Francisco: «Las mujeres no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo»

Un millón trescientas mil personas asisten a la misa en Bogotá

Francisco durante su encuentro con el comité directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) EFE

JUAN VICENTE BOO

En un incisivo discurso al comité directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y representantes de las 22 conferencias episcopales, el Papa Francisco ha subrayado el jueves la importancia de contar mucho más con los jóvenes, las mujeres y los laicos en las actividades de evangelización.

El Santo Padre ha recordado a los 124 obispos, entre los que se encontraban cinco procedentes de Venezuela, que «es un serio deber comprender, respetar, valorizar y promover la fuerza eclesial y social de cuanto realizan las mujeres».

Y para que no quedase ninguna duda ha añadido una pequeña reprimenda a algunos obispos y sacerdotes: las mujeres «no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo».

Invitando a reconocer el mérito de muchas mujeres a las que se presta poca atención ha especificado: «Pienso en las madres indígenas o morenas, pienso en las mujeres de la ciudad con su triple turno de trabajo, pienso en las abuelas catequistas, pienso en las consagradas y en las tan discretas artesanas del bien. Sin las mujeres, la Iglesia de América perdería la fuerza de renacer continuamente».

Después del encuentro con los representantes de todos los obispos latinoamericanos, el Papa ha concluido su primera jornada completa en Colombia celebrando la misa para un millón trescientas mil personas en el Parque Simón Bolívar, donde fue recibido por seis niños discapacitados.

En su homilía, Francisco ha denunciado «las tinieblas de la falta de respeto por la vida humana, que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo».

Era una alusión a la violencia tan visible de los narcos, guerrilleros y terroristas, pero también se ha referido a otra menos espectacular cuando ha invitado a «cuidar la vida humana, particularmente cuando es más frágil y vulnerable: en el seno materno, en la infancia, en la vejez, en las condiciones de discapacidad y en las situaciones de marginación social».

El Santo Padre vuela el viernes a Villavicencio para presidir el gran encuentro de reconciliación nacional y beatificar a dos mártires: un obispo asesinado en 1989 por el grupo guerrillero ELN y un sacerdote víctima de la tremenda violencia política desatada en 1948.

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