José Francisco Serrano Oceja

El centro y las periferias

Tenemos en la mesa el debate sobre la eutanasia o los vientres de alquiler. ¿Quién dirá algo desde estas periferias no geográficas?

José Francisco Serrano Oceja
Madrid Actualizado: Guardar
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La insistencia del Papa Francisco para que nos ubiquemos en las periferias, y desde allí volver al centro, es uno de los pilares de la nueva geopolítica vaticana, y de la actual «geoteología». El Papa nos ayuda a definir qué es centro y qué periferias. No son solo ideas bonitas que nacen de una experiencia histórica de vitalidad cristiana. Son razón y método de un nuevo inicio ante unos retos cambiantes de magnitudes inusitadas. La dinámica de las periferias parece estar clara en la dimensión social del cristianismo, pero no lo está tanto en lo concerniente a cuestiones culturales, educativas o antropológicas. Defender una concepción integral de la vida sin moralismos que excluya, por ejemplo, la eutanasia, nos coloca en otras periferias, las que crean el pensamiento dominante y lo políticamente correcto. Un sistema de poder ideológico que genera continuos «descartes». De esto saben bien determinados políticos de la derecha.

El fundador de San Egidio y exministro de Cooperación Internacional de Italia, Andrea Riccardi, ha publicado un libro, «Periferias. Crisis y novedades para la Iglesia», en el que reflexiona también sobre estas cuestiones. El Papa Francisco no cree en la hegemonía social de la Iglesia -cada vez más inviable-, sino en la fascinación de la bondad y del amor. Una Iglesia minoría obstinada en la defensa de los valores no negociables puede peder su fuerza de atracción. Recordemos que a los obispos norteamericanos el Papa les dijo que «el lenguaje duro y belicoso de la división no es propio del pastor, no tiene derecho de ciudadanía en su corazón».

En este escenario, el testimonio necesita, para ser elocuente, creatividad de espíritu y libertad social y pública. Y personas que marquen, de verdad, la diferencia, no con mera imitación sino con novedad y sorpresa. No es de recibo que determinadas cuestiones sociales se queden desguarnecidas de una argumentada respuesta cristiana. Por ejemplo, tenemos en la mesa el debate sobre la eutanasia, los vientres de alquiler, o las versiones educativas avanzadas de la más eficaz revolución social contemporánea, la ideología de género. ¿Quién dirá algo desde estas periferias no geográficas?

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