Imagen del chaleco anticoronavirus Schwarzmüller

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Los nuevos protocolos de seguridad laboral sanitaria están obligando a las empresas de todo el mundo a activar su imaginación. La redistribución de espacios y la instalación de mamparas ayuda a garantizar la seguridad de los trabajadores que ocupan un puesto fijo, pero los que se mueven sin cesar durante su actividad siguen a menudo desprotegidos. Por eso este chaleco anticoronavirus está triunfando en Alemania. Se trata de un chaleco reflectante que se enciende, pita y vibra si dos trabajadores se acercan a menos del metro y medio de distancia de seguridad establecido por las autoridades alemanas. Advertido por el chaleco, el propio trabajador es el que se encarga de alejarse de su compañero.

Una de las primeras empresas en probarlos ha sido el fabricante austriaco de vehículos de carga Schwarzmüller, cuyo CEO , Roland Hartwig, explica que «a medida que avanzaba la desescalada, el gobierno ha sido muy claro al insistir en que la distancia de seguridad es ahora la herramienta principal para mantener los contagios a raya y nos exponíamos a que, si hay positivos entre nuestros trabajadores, vernos obligados a parar la actividad. Por eso hemos centrado nuestra estrategia en estos chalecos», que los trabajadores han aceptado con satisfacción.

Schwarzmüller tiene su sede en Freinberg bei Schärding, pero los chalecos se fabrican muy lejos de esta idílica región de Austria. La empresa alemana Linde Material Handling, confiliales también en Polonia, Hungría, República Checa e Italia, es la que ha tenido la idea de proveer a sus clientes con este producto diseñado expresamente para la crisis Covid-19. Los chalecos pesan unos 300 gramos y su batería tiene capacidad para un turno completo de trabajo de unas ocho horas. Peter Markschläger, portavoz de Linde Austria, explica que esta tecnología proviene de un sistema aplicado en vehículos de transporte en centros de logística o en grandes obras de construcción, que sirve para evitar atropellos, al advertir tanto al conductor como al peatón que se están acercando uno al otro. «A través de una señal de ultra banda ancha de 4 gigahercios aseguramos que los chalecos siempre se mantengan conectados sin interferencias con otros sistemas», dice, convencido de que este sistema es mucho más práctico y eficaz que las conexiones vía internet inalámbrico o bluethooth, ya que son menos estables y exactas en un entorno industrial.

Markschläger no se atreve a predecir si muy pronto llevaremos los viandantes particulares chalecos como estos, para evitar los acercamientos indeseados en los pasillos del supermercado o los pasos de cebra, pero no cabe duda de que se trata de un dispositivo auténticamente anónimo, que preserva nuestra intimidad y nuestra libertad en mucha mayor medida que las aplicaciones de móviles de las que Google y Apple están empezando ya a sacar tajada en términos de big data.

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