José Francisco Serrano Oceja

El laicismo de Pedro Sánchez

¿Se va a reducir el espacio de la Iglesia y el aire que respira?

José Francisco Serrano Oceja

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La imagen de moderación del gobierno de Pedro Sánchez es epidérmica por televisiva. No va a defraudar a los suyos en la agenda de las que llaman políticas sociales. Le salen gratis, arman mucho ruido, debilitan al opositor y cuentan con el apoyo de Podemos y los nacionalistas radicales. Visto lo visto con los ministros de las palabras bonitas, estamos ante un gobierno esquinado antropológicamente: eutanasia, ley LGTBI que afecta a la educación y a la sanidad, cambios en la enseñanza de la religión, problemas de hecho en la educación diferenciada dentro del sistema de conciertos, eliminación de símbolos religiosos, un réquiem por el Valle de los Caídos, la resucitada Memoria histórica, un nuevo embajador ante la Santa Sede y la mutación de los Acuerdos Iglesia-Estado hacia una nueva ley de libertad religiosa y de conciencia, etc.

La pregunta no es solo cuándo Pedro Sánchez, de quien conocemos su ateísmo confeso, introducirá esta agenda. ¿Cuál va a ser la actitud de la Iglesia, de los obispos y del ausente sujeto laical? Lo que también está en juego es la libertad de la Iglesia. Al final de la legislatura, ¿será la Iglesia más libre a la hora de actuar, de ejercer su misión en la sociedad? ¿Se hace justicia con la Iglesia católica equiparándola a la práctica del Islam? O, por el contrario, se va a reducir su espacio y el aire que respira. El diálogo es tan necesario como la obligación de clarificar la conciencia y ofrecer unos criterios adecuados ante el cambio social. Sobre el trabajo con los pobres no va a ver problemas. Habrá, incluso, benditas coincidencias que harán las delicias de algunos eclesiásticos. Los problemas vendrán en las políticas que afectan a la comprensión de la persona y sus relaciones sociales . Y también en los aspectos mixtos de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. No se trata de buscar la confrontación, ni el conflicto. Hanna Arendt, en un momento delicado de la historia, afirmó que cuando veía a los que estaban en el otro lado, sabía cuál era el suyo. Simplemente.

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