El Pontífice se despide de Estados Unidos antes de subir a su avión
El Pontífice se despide de Estados Unidos antes de subir a su avión - efe

El Papa calma las heridas de una América dividida

El mensaje «pastoral» de Francisco deja en Estados Unidos una impronta humana y conciliadora

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Francisco ha dejado huella en Estados Unidos. Su mensaje conciliador para acercar a las dos Américas, la liberal y la conservadora, ha sido bien recibido por la mayoría, aunque para ser efectivo el Papa prefiriera no hurgar abiertamente en aquellos asuntos que dividen a la sociedad, como esperaban algunos sectores de la sociedad: el matrimonio homosexual, el divorcio y el aborto.

Un discurso en positivo, de «brazos abiertos», que no excluyó el posicionamiento expreso en favor de la familia, el medio ambiente, la aceptación del inmigrante y la libertad religiosa, reclamo este último que apela al corazón mismo de Estados Unidos, que pugna por aminorar su profunda brecha social.

La misma prensa norteamericana que recibió con críticas a Francisco, bien por ser azote de los excesos del capitalismo o bien por distancia de los disidentes en la Cuba de los Castro, valoraba positivamente el «profundo conocimiento» del país que ha demostrado el Papa.

Aunque su cautela habrá dejado insatisfechos a los más combativos, el Pontífice huyó durante los seis días de presencia en el país del lenguaje y los rifirrafes más propios de los políticos, sabedor del enfrentado país que pisaba. Lo resumía ayer con brillantez Stephen Schneck, director del Instituto de Estudios de la Universidad de América: «Él era claramente consciente de todos los asuntos que dividen a la vida pública americana, y ha hablado a todos de una forma que no da munición ni a liberales ni a conservadores para que la usen en sus guerras políticas».

Fue su llamada a la responsabilidad de los congresistas durante su discurso ante el Senado y la Cámara de Representantes, su momento político más delicado. Durante su intervención se visualizó que un sector de los republicanos no digiere las críticas de Francisco al sistema capitalista ni las proclamas que volvió a reiterar en la cámara en la primera intervención de un Papa en la sede de la soberanía nacional. Pese a lo cual Francisco volvió a insistir en la necesidad de cuidar el medio ambiente, objetivo de una economía necesariamente sostenible, como pone de manifiesto en su encíclica.

Como no tuvo reparos en denunciar la pena de muerte, un rechazo instalado en la doctrina de la Iglesia, pero que en boca del Papa argentino seguramente sonaba menos aceptable para los más conservadores. Llamativo ha resultado que, aunque no tuviera relación alguna con la visita del Papa, el portavoz de la Cámara de Representantes que le había recibido la mañana anterior, el republicano John Boehner, reabriera la caja de Pandora en un partido que multiplica por mil las disputas en el seno de la sociedad norteamericana.

Frente a las diferencias, que también han llegado estos años al seno de la Iglesia estadounidense, Francisco envió su discurso de conciliación a todos los rincones en una visita que fue retransmitida en directo y en su integridad tanto por la cadena CNN, de orientación progresista, como por la conservadora Fox. Especialmente en el caso de la primera, las alabanzas al Papa fueron continuas. El mensaje de paz también como destinatario a los obispos, a quienes expresó que «el mensaje de confrontación no debe tener lugar en el corazón de un pastor».

Los responsables de las diócesis recibieron con agrado el apoyo reiterado del Papa a la libertad religiosa, un asunto que en Estados Unidos es especialmente valorado y que está expresamente recogido en la Constitución. El único momento del viaje en que el Papa se mostró excluyente fue en su rechazo frontal a los comportamientos activos o pasivos que han facilitado los abusos sexualesen el seno de la Iglesia.

Tras una exitosa y multitudinaria defensa de la familia tradicional en Filadelfia, aunque con la naturalidad de evitar críticas a otras formas de familia, el Papa marchó hacia el Vaticano en la noche del domingo con unas palabras de optimismo: «Me voy con el corazón lleno de gratitud y esperanza».

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