se hincharon a hacerle fotos ayer a Iker Casillas. El portero del Real Madrid y de ‘La Roja’ ha sido nombrado embajador de buena voluntad del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) porque «no sólo es un modelo a seguir para los jóvenes de todo el mundo, sino también un socio muy comprometido con la necesidad de sensibilizar y crear oportunidades reales para mejorar las vidas de los más vulnerables», le aplauden. Y él, encantado de «trabajar en equipo para ganar la batalla contra la pobreza».

Casillas sonríe, juguetea con un balón y, paciente, se deja fotografíar, que esos flashes no le molestan. Los que incordian son los de los paparazzis. «Están todos los días por si sales de casa y vas en pijama a tirar la basura, por si un día te pica la nariz y te metes el dedo donde no debes, por si un día te rascas donde no debes...», se queja el madrileño en una entrevista concedida a ‘La Razón’. Confiesa que está hasta la coronilla de tanta persecución. «Todo el mundo sabe dónde vivo y acordémonos de lo que le pasó a John Lennon... que un día un loco te saca una pistola. No sé a dónde llegará esto, es una vergüenza».

El madridista dice que se siente vigilado por esos tipos de los grandes objetivos que van a darle «caza». «Ahora parezco un delincuente» y los fotógrafos, su sombra: «Te pueden seguir, se pueden poner a tu lado, se saltan los semáforos, hacen que tú te los saltes... ¡Chico, un día vas a aparecer en una cuneta! Si son paparazzis que me hagan fotos cuando no me dé cuenta», clama Casillas, e insiste en que él no es famoso, solo un deportista que ha conseguido más que la mayoría. Y que un día pecó de natural y le plantó un beso en los morros a su novia, a Sara Carbonero.

Desde entonces son carne de cañón. «Se juntó todo, el momento con toda la tensión, con toda la ira por lo que estabas escuchando (...)». Ya se ha desahogado un poco, y ahora Casillas se anima a contar sus cosas, como que le está saliendo la «vena» niñera...