Biden vende su plan climático como una «oportunidad económica»

China se comprometió a abandonar el ritmo de dependencia del carbón hasta 2030

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, cerró ayer la cumbre climática virtual

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Convertir las crisis en oportunidades es uno de los mantras de la gestión económica, y Joe Biden buscó ayer aplicarlo a la acción climática en el cierre de la cumbre medioambiental que ha organizado.

«La sesión final de hoy no es sobre la amenaza que supone el cambio climático», aseguró el presidente de EE.UU. «Es sobre la oportunidad que ofrece enfrentarse al cambio climático». Según él, esa lucha es una «oportunidad para crear millones de trabajos bien pagados en todo el mundo en sectores innovadores». Repasó algunos de ellos, como los coches eléctricos, las baterías que los mueven, la construcción eficiente o las energías renovables. Incluso habló de la gran promesa laboral que hay «en campos que todavía ni se han concebido».

Biden, que ha defendido un mensaje muy centrado en la economía doméstica desde que llegó a la Casa Blanca, aseguró que en esta lucha climática hay que asegurarse de que los trabajadores «que progresaron en las industrias de ayer y de hoy tengan un mañana brillante en las nuevas industrias».

En la víspera, Biden había presentado su plan de reducir entre un 50% y un 52% las emisiones en EE.UU. para 2030 con respecto a los niveles de 2005 -un objetivo más ambicioso que el de su antecesor, Barack Obama- y ayer dibujó la forma de conseguirlo: una inversión monumental que se pagarán, en su visión, con el retorno que las nuevas tecnologías tendrán en el futuro. «No podemos combatir el cambio climático sin una inversión en cantidades históricas», defendió, en la misma línea, Michael Bloomberg, el multimillonario y ex alcalde de Nueva York, que es uno de los grandes abanderados de la lucha climática.

«No se pide a nadie que haga sacrificios», insistió John Kerry , exsecretario de Estado y actual enviado especial para el clima de Biden. «Esto es una oportunidad».

Otros países continuaron ofreciendo ayer nuevos compromisos. El más espectacular, el de Israel. Su primer ministro, Benjamin Netanyahu, anuncio que «fuera de circunstancias imprevistas, Israel no quemará más carbón» en el año 2025. También intervinieron países como Corea del Sur , que dijo que dejaría de financiar industrias del carbón en el extranjero, o China , el país más contaminante del mundo, que se comprometió a aumentar el ritmo en el que abandona su dependencia del carbón, dentro de un plan para que sus emisiones toquen techo en 2030.

La apuesta de Sánchez

Ayer fue también el turno de España, uno de los cuarenta países invitados a la cumbre, que se ha celebrado de forma virtual. Intervino en ella el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , en un panel en el que también estuvieron los representantes de Nigeria, Polonia y Vietnam. Sánchez dijo que España «está liderando con el ejemplo» y enumeró los planes que persigue su agenda medioambiental, como «movilizar» 230.000 millones de euros en la próxima década para la «transición verde» y la estimación de que esa inversión crearán «entre 250.000 y 350.000 empleos, la mayor parte de ellos en el sector de la manufacturación y de la construcción».

El jarro de agua frío vino de parte de Fatih Birol , presidente de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que defendió que los países tienen que pasar de la palabra a la acción. «Seré directo. Los compromisos no son suficientes», dijo ayer. «Necesitamos cambios reales en el mundo real ahora mismo. Los datos no concuerdan con la retórica». Birol aseguró que las estimaciones de la AIE aseguran que las emisiones de dióxido de carbono crecerán en 1.500 millones de toneladas este año, el segundo mayor aumento en la historia.

Ante el optimismo y los compromisos por conseguir emisiones netas de cero, Birol advirtió de que las tecnologías que lo permitirían todavía no están disponibles. «Es una tarea hercúlea», reconoció.

«Vamos a conseguir esto entre todos» , defendió Biden en el cierre de la cumbre climática, en una declaración de optimismo doble. Primero, por las dificultades de reducir las emisiones, como muestran las trayectorias de los países. Y, segundo, porque él ni siquiera ha logrado poner de acuerdo a su propio país: la oposición de los republicanos a su agenda climática es frontal.

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