artes&letras castilla-la mancha

El entierro del Centenario

«Digamos, pues, adiós, a este Año Greco, pero no sepultemos cuantas cosas buenas hemos aprendido de él»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Concluye el año del Centenario. La ciudad de Toledo ha sido una gran fiesta cultural. Ha demostrado disponer de músculo suficiente para digerir las avalanchas de visitantes recibidos al imán de la extraordinaria programación preparada por la Fundación El Greco 2014, así como de diferentes entidades publicas y privadas que con otras numerosas actividades han contribuido a salpimentar las convocatorias oficiales. Sin duda, estos doce meses serán recordados durante mucho tiempo. Y lo serán para bien.

La celebración del tercer centenario del Greco, en 1914, fue un revulsivo para que el incipiente sector turístico y cultural de la ciudad comenzase un singular despegue. Según cálculos de Santiago Camarasa, uno de los grandes propagandistas de Toledo en el primer tercio del siglo XX, en 1909, un año antes de inaugurarse la Casa del Greco, visitaron Toledo un millar de turistas.

El 1913 esa cifra se elevaba a cuarenta mil y en 1925 se superaban los cien mil. Durante años, este popular Museo se ha mantenido como uno de los que tiene mayor afluencia de España. Cuando se conozcan las cifras totales de visitantes a la ciudad de Toledo en este año del IV Centenario se dispondrá de otro elemento más para certificar el éxito de esta convocatoria.

Bien, y llegado a este punto, ¿qué nos queda? Al margen de las satisfacciones y enriquecimientos espirituales de cuantas personas hemos disfrutado de las distintas exposiciones y actividades programadas, permanecen restauraciones de importantes cuadros del Greco, como «El Expolio», la reordenación de espacios expositivos, como la Sacristía de la Catedral Primada, o la posible reapertura al público de la Capilla de San José. También un destacado número de publicaciones que desde los más diferentes puntos de vista han contribuido a poner sobre la mesa nuevos argumentos para hacer una relectura del Greco y de su obra. En las próximas semanas, este acervo se incrementará con la aparición del número 6 de Archivo Secreto, editada por el Ayuntamiento de Toledo, que dedicará su parte monográfica a la figura de Theotocopoulos. También, la certeza de que con una planificada y estudiada estrategia pueden alcanzarse importantes hitos culturales y artísticos para dinamizar social y económicamente la ciudad, aunque algunos se hayan sumado más al reparto de beneficios que a aportar esfuerzos para conseguirlos. El Greco, como reclamo, es una potente marca que no debe ser sacada de paseo sólo cada cien años, máxime cuando a partir del próximo día uno de enero, Toledo continuará siendo la ciudad del mundo que mayor cantidad de cuadros del genial cretense conserva y expone públicamente.

En el momento de este adiós, traigo a estas páginas el cuadro «El Entierro de la Pintura», obra con la que el pintor Sigfrido Martín Begué rindió su particular homenaje al Greco. Esta artista, uno de los iconos creativos de la «movida» madrileña y que durante años fue profesor de dibujo en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Castilla-La Mancha en Cuenca, falleció a finales del año 2010 cuando apenas contaba 51 años. Su obra conceptual, perfecta simbiosis de clasicismo en las formas y trasgresión en los contenidos, bien puede ser considerada una acertada metáfora del final de este Centenario y un canto a la modernidad de Domenico Theotocopoulos, aquel cretense errante a quien «Dios -según escribió Gregorio Prieto sobre uno de sus dibujos alegóricos al pintor- le dio pinceles de Ala Arcangélica». Digamos, pues, adiós a este Año Greco, pero no sepultemos cuantas cosas buenas hemos aprendido en él.

Ver los comentarios