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Las noches de los retrovisores rotos

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Uno, dos, tres... Hasta diez espejos retrovisores de coches aparcados en fila fueron arrancados el pasado fin de semana a patadas, por un joven de 26 años, sorprendido y detenido por la Policía Local en la carretera industrial. La irracional conducta no se debía a un acto de despecho o venganza contra los dueños de los diez vehículos. Tampoco un caso irrefrenable de catoptrofobia, (que es, en psicología, como se conoce el miedo a los espejos). Sencillamente, lo hizo para divertirse, en un absurdo juego en el que destrozar lo ajeno quizá le incrementaba los niveles de adrenalina, después de una noche de baile y fiesta.

La gamberrada, sin embargo, no sorprende ya a los vecinos del centro de Cádiz, que desde hace años denuncian la frecuencia con que se viene repitiendo este tipo de juego del patadón al retrovisor. «La calle de San Germán, de jueves a sábado, todos los días nos rompen los espejos de los coches», reconoce Enrique Carril, presidente de los vecinos del barrio de San Carlos, una zona que al ser un paso casi obligado para los que vuelven de las discotecas de la Punta de San Felipe, es proporcionalmente una de las zonas con más vandalismo noctámbulo dde la ciudad. «Yo he tenido que dejar de aparcar aquí mi vehículo, porque me lo han volcado varias veces, o me lo han puesto en mitad de la calle», asegura Carril, que recuerda cómo desde hace dos semanas salió ardiendo un contenedor de basura, en un incendio provocado.

No obstante, el centro de la ciudad no es la única zona de la ciudad donde actúan los espejófobos nocturnos. De hecho, la Policía Local hace un año detuvo ya a otro chico, en este caso menor de edad, que la tomó con los cristales de otra ristra de coches, en aquella ocasión estacionados en las calles alhedañas a la plaza del Ingeniero La Cierva. Aunque, según fuentes de la Policía, «no hay una zona concreta donde se dé», aunque los entornos desde las zonas de ocio nocturno sean en principio de las más afectadas por este y otros tipos de gamberradas.

Delito sin denuncias

Calcular el número de espejos rotos o hacer un mapa de las zonas más afectadas sólo es posible con un paseo detenido y atento por la calle, ya que apenas hay denuncias ante la Policía, ni reclamaciones a las aseguradores, ni siquiera se aprecia en las reparaciones de los talleres mecánicos: «Casi un 40% de los coches pueden tener los retrovisores rotos, pero la mayoría los reparan con cinta americana», reconoce Juan José Amézaga, dueño del taller mecánico Chele, que calcula que el precio de reparar un espejo oscila entre «los 60 o 70 euros de un Corsa o un Megane, a los 300 euros de un coche de gama alta, como un Mercedes o un BMW, que son automáticos, tienen sistemas antivaho, etcétera».

Este tipo de siniestros tampoco aparece destacado en las estadísticas de las aseguradoras ya que «pocos clientes contratan pólizas a todo riesgo sin franquicia», que serían las que abarcan este tipo de incidentes, confirman desde la correduría de seguros gaditana Marin Domemech.

El precio del retrovisor no sólo es relevante para quien tiene que pagar su sustitución, sino también para los responsables de los daños, ya que el precio del destrozo puede marcar la diferencia entre una falta (menos de 300 euros) y un delito (por encima de esa cantidad).

Así, F. J. C. S., el joven gaditano detenido este fin de semana por patear diez coches, tuvo que enfrentarse en el día de ayer a un juicio rápido en los juzgados de San José de Cádiz, imputado por un delito de daños contra la propiedad ajena (que suele ir castigado con multas de 6 a 24 meses) ya que la decena de retrovisores (además de una señal de tráfico que intentaba arrancar a patadas) superaba con creces los 300 euros.

mgarcia@lavozdigital.es