CAÑOS DE MECA. La playa vejeriega tiene muchos problemas de erosión y ha sido objeto de actuaciones por parte de Costas. / L. DEL RÍO
estudio pionero sobre la erosión del litoral gaditano

La huella de 50 años de olas

Un estudio pionero sobre la erosión del litoral gaditano señala la costa norte como la zona más afectada de la provincia y advierte de los riesgos para la actividad humana

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Los acantilados de Roche, las dunas de Bolonia, la playa de la Victoria, las marismas junto a la Punta de los Saboneses o la arena de Camposoto. Cada día somos testigos del implacable y continuado efecto de la erosión sobre el litoral gaditano, pero apenas nos damos cuenta de sus consecuencias. Son necesarios muchos años para que esos efectos sean visibles, aunque en el caso de las playas, por su impacto en el turismo, la acción humana lleva muchos años intentando compensar -para los ecologistas, de forma errónea- la acción primigenia de las olas y el viento sobre la arena. Un estudio pionero en España, reflejado en una tesis doctoral, ha examinado por primera vez los efectos y riesgos de la erosión en litoral gaditano durante los últimos 50 años y desde la costa de Tarifa hasta Chipiona. La investigación ha deparado algunas sorpresas para los legos en la materia.

Para empezar, la erosión de la costa gaditana no es tan profunda como uno pudiera pensar. Según explica Laura del Río, doctora en Ciencias Ambientales y autora de la tesis, la costa norte del litoral atlántico -Chipiona, Rota- es la que se ha visto más afectada por el retroceso de la costa, pero las zonas central y sur «permanecen más o menos igual» que hace cinco décadas. «Esto es así porque en la mayoría de las playas en las que el problema es más visible, Costas lleva mucho tiempo actuando», reconoce, citando los casos de las playas de laVictoria en Cádiz, Camposoto o la de Caños de Meca.

«La gente se fija sobre todo en las playas, por el tema turístico, pero también hemos estudiado las dunas y los acantilados, y con los acantilados el problema es mucho mayor porque no se pueden regenerar. Las playas tienen ciclos naturales con mayores o menores aportes de arena, e incluso se pueden regenerar de forma artificial, pero un acantilado no», señala. Con todo, en zonas como la Fuente del Gallo, en Conil, con una pequeña playa abajo, Costas «también ha actuado, con escollera, regenerando las playa y trabajando en el acantilado».

Precisamente una de las zonas con mayor erosión de la provincia se encuentra en la Punta de Saboneses, al sur de Valdelagrana, en pleno Parque Natural de la Bahía y con un acceso muy difícil para el hombre. «Es uno de los sitios más espectaculares porque si miras toda la costa de España es uno de los puntos que más se ha erosionado. En los últimos 30 años tiene algunas partes que han retrocedido del orden de 350 metros. Eso es una barbaridad, son tasas de 10-12 metros por año», asegura, recordando que la acción del agua -sólo hay que pensar en los cientos de años que tardan en formarse las estalactitas- es un proceso a una escala de tiempo muy diferente a la humana. Esa es una de las razones de la dificultad de su estudio, sumada a la gran cantidad de factores y variables que intervienen en la costa «que es dinámica por naturaleza».

Del Río, gaditana nacida en 1976, trabaja en el Grupo de Geología Litoral y Marina donde son cuatro investigadores, dentro del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales. En su tesis, dirigida por el profesor Javier Gracia y con la colaboración de todo el Departamento, se ha basado en fotografías aéreas y exhaustivas mediciones para examinar no sólo cuánto ha retrocedo la línea de la costa, cuando lo ha hecho, sino conocer las causas de dónde lo ha hecho con mayor empuje y también los riesgos que este fenómeno supone para la actividad humana. En cuanto a las causas, surge otra sorpresa. «No siempre el factor humano es el decisivo ni el que más influye en la erosión», apunta.

«Hay que estudiar cada caso y hay sitios donde has construido un paseo marítimo o un muro vertical y la erosión es mayor. Pero hay otras zonas urbanizadas donde eso no ocurre. No necesariamente una ocupación antrópica implica una erosión», concluye.

Una opinión en la que coincide Jorge Sáez, de la coordinadora estatal de Ecologistas en Acción y estudiante de último curso de Ciencias del Mar. «En una ciudad tan sobreocupada como Benidorm, apenas existe erosión costera por las condiciones naturales de su entorno», explica. Ecologistas en Acción, al igual que otros grupos como Agaden o Greenpeace, se han mostrado muy críticos con las regeneraciones artificiales al considerar que no solucionan el problema -o lo hacen sólo a muy corto plazo- y causan grandes trastornos al ecosistema. «El que se hagan tesis como la de Laura es una buena señal pues significa que hay una mayor conciencia y que se estudian estos fenómenos desde una perspectiva más amplia», opina Sáez.

Causas

Junto a los impactos humanos, las principales causas de la erosión responden a factores ambientales: energía del oleaje, temporales, predominio del levante -éstas mas acusadas en el norte-, y mayor predisposición natural a la erosión por su configuración natural. Otro factor importante es la disminución de los sedimentos de los ríos, en la que sí tiene una intervención muy importante el hombre, debido a las presas que impiden a los ríos seguir su curso natural. Y naturalmente, la desaparición de grandes extensiones de arena por la urbanización de la costa.

De modo que pese a que la erosión no sea tan profunda como algunos piensan, existe, y fenómenos como el cambio climático y la disminución del nivel del mar la van a agravar. Y con ello los riesgos. «Al hablar de riesgo hablamos de cómo los procesos naturales afectan a la actividad humana, por lo que obviamente cuanto más actividad humana tenga la costa más se va a ver afectada por lo que sea que pase. Es el caso del turismo y la preocupación de que llegue un temporal y se lleve la playa», añade. Para evitarlo es fundamental que el planeamiento urbanístico prevea la dinámica de la costa.

Pero, ¿estamos a tiempo para actuar? «Hay que llegar a una solución de compromiso. La regeneración artificial no es la panacea, pero es mejor que las actuaciones duras de ingeniería. No es realista pensar que se pueden retranquear urbanizaciones enteras para recuperar la arena Y en las zonas menos desarrolladas, actuemos con inteligencia en vez de construir encima de las dunas», concluye Del Río.

mabardera@lavozdigital.es