PRECARIEDAD. Una enfermera vigila el suero de un herido en un hospital improvisado en Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur. / REUTERS
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Rusia rechaza la paz de Georgia

Tiflis retira sus tropas de Osetia del Sur y ofrece negociar pero Moscú dice que la guerra continuará hasta que los adversarios acepten el acuerdo de 1992

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A Georgia no le ha quedado más remedio que dar marcha atrás. Su ofensiva del jueves contra los separatistas de Osetia del Sur le estaba pasando una factura demasiado elevada. Ayer, a través de una nota entregada por su Ministerio de Exteriores a la Embajada rusa en Tiflis, pidió a Moscú el cese de las hostilidades y el comienzo de las conversaciones de paz. El escrito de la Cancillería georgiana, que llegó enseguida a manos de la cúpula rusa, habla de un repliegue de las tropas de Tsjinvali, la capital surosetia, y de un alto el fuego unilateral. Rusia, por su parte, niega que el Ejército georgiano haya detenido las acciones de guerra y rechaza cualquier conversación mientras no se retire a las posiciones establecidas en el acuerdo de paz de Dagomís de 1992.

El viceministro de Exteriores ruso, Gueorgui Karasin, dijo que, según los deseos del presidente ruso, Dmitri Medvédev, para parar la contienda hace falta además que Georgia se comprometa por escrito a renunciar en el futuro al uso de la fuerza contra Osetia del Sur y Abjasia, los dos regímenes separatistas que Moscú apoya abiertamente.

Mientras tanto, el Ejército ruso siguió ayer enviando nuevos efectivos a Osetia del Sur y está ayudando a la milicia abjasa a crear otro frente en el desfiladero de Kodori. Desde Osetia del Norte, columnas de blindados rusos e infantería penetraban en el vecino del sur para bloquear completamente Tsjinvali. La aviación rusa también se empleó ayer a fondo. Fue atacado otra vez el puerto de Poti y varios poblados del distrito de Zugdidi. Cerca de Tiflis, la capital georgiana, fue también bombardeado un aeródromo.

Compromiso escrito

«Las condiciones que ha marcado el presidente (Dmitri Medvédev) son la retirada de las tropas georgianas (...) y el compromiso de Georgia por escrito de no emplear la fuerza en Osetia del Sur y Abjasia», reiteró Karasin. Medvédev expuso estas condiciones en una conversación telefónica con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, uno de los mandatarios occidentales que intentan mediar en el arreglo del primer conflicto bélico de Rusia con uno de sus vecinos postsoviéticos.

En el primer contacto directo entre ambos gobiernos, el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, reiteró las exigencias de repliegue de tropas a su colega georgiana, Eka Tkelashvili. Entretanto, en Tiflis, Alexandr Lomaya, secretario del Consejo Nacional de Seguridad (CNS), denunció «el incremento de la agresión por parte de Rusia». Durante la noche del sábado, explicó, «trasladó (a Osetia del Sur) decenas de carros de combate, artillería y hasta cohetes tácticos, y gran cantidad de infantería». Moscú insiste en que ha enviado sus tropas en una operación de «imposición de la paz» y para defender a las fuerzas de paz desplegadas en Osetia del Sur, a cuyos habitantes Rusia ha concedido su ciudadanía.

Durante la jornada y pese a las críticas internacionales, continuaron los bombardeos rusos en todo el territorio de Georgia, esta vez incluso en Tiflis, donde fue atacada la pista de despegue de la fábrica de aviones. Las bombas también cayeron sobre el puerto de Poti y localidades del distrito de Zugdidi, fronterizo con la separatista Abjasia.

El general Anatoli Nagovitsin, subjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, admitió los bombardeos fuera de Osetia del Sur, pero afirmó que la aviación sólo ataca instalaciones e infraestructuras militares del segundo escalón de tropas y no localidades civiles. Tiflis denunció que la aviación se sumó también a los ataques que la separatista Abjasia, aprovechando el momento, lanzó para conquistar el desfiladero de Kodori, zona habitada por georgianos que ocupa el 15% del territorio abjaso.

En la otra frontera común, a lo largo del río Inguri, las unidades abjasas entraron en la zona de seguridad, controlada por cascos azules rusos, y amenazan con cruzar la frontera e «imponer orden» en el distrito georgiano de Zugdidi. Por otra parte, ayer se incorporó a las operaciones contra Georgia la flota rusa del mar Negro. La Agencia de Naciones Unidas para el Refugiado (ACNUR) estimó ayer entre 10.000 y 20.000 los refugiados del conflicto de Osetia del Sur entre Rusia y Georgia, mientras el alto comisionado de la ONU, Antonio Guterres, demandaba a las partes en conflicto que facilitaran el acceso de las organizaciones de ayuda a través de un corredor humanitario. «Es esencial que las agencias humanitarias lleguen a los afectados y los desplazados y que los que se encuentren atrapados en las zonas de conflicto reciban el permiso necesario para acceder a un lugar seguro tan rápido como sea posible», declaró Guterres. «Y es absolutamente esencial que ambas partes respeten los principios humanitarios y aseguren la protección y la seguridad de los civiles», añadió.

De momento, y según el portavoz de ACNUR, Ron Redmond, entre 10.000 y 20.000 personas tienen la condición de refugiado desde el principio de las hostilidades. Esta estimación incluye a los georgianos que vivían en Osetia del Sur y que ahora se encuentran en Georgia, así como a los osetios del sur que han atravesado la frontera de la región de Osetia del Norte huyendo de los combates.

No obstante, las cifras por ahora siguen siendo vagas. «Los georgianos han denunciado que 2.400 ciudadanos suyos han abandonado Osetia del Sur y regresado a Georgia, pero nuestro representante considera que la cifra puede ser sustancialmente mayor», explicó Redmond. Otra cifra es la proporcionada por el jefe del Gabinete ruso, Sergei Sobyanin, que indicó que al menos 30.000 osetios han huido a Rusia desde el comienzo de los primeros enfrentamientos.