El arzobispo ordena en la catedral a siete nuevos sacerdotes y 16 diáconos

Con una catedral abarrotada de fieles y familiares, el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza, presidió en la mañana de este domingo desde el altar instalado en la Puerta de los Leones, donde se encuentra el órgano del Emperador, el sacramento del orden sacerdotal, en el que siete seminaristas fueron ordenados como tales y otros 16 como diáconos.

Los siete seminaristas que ayer tomaron sus hábitos como presbíteros, según informó a ABC el rector del Seminario Mayor «San Ildefonso» de Toledo, José María Anaya, son Alfredo Gómez-Caro García-Verdugo, Gerardo García Núñez, David Navarro Manich, Javier Sánchez-Mata Caballero, Lucas Pablo Prieto Sánchez, Josep Vives Gil e Ignacio Noriyasu Watanabe. Este último es un joven japonés convertido al cristianismo en España y formado en el Seminario Mayor toledano.

Además, a los siete nuevos sacerdotes con los que cuenta la Diócesis desde este domingo hay que sumar un joven del país africano de Burundi formado en Toledo que será ordenado presbítero en su país de origen. Esto refleja las estrechas relaciones de la Diócesis con estas zonas africanas a través de los misioneros.

Más ordenaciones

Además de los nuevos sacerdotes, en la ceremonia fueron ordenados diáconos otros 16 seminaristas, lo que supone incrementar la cifra del año pasado, en la que se ordenaron ocho. Eso supone una gran satisfacción para los máximos responsables de la diócesis en estos tiempos de crisis de vocaciones.

Los diáconos que recibieron su ordenación son Desiderio Julián Aparicio Muñoz, Ignacio de la Cal Aragón, Adrián Carpio Blázquez, José Díaz Peinado, Juan Ganuza Canals, Pablo María García de Blas Gómez, Damián González Mellado, Miguel Ángel Gutiérrez Molero, José Francisco León Carmona, Rodrigo Menéndez Piñar, David de Jesús Muñoz González, Jorge Muro Mingo, Daniel Novillo González, Alejandro Pérez Gómez, Luis Sánchez Chamorro y Luis Torrijos Silva.

Ritual especial

La ceremonia litúrgica celebrada ayer tuvo todo el boato propio de estas ocasiones. Hasta la homilía se sigue la liturgia habitual, momento en que a continuación el arzobispo, en este caso, presenta uno a uno a los seminaristas que van a ser ordenados. En ese instante se pregunta, primero a los diáconos, si están dispuestos a prometer los compromisos del ministerio, que son la obediencia, pobreza y celibato.

El rito continua, tras la exposición de las promesas, con una oración por parte del arzobispo y la imposición de sus manos para los diáconos, así como de las vestiduras y la recepción del Evangelio. En el caso de los sacerdotes, la imposición de manos es por parte del grupo de presbíteros presentes en la ceremonia, tras lo que se continúa con la oración de consagración, la imposición de la casulla y la estola, además de la entrega del cáliz y la patena, ya que desde ese precis instante ya pueden celebrar la eucaristía.