Papa Francisco: Para salir de la crisis «los vértices de la sociedad deben respetar los niveles intermedios o menores»

Advierte que «se escucha más a las grandes compañías farmacéuticas que a los trabajadores sanitarios»

El Papa Francisco, este miércoles EFE
Juan Vicente Boo

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En su análisis sobre soluciones a «una crisis sanitaria y al mismo tiempo social, política y económica», el papa Francisco ha señalado este miércoles que «los vértices de la sociedad d eben respetar y promover los niveles intermedios o menores », promoviendo su actuación en lugar de ahogarlos o suplantarlos en un estatalismo paralizante.

Como horizonte histórico, Francisco ha recordado a los quinientos participantes en la audiencia general que «después de la Gran Depresión económica de 1929, el Papa Pío XI explicó la importancia del principio de subsidiariedad para una verdadera reconstrucción».

Volviendo a la cuádruple crisis actual, el Papa ha insistido en que la participación «de las familias, las asociaciones, las cooperativas, las pequeñas empresas y las expresiones de la sociedad civil » ayudan «a prevenir y corregir ciertos aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados. Estas contribuciones ‘desde abajo’ deben ser incentivadas».

En ese cuadro, Francisco ha lamentado que demasiadas veces «se escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a los movimientos sociales».

Del mismo modo, «se escucha más a las grandes compañías farmacéuticas que a los trabajadores sanitarios, comprometidos en primera línea en los hospitales o en los campos de refugiados. Este no es el buen camino».

Con toda claridad ha dicho que sin respetar los cuerpos intermedios y el principio de subsidiariedad «no se puede salir de la crisis o, en cualquier caso, no se puede salir mejores».

En tono muy realista, el Papa ha exhortado a «no intentar reconstruir el pasado, especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo. El pasado se acabó; nos esperan cosas nuevas. Construyamos un futuro donde la dimensión local y la global se enriquezcan mutuamente».

Como cada miércoles, el Santo Padre ha saludado durante más de un cuarto de hora a las personas que se agolpaban en las barreras del pasillo central en el patio de San Dámaso.

Corre un riesgo evidente, pues muchas personas no se tapan la nariz con la mascarilla o insisten en darle la mano. Por otra parte, Francisco acepta encantado libros, pasteles o pequeños regalos que toma personalmente antes de pasárselos a sus ayudantes.

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