La práctica totalidad de los menores de 18 años tienen acceso cotidiano al móvil

Niños de familias atendidas por Cáritas pasan más de seis horas diarias en las redes sociales

Un informe de la organización eclesial alerta del uso abusivo de pantallas en entornos de vulnerabilidad social

Los menores de 14 tuvieron su primer teléfono a los diez años y medio Fotolia

José Ramón Navarro Pareja

Todos los adolescentes tienen acceso al móvil; los menores de 14 tuvieron su primer teléfono a los diez años y medio; las chicas pierden más el tiempo en las redes sociales y los chicos con los videojuegos; la mayor parte de las familias no sabe cómo gestionar el uso que sus hijos hacen de las pantallas; y un bajo nivel social y educativo favorece el uso abusivo de los dispositivos son algunas de las conclusiones del estudio que ha presentado hoy Cáritas sobre « el impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social «.

De acuerdo al trabajo, la práctica totalidad de los adolescentes (más del 99%) de familias acompañadas por Cáritas tienen un contacto cotidiano con las pantallas. Y aunque, sobre todo después del Covid, una gran mayoría de ellos (el 93%) las utiliza para realizar tareas o estudiar, la mayor parte del tiempo que pasan pegados a una pantalla lo dedican a las redes sociales y los videojuegos , dos de las actividades que pueden producir una mayor adicción.

Es aquí donde se perciben una mayor diferencia en función del sexo. Aunque la mayoría de los adolescentes (un 66%) dedica más de una hora diaria a consultar sus redes sociales, y de ellos, más de la mitad (el 30% del total) llegan a estar más de tres horas, es en las chicas donde este problema se agudiza. La mitad de las adolescentes pasan más de 4 horas diarias en las redes sociales . El porcentaje de usuarios de más de cuatro horas, se reduce hasta un tercio en el caso de los chicos.

Sin embargo, en el uso de videojuegos, son los jóvenes quienes dedican más tiempo y tienen un mayor riesgo de convertirlo en una adicción. Sólo el 6% de los chicos no juega nunca a videojuegos , frente al 43% de las chicas, que no invierten ni un minuto en este entretenimiento. Así, de los chicos, el 42% juega algún día de la semana y el 33% a diario.

“El análisis de estos datos despierta una doble alerta: por un lado, el acceso cada vez más temprano a las pantallas y por otro, que la mayoría de las aplicaciones, redes o páginas donde se abren perfiles son para mayores de 16 años, un aspecto de especial relevancia para enfocar la educación que debe darse desde la infancia sobre el uso responsable de los móviles”, ha señalado Daniel Rodríguez, del Equipo de Estudios de Cáritas Española.

El estudio también ha comprobado que el acceso a un teléfono propio se ha adelantado en los últimos años. De hecho, los mayores de 14 años confirman que se iniciaron con las pantallas a una edad media de 11,7 años. Pero los menores de 14 años (el estudio se ha realizado con jóvenes de entre 12 y 17 años), confiesan que la edad media con la que contaron con su primer dispositivo fue a los 10,5 años , es decir, algo más de un año antes.

El estudio establece una diferencia entre el tiempo de uso abusivo y sus efectos, la adicción. Así, un consumo de más de seis horas diarias (sea cual sea su uso) es considerado como tiempo abusivo, mientras que define el riesgo de de uso adictivo «cuando se genera un efecto de dependencia hacia las pantallas, que termina interfiriendo de forma negativa en la vida cotidiana». En este sentido, el estudio arroja que el riesgo de uso adictivo entre la adolescencia acompañada por Cáritas, el 19,1%, es muy similar al del total de la población española (un 20% de los jóvenes entre 14 y 18 años). Un dato que es muy preocupante para Cáritas, pues sitúa a «uno de cada cinco adolescentes en una conducta que podría ser considerada como de riesgo de uso adictivo«.

Según este estudio, el riesgo de conductas adictivas se agudiza en los hogares más desestructurados , «con mayores dificultades de relación entre sus miembros», y asciende hasta el 23,8%. Además, en aquellos adolescentes que no realizan actividades de ocio saludable, el porcentaje de conductas adictivas, alcanza el 25,8%.

Es en el trastorno por el uso excesivo de los videojuegos donde la adolescencia acompañada por Cáritas se muestra más afectada que la del conjunto de la población juvenil española. En concreto, con un 12,5% frente al 6%, respectivamente. Aquí la diferencia entre sexos es muy significativa, puesto que el posible trastorno por el uso de videojuegos en varones (21%) cuadriplica al de las chicas (4,9%). La variable género se convierte en un elemento diferencial en el uso que hacen de la tecnología móvil. Para las chicas, las redes sociales suponen una forma de buscar la «aprobación y el reconocimiento a través de la exposición de su imagen y de su vida», mientras que para los chicos «es una manera de pasar el tiempo de una forma pasiva», sostiene el informe.

Una diferencias que también se aprecian en cuanto a las normas. Los chicos hablan de una mayor «facilidad para saltarse las normas», mientras que las familias mantienen «la protección de las hijas, y se confiere más libertad a los hijos en torno al acceso y a las normas en el uso de pantallas», recoge el estudio. Preguntados los adolescentes sobre la percepción que tienen del uso que hace el otro sexo, « los chicos creen que las chicas lo usan para exponerse y buscar novio , mientras que ellas creen de sí mismas que lo usan más para auto entretenimiento y auto exposición«.

El estudio aporta una curiosa discrepancia en la diferente percepción que progenitores e hijos tienen de las normas familiares sobre el uso de las pantallas. Así, cerca de la mitad de los adolecentes acompañados por Cáritas afirman que «no tienen normas ni sobre el horario de uso (un 45%) ni sobre las RRSS que pueden o no utilizar (el 56%)» . Sin embargo, ante la misma pregunta realizada a las familias, sólo un tercio de los adultos coincide en la idea de que no hay normas en su hogar con respeto al tiempo de uso y las redes sociales permitidas.

Aprendizaje vicario

Según el informe de Cáritas, la gestión del uso de pantallas es todavía un elemento relativamente nuevo para las familias, que «van aprendiendo, en el día y a día y con el propio uso», como gestionarlo. Además, se identifica como una fuente de conflicto en el seno de la familia. De hecho el 47,9% de los adolescentes afirma que en algún momento «les han quitado el móvil por su uso inadecuado» . en ese aprendizaje, el modelo de los adultos no es ejemplar. De hecho, para casi un tercio de los adolescentes (el 31%) de familias vulnerables sus padres o madres hacen «un uso no adecuado de las pantallas». Cáritas recuerda que «este aprendizaje vicario -el que se produce por la observación del comportamiento en la familia- aparece recurrentemente en el discurso de la adolescencia».

A pesar de ello, son muy pocas las familias (solo el 15%) que utilizan alguna herramienta digital de control parental para gestionar y supervisar el uso de los móviles de sus hijos. De esta forma, el 53% de las familias «asumen que les resulta difícil gestionar el uso de las pantallas» y un 18% dicen «sentirse desorientados y necesitar apoyo para la educación de sus hijos en ese sentido», destaca el informe.

Aunque la pandemia ha acelerado el uso educativo de las pantallas y las ha convertido en «instrumentos esenciales para seguir las clases y mantener la comunicación con el profesorado», su uso abusivo también tiene una repercusión directa en el ámbito escolar. En concreto, el absentism o , que afecta a un 18% de los adolescentes, se ve incrementado hasta un 23% en aquellos que tienen un «uso adictivo» y hasta el 28% en los que las utilizan de forma abusiva . Además también afecta al rendimiento escolar. así, si el 44% de la adolescencia acompañada por Cáritas ha tenido tres o más asignaturas suspendidas, «ese porcentaje se eleva hasta el 49% cuando hay un uso superior a seis horas diarias y hasta el 60% cuando hay un uso adictivo», señala el estudio.

La ausencia de formación académica en los padres también está relacionada directamente con el uso de pantallas en los jóvenes. «La tasa de adolescentes que consumen más de 6 horas diarias en las RRSS entre aquellos hogares donde ninguno de los progenitores cuenta con estudios obligatorios duplican la tasa del conjunto de la adolescencia atendida por Cáritas«, destaca el informe. En esta situación se encuentran el 36% de los jóvenes. Un ejemplo de la influencia del uso de pantallas en la «Transmisión Intergeneracional de la Pobreza» . También la calidad del tiempo compartido en familia incide en el abuso. Así en aquellas familias que consideran que el tiempo que pasan junto a sus hijos no es de calidad, el uso adictivo de los dispositivos sube hasta el 34,1%.

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