Toledo, una Semana Santa inimitable

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Que la Semana Santa de Toledo es una de las más bonitas de España, no tiene discusión. El escenario es singular, las imágenes, únicas; el ambiente religioso, inimitable; y el público, muy respetuoso y numeroso.

La declaración que le confiere el carácter internacional a esta Semana Santa toledana le da, si cabe, un plus a una representación de la Pasión de Cristo que es muy difícil de igualar.

La luz que desprende una vela por las tortuosas calles del casco viejo de la capital regional puede dibujar una escena irrepetible, resaltando un rosario en la mano de una de mujer vestida de negro que desfila en medio de un silencio sobrecogedor.

Pero aún es más imponente la proyección de un cristo con la cruz a cuestas sobre la fachada de la catedral primada, mientras que el capataz dirige el paso camino de la cuesta del Arco de Palacio en mitad de la noche.

Y al caer la tarde, las nubes intentan impedir que el sol brille en algunas procesiones, pero el astro logra, a duras penas, alumbrar el sigiloso deambular del cristo crucificado mientras una mujer aguanta una lágrima al paso de la imagen. No es para menos. La Semana Santa de Toledo conmueve.

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