COMPROMISO. Pese a jugar infiltrado, Gustavo López completó los 90 minutos. / FERNANDO SANTIAGO
numancia 0 - Cádiz C.F. 1

Premio al trabajo

El Cádiz gana el líder con gol de Dani gracias a una excelente segunda parte El equipo amarillo estuvo serio, supo sufrir y marcó a balón parado

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Triunfo ante un Primera para asegurar la Segunda. Orden, seriedad, equilibrio, intensidad, unión, estrategia, compromiso,... ¿cómo ha cambiado este Cádiz! No lo reconoce ni el Baldasano que lo parió (y el Muñoz que lo crió). Ha acicalado tanto su imagen que se aleja de los feos y hasta se permite el lujo de despreciar a los más guapos, con desplantes inesperados que dejan con la miel en los labios. Ya no es un equipo fácil.

No es el mismo. Sólo se parece en el color de la camiseta. Si no fuera así, la siguiente frase faltaría a la verdad. «El conjunto amarillo vence en el campo del líder ante el mejor de la categoría». Casi nada. Un hecho de por sí meritorio.

Pero no es sólo eso. En la segunda mitad, la nueva escuadra de Procopio se despojaba de su complejo de inferioridad para realizar un duelo tácticamente perfecto. Las líneas juntas, agobio en la presión y velocidad al contragolpe. La guinda, un gol nacido de la estrategia, exponente máximo del trabajo semanal.

Procopio no tiene una flor, sino un jardín, pero que está sembrando y cultivando con una dedicación y un trabajo meticuloso. Al olmo viejo hendido por el rayo le han salido hojas verdes, valga la oda machadiana. El técnico ha inyectado savia nueva a su plantilla, que le ha respondido renaciendo de sus cenizas. La salvación ya es una realidad, sólo queda arreglar la temporada y restablecer el orgullo herido de esta entidad centenaria.

Sacrificio

El Cádiz voló en Los Pajaritos gracias al sacrificio del grupo y a que las piezas ejecutaron bien el trabajo ordenado por el mecánico. La primera mitad recordaba la capacidad de sufrimiento que posee este Cádiz, forjado a golpe de palos y bofetadas. Arconada apostaba por un tanque en la delantera (Rafa Jordá) al que surtían desde las bandas con una facilidad insultante. Los pupilos de Procopio ponían garra y actitud, pero sus carencias tiraban por tierra los kilómetros recorridos.

Los laterales cadistas sufrían en demasía, y los centrales se multiplicaban tapando los remates. El Numancia dominaba, aunque la pegada de los amarillos resultaba letal al contragolpe. Dani disfrutaba de las dos mejores ocasiones con dos cabezazos en escorzo que se marchaban cerca de la madera.

Minuto a minuto, los rojillos se crecían y comenzaban a avasallar. El balón quema. Las ocasiones se suceden, y es la fortuna la que desvía los remates numantinos. Demasiado trabajo para la divina providencia, que traía el silbido del descanso como bombona de oxígeno.

Adversidades

Como ante el Albacete, la cosa pintaba mal. El Numancia apretaba, los medios centros estaban cargados de tarjetas, el cansancio asfixiaba después de correr del cuero durante 45 minutos. Y aquí entra Procopio. El entrenador lavaba la mente de los once cadistas, corregía los dos pequeños detalles que tenían al equipo contra las cuerdas (los laterales y la distancia con Natalio y Dani), y todo cambiaba.

Tardaban en salir, pero del vestuario surgía un equipo serio, comprometido, trabajador, rocoso y con argumentos ofensivos suficientes como para ganarle al líder. Después de tanto sacrificio, de agitar el árbol, había que recoger las nueces.

El Cádiz adelantaba sus líneas y las oportunidades se sucedían. Dani, con la portería entre ceja y ceja, se precipitaba con disparos lejanos. Natalio se dormía dentro del área. Enrique fallaba en el último pase. Pero todo esto era síntoma inequívoco de que el balón rondaba el área de Jacobo.

De la Cuesta no es traidor y avisaba con un testarazo que un defensa sacaba casi de debajo de la portería. El preludio del gol. Veinte minutos después, Kosowski lanzaba el córner, el colombiano remataba y en esta ocasión Dani, de la misma casa, la metía dentro peinándola con su pelada cabellera.

Un premio al trabajo, al sacrificio. Quedaba aguantar, pero el ansia de triunfo otorgaba alas a los futbolistas. Ganaba quien más lo necesitaba. Una victoria para esquivar definitivamente el descenso y pelear por un puesto digno. Balsámica, placentera, y dolorosa. Dolorosa por lo que pudo ser y no fue por una calamitosa temporada. Pero el fútbol no entiende de pasado, sólo vive el presente. El futuro está por escribir. Y Raúl lo sabe.

Bezares vio la décima

Juanjo Bezares no pudo disfrutar de una tarde completa. El linense cuajó una buena actuación pese a que desde los primeros minutos tuvo que jugar condicionado por una cartulina amarilla. Precisamente, esa amonestación le impedirá jugar el partido de la próxima jornada ante el Sporting. Es la décima tarjeta que ve esta temporada (quitando las dos que le costaron la expulsión en El Ejido), y por tanto tendrá que cumplir ciclo.

Un varapalo, justo ahora que se consolidaba en el once titular. Su sustituto será con casi total seguridad Andrés Fleurquin, que también salió del equipo por una sanción similar. El charrúa formará pareja con Miguel García.

jmaguilera@lavozdigital.es