José Francisco Serrano Oceja

Los jóvenes y la Iglesia

Resulta paradójico que los religiosos sean titulares de centros educativos en los que se educan muchos jóvenes y estos no se sientan algo más que interpelados por el modo de vida de sus profesores

José Francisco Serrano Oceja

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Los religiosos españoles están ya en estado de Sínodo . Lo demuestra la reciente Asamblea de la CONFER (Confederación Española de Religiosos) y el Congreso Internacional que los salesianos han celebrado hace unos días, en Madrid, sobre la familia y los jóvenes. Ambos, preparatorios de la próxima reunión del Sínodo de obispos de octubre de 2018 , que tiene como tema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional».

El arzobispo responsable de la Congregación vaticana para los religiosos, Fray José Rodríguez Carballo, hizo una curiosa afirmación en su ponencia a la CONFER: «Es significativo a este respecto como las JMJ son muy concurridas, pero nuestros noviciados, lo mismo que los seminarios, siguen vacíos». No estaría de más saber cuántos jóvenes, que participaron en una Jornada Mundial de la Juventud, han entrado en un seminario o en un noviciado y qué papel jugó en su decisión ese encuentro con el Papa.

La pregunta de fondo sigue siendo si la vida religiosa es atractiva. Resulta paradójico el hecho de que los religiosos sean titulares de centros educativos en los que se educa una no desdeñable cantidad de jóvenes y estos no se sientan algo más que interpelados por el modo de vida de sus profesores y maestros. Hay quien afirma que es una cuestión de lenguaje. No solo. Aunque vivimos en una cultura de lo «provisional», los jóvenes valoran la autenticidad en las relaciones personales y expresan una inquietud permanente por encontrar modelos ejemplares.

El sociólogo Bryan S. Turner advirtió hace mucho de los riesgos de un «cristianismo de baja intensidad» en el que se habían reducido al máximo las formas objetivas de vida cristiana. Es como decir que se sustituía la fe por una emoción subjetiva o por una propuesta de valores. El discurso de lo valores es necesario, –quizá sería más completo el de las virtudes-, pero no parece suficiente. Quizá haya que recordar lo que proponía don Bosco a los suyos. La clave está en el Sistema Preventivo, una verdadera espiritualidad que une a educadores y jóvenes en el mismo camino de santidad, que es pasión por el Evangelio.

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