La Iglesia de Portugal anuncia en Fátima «una comisión nacional contra los abusos sexuales»

La medida levanta los elogios por su transparencia en el epicentro del fervor religioso en el país vecino

El Santuario de Fátima EFE
Francisco Chacón

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Si hay un emblema religioso mundial desde el corazón de Portugal, ese es Fátima, uno de los santuarios más míticos de Europa porque se conmemoran las apariciones de la Virgen en 1916. Y ahí, en el epicentro del fervor que sirve de consuelo a miles de ciudadanos lusos, la Iglesia del país vecino ha anunciado una comisión nacional que investigue «los abusos sexuales contra menores y adultos vulnerables », en clara referencia a los posibles casos que salgan a la luz relacionados con jóvenes que presentan algún tipo de discapacidad.

Es la manera más diáfana de desterrar la sombra de cualquier duda que ha encontrado la Conferencia Episcopal. Y no, no es que Portugal haya destacado como feudo especialmente afectado por este tipo de denuncias.

Solo que el presidente de la conferencia de obispos, José Ornelas, ha impulsado semejante actitud con el objetivo de que se difunda ante el mundo el valiente «No tenemos miedo».

Además, «acompañar a las víctimas» constituye otra de las metas apuntadas en el acuerdo alcanzado como conclusión pactada después de una reunión en Fátima.

Allí, en este lugar de peregrinación tan legendario, avanzó Ornelas de forma rotunda: «Queremos que esta comisión llegue hasta el fondo del asunto ». Es la suya, por tanto, una de las voces más contundentes que se han alzado desde dentro de la Iglesia para poner en la picota la ola de sospechas que se extiende desde el Vaticano hasta todos los rincones del continente.

«Vamos a lanzar una investigación profunda e independiente », ha dicho José Ornelas, ya que es la forma más nítida de que se despejen todas las posibles incógnitas al respecto. «No tenemos nada que esconder», agrega este representante eclesiástico con galones de sobra para hablar así.

En consecuencia, no se eluden las responsabilidades derivadas del silencio o de la inacción, que sin embargo sí se manifiestan en otras naciones.

Con todo, muchos portugueses se sienten incómodos ante una iniciativa de estas características. Esta actitud

es el colofón un año difícil, pues la pandemia del coronavirus obligó a Fátima a instaurar la distancia social y la mascarilla como garantía para quien pretenda ejercer de visitante.

Lo que está claro es que las misas retransmitidas por televisión desde el Santuario han funcionado como un bálsamo psicológico para muchos espectadores que conectaban a través de la Radiotelevisión Pública de Portugal.

Las diócesis lusas miran siempre a Fátima como un modelo y, por eso, todo esto redunda en la buena imagen del enclave.

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