La crisis se ha ido, la pobreza se ha quedado

El Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida, que entrega, cada año, la radiografía de la pobreza y la exclusión social en España. Los datos este año experimentan una mejoría con respecto a 2016, la tasa de pobreza y exclusión (tasa AROPE por sus siglas en inglés) alcanzaba al 27,9% de la población en 2016. En 2017, al 26,6%. Esta mejoría era esperable –además de esperada- y, por cierto, es una buena noticia.

Pero no debemos olvidar que mejorar no es igual que estar bien. Si a un enfermo le baja un grado la fiebre, debemos valorar positivamente la mejoría. Pero si antes estaba en 40º, y ahora el 39º, no sería razonable declararlo sano. De la misma manera, aunque la tasa de pobreza y exclusión en España ha mejorado, aún es demasiado alta para ser aceptable.

Esta pobreza se reparte de forma desigual entre los grupos de edad: sufren con mayor intensidad la pobreza los jóvenes (34,8% están en riesgo de pobreza y exclusión en el año 2017) y en segundo lugar los niños: el 31,3%, 2.610.370 niños y niñas que están en riesgo de pobreza o exclusión social en España. Afecta con mayor intensidad a los hogares con hijos, en especial aquellos en los que hay solo un adulto a cargo de uno o más niños. Un 47,9% de estos hogares están en riesgo de pobreza y exclusión.

Otro de los datos interesantes que nos deja la Encuesta de Condiciones de Vida es el aumento del riesgo de pobreza y exclusión en los mayores de 65 años en dos puntos porcentuales (ha pasado del 14,4% en 20146 al 16, 4% en 2017), aunque afecta de manera especial a las mujeres mayores, cuya tasa de riesgo de pobreza y exclusión alcanza al 17,8%, más alta que la de sus compañeros varones, 14,5%.

Deberemos poner atención al aumento de la pobreza en los mayores. Pero no debemos olvidar que la pobreza de niños y jóvenes es a día de hoy uno de los grandes retos de España , no sólo por su extensión, sino también por la gravedad de sus consecuencias; crecer en pobreza afecta no sólo su situación presente, sino que también repercutirá sobre su futuro: a la posibilidad de acabar estudios con éxito, a participar en el mercado laboral, va a afectar a su salud en el largo plazo. Afecta a su presente y a su futuro, pero también al nuestro. En la situación de estos niños se juega no sólo la sociedad que somos, sino también la que seremos.

* Gabriela Jorquera Rojas es técnico en políticas de infancia, pobreza y exclusión social. Save de Children.