La alcaldesa alza el botijo en presencia del arzobispo y el presidente de la Diputación
La alcaldesa alza el botijo en presencia del arzobispo y el presidente de la Diputación - l. revenga
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Miles de toledanos renuevan la tradición de beber del agua de la Virgen

La alcaldesa y el arzobispo de Toledo levantaron los típicos botijos en el día de la Patrona, la Virgen del Sagrario

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El día dedicado a la Virgen del Sagrario ha reunido este domingo bajo el templo primado a turistas y vecinos a partes iguales. La Misa Pontifical, presidida por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, ha congregado a las máximas autoridades de la ciudad. Mientras tanto, el claustro se llenaba poco a poco de vecinos y curiosos que comenzaban a beber, desde bien temprano, el agua de los botijos que contienen, según algunos, «agua milagrosa».

De hecho, ha sido este año, después de siete de parón en los que el beber de los botijos se hacía frente la puerta del Reloj con un calor sofocante y una muchedumbre concentrada, cuando por fin los toledanos han vuelto a disfrutar de esta costumbre en el claustro, tal y como manda la tradición.

La decisión ha sido muy bien acogida por parte de los asistentes. «Dejamos de venir cuando quitaron de aquí los botijos», ha explicado una vecina entre el gentío que bebía y disfrutaba de la mañana, «porque esta es la tradición».

Otros, sin embargo, no han dejado nunca de renovar la tradición de beber el refrecante líquido en el mes de agosto. «Vengo todos los años desde que tengo uso de razón», recordaba un señor frente a la catedral, «en mi casa, siempre fue una tradición».

Visita a la Virgen

En cuanto a la visita, prácticamente obligatoria, a la Virgen del Sagrario, las peticiones más repetidas y difundidas son la salud y el trabajo, «más aún en los tiempos en los que corren», admitía un señor mayor, quien asimismo aseguraba haber llevado a su nieta para que la costumbre familiar no se perdiera.

«Cada uno le pide lo que más necesita en ese momento», ha señalado una mujer en las inmediaciones del claustro. Otra, mucho más optimista, bromeaba sobre el asunto: «Todos los años pedimos algo, aunque siempre nos quedamos igual».

Por su parte, no faltaron quienes visitaron a la Virgen sin el objetivo de pedir ningún favor en concreto. «Yo no pido nada, lo que ella quiera darme», admitía una vecina mientras se aproximaba a la imagen de la patrona de la ciudad.

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