Jaume Palou

Mi quebradero de cabeza para montar una «startup»

«Tan solo el 15% de las startups logran salir adelante y posicionarse en un mercado competitivo», reflexiona el autor, quien relata en primera persona los obstáculos para montar un proyecto en España

JAUME PALOU*

En España se ha producido un incremento del 20% en la creación de startups respecto al año anterior, claro síntoma de que nos encontramos ante un entorno en pleno auge y desarrollo. No obstante, tras la aparente imagen de sector al alza, se encuentra un dato desolador: tan solo el 15% de las startups logran salir adelante y posicionarse en un mercado competitivo. Un hecho descorazonador derivado de la situación del mercado español y de la cuna de todo progreso: la educación.

El principal estrago a la hora de crear una startup es, sin duda, la falta de formación. El proceso formativo no contempla, todavía, crear asignaturas concretas fomentando el espíritu emprendedor, una situación entristecedora si atendemos a que más del 90% del tejido productivo empresarial español está constituido por pymes y autónomos. ¿La causa de que no se fomenten este tipo de soft skills? Muy probablemente debido a que el ámbito educativo es una estructura que apenas cuenta con experiencia emprendedora.

Sin una base educativa sólida, las startups están siendo zancadilleadas continuamente a causa del éxito de una nueva burbuja: la de las aplicaciones. La alta probabilidad de lograr beneficios a corto plazo y con bajos costes de desarrollo hace de este producto una suculenta inversión… En detrimento de ideas con mucho mayor recorrido y potencial, verdaderamente representativas de proyectos de emprendimiento, es decir, con un fin contributivo de cara a la sociedad.

Es aquí donde surge la otra gran barrera con la que se topa un emprendedor: la financiación. Las entidades bancarias, al igual que los pequeños fondos de inversión y los Business Angels, se están decantando exclusivamente por proyectos cortoplacistas –como las apps- y, en caso de involucrase en un proyecto de mayor desarrollo, la inversión suele ser mínima, incapaz de costear una parte nuclear del proyecto.

Así, los emprendedores se ven obligados a destinar más del 60% de su tiempo a la captación de fondos y la gestión de costes, lo que provoca un serio problema de eficiencia, dado que se ven en una situación en la que no son capaces de focalizar su tiempo y atención en el desarrollo del proyecto.

En mi caso, la respuesta que he encontrado a este panorama con TBIOM son las plataformas de «crowdfunding», la solución idónea para superar las barreras que me he ido encontrando en el proceso. Se trata de estructuras efectivas y solventes que ayudan a «superar» los riesgos dividiéndolos entre varias personas, muchos inversores de pequeñas cantidades, que encuentran su motivación principalmente en el beneficio social que generan.

Sin embargo, estas formas de financiación alternativas utilísimas no son suficiente para barrer todas las trabas con las que nos encontramos los emprendedores para lanzar un proyecto competitivo al mercado español e internacional. Debemos seguir trabajando, empezando por la cuna de la sociedad: la educación.

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