Actualizar las vacunas

La situación epidemiológica muestra la necesidad urgente de renovar las fórmulas frente a esta pandemia, porque no impiden el contagio y porque las variantes del SARS-CoV-2 que han ido surgiendo parecen reducir sus efectos preventivos

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Fue un éxito desarrollar vacunas contra el Covid en tiempo récord. Los beneficios son obvios: reducir la gravedad de la infección, disminuir notablemente la hospitalización y salvar vidas. Sin embargo, la situación epidemiológica muestra la necesidad urgente de actualizar las vacunas en uso frente a esta pandemia. Primero, porque no impiden el contagio y por tanto la circulación del virus, y segundo porque las variantes del SARS-CoV-2 que han ido surgiendo parecen reducir sus efectos preventivos.

Utilizamos cuatro vacunas, todas introducen en nuestras células información genética (en forma de ARN mensajero o de gen en vector vírico) para que sean ellas las que sinteticen la proteína S, que será reconocida como extraña activando la respuesta inmunitaria (en forma de anticuerpos y de linfocitos T contra el virus). Todas nos inmunizan frente a la proteína S del virus surgido en Wuhan, pero las variantes han incorporado modificaciones importantes en esta proteína, que les permiten escapar parcialmente a las defensas inducidas por el virus original.

En avanzado estado de desarrollo hay vacunas que utilizan el propio antígeno, es decir, la proteína S o sus fragmentos, junto con coadyuvantes de mucha calidad. Sería una estrategia vacunal más clásica que tal vez mejore los resultados.

Además, tanto las vacunas de información genética como las de antígeno pueden adaptarse a inmunizar también contra las variantes del virus, en la cuales destacan los cambios en la proteína S.

La última variante, Ómicron, y su rapidísima expansión (en España supone ya más del 50% de los casos), demanda nuevas interpretaciones acerca de la evolución del virus. Aparte de que pueda responder a la lógica de que un patógeno se desarrolla mejor si se transmite con mayor rapidez, al tiempo que causa infección más leve, el riesgo de nuevas variantes persiste. La posibilidad de prosperar de una nueva variante se basa en su mayor facilidad de contagio, junto con la superación de las defensas inmunitarias de la población. Ya sean defensas generadas por la infección o por la vacuna. Adaptar las vacunas e incorporar otras nuevas es ya factible y muy necesario.

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