La ley de protección animal despierta recelos jurídicos entre los dueños

La inconcreción de algunos artículos y de cómo se aplicarán hacen temer un calvario para los propietarios

El mundo rural y el sector cinegético critican que el texto no tiene en cuenta la particularidad de la vida en el campo

Francisco Plaza y su perro pastor 'Pardo', en una foto de archivo Efe / Vídeo: Belarra reivindica una ley de derechos de animales «a la altura de la sociedad» - EUROPA PRESS

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Felipe Vegue lleva toda la vida criando a sus propios perros . Es rehalero, presidente de una de las asociaciones que los representan, Arrecal, y dedica su tiempo y esfuerzo a seleccionar y criar a los mejores ejemplares para crear un buen equipo de canes para la caza de montería. Viven en fincas, y su realidad es muy diferente a la de las mascotas de ciudad. Por ello, no quiere ni oír hablar de esterilización de animales o de reglas que sancionan dejar sin supervisión a los perros más de 24 horas, como contempla el anteproyecto de ley de Protección y Derechos de los Animales que ha presentado el Ministerio de Derechos Sociales . Su impresión, defiende Vegue, es que el texto ha sido redactado desde el desconocimiento del mundo rural, en vista de algunas de las propuestas que contiene. Para otras voces, como la del responsable del departamento jurídico de Artemisan, Jorge Bernad, el texto, tal y como está redactado hoy, crea inseguridad jurídica . «Hay artículos que si se aplicaran de forma radical, serían imposibles de cumplir» o de verificar, asegura, aunque aún puede ser modificado durante su tramitación y su desarrollo en diferentes reglamentos.

En lo que coinciden la mayoría de las voces consultadas es en que el anteproyecto se olvida por completo de ganaderos, de cazadores o de la vida en los pueblos , en los que la norma impacta de forma directa, aunque también afecta a hábitos comunes en la ciudad. « Al perro de un pastor no le puedes meter en casa, es imposible », dice Bernad, también socio-director del despacho Bernad Abogados & Asociados. Tras una primera lectura del anteproyecto, detecta que no se hace distinción sobre las especies de caza, ni sobre la realidad de otros animales domésticos que no sean perros o gatos. Sería el caso, por ejemplo, de aquellas casas en las que haya un pájaro en la terraza , una práctica que quedaría prohibida, ya que el borrador veta «mantener de forma permanente a los animales en terrazas, balcones, azoteas, trasteros, sótanos, patios y similares» sin mayor diferenciación.

Lo mismo ocurre con la prohibición de dejar a los perros más de 24 horas sin supervisión . «Choca con los estilos de vida que hay en el campo», reconoce José Miguel Doval, directivo de la Real Sociedad Canina de España (RSCE), que no obstante apunta a que lo ideal es que los perros estén siempre acompañados. ¿Pero cómo comprobarlo? « No sabemos cómo lo articularán, entendemos que bajo denuncia ». Algo que, en algunos ámbitos, puede dar alas a las rencillas personales.

«Cualquier loca de los gatos te puede denunciar», critica Vegue, que también se pregunta cómo se llevaría a cabo ese control: «¿ Te van a poner un localizador en el tobillo ?». En cualquier caso, dice, es imposible tratar igual a cuarenta perros que a uno.

Un requisito que tampoco responde a la realidad de los ganaderos , valoran desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), en donde afirman que los perros que viven en el campo lo hacen «maravillosamente», independientemente de que duerman o no dentro de una casa. Por ello, contemplan pedir al Ministerio que se desgrane la realidad de estos animales en el medio rural, como es el caso de los collares de pincho, que veta también la normativa y que en el campo se utilizan para proteger a los perros del ataque de los lobos.

En otros casos, Bernad también apunta a un posible conflicto de competencias . Sería en la práctica de la caza, ya que está transferida a las comunidades. E, incluso, cuando sin mayor distinción, se contempla como falta muy grave, con sanciones de hasta 600.000 euros, « matar a un animal o causarle secuelas permanentes de forma intencionada», al experto le suscita la duda sobre en qué situación queda la actividad cinegética.

La norma también podría chocar con la normativa que regula los muladares, zonas de alimentación de aves rapaces en donde se depositan cadáveres de explotaciones ganaderas cercanas y que se están utilizando para recuperar la población de estas aves en España. «Hay que excluir a los animales silvestres. No hacer un ‘totum revolutum’» , dice Bernad.

Para Doval es positivo el intento de armonización de las actuales legislaciones autonómicas sobre bienestar animal que se desprende del anteproyecto, pero vaticina problemas. «Cuando esto llegue al trámite parlamentario habrá que ver», especialmente, la postura de las comunidades.

Sin embargo, uno de los puntos más polémicos es el que atañe a la esterilización de los animales en algunos supuestos. Se aplicará a los animales domésticos que tengan acceso al exterior de las viviendas sin supervisión, o si conviven animales que puedan procrear, en un intento de evitar su reproducción incontrolada, uno de los principales motivos de abandono, según defiende el Gobierno. «Introducir la esterilización de forma forzosa no es lo más adecuado », asegura Doval, quien prefiere apostar por la educación y defiende que las consecuencias para la salud de esta medida en perros o gatos pueden ser más negativas que beneficiosas y que además puede conllevar un riesgo para la diversidad genética en algunas razas españolas que aún están en recuperación.

Para Vegue «es un negocio encubierto. Hasta ahora la cría quedaba en el ámbito familiar», critica.

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