Lina El Ogri cambió el rumbo de sus estudios cuando encontró un objetivo en su vida
Lina El Ogri cambió el rumbo de sus estudios cuando encontró un objetivo en su vida - inés baucells
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Con voluntad y ayuda adecuada, es posible cambiar el rumbo de los estudios

Jóvenes que abandonaron el instituto, cuentan cómo consiguieron darle la vuelta a un complicado futuro sin formación

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Lina El Ogri estaba predestinada a vivir una vida que no había elegido. Procedente de una familia con serias dificultades económicas, su rendimiento académico cayó en picado cuando empezó la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).

«En Primaria aprobaba pero cuando llegué a Secundaria empecé a suspenderlo todo, tenía malas compañías y estaba todo el día en la calle», reconoce la adolescente. No tiene reparos en admitir que si la Fundación Germina, con el apoyo de la Obra Social de La Caixa, no la hubiera rescatado «aún estaría haciendo el tonto en una plaza».

Al llegar a segundo de ESO, Lina decidió dejar los estudios. Fue entonces, en plena adolescencia, cuando a través de la asistenta social que la atendía, se le abrió una puerta.

«Concha me dijo que la Fundación Germina me podría ayudar y decidí darme una nueva oportunidad», dice la estudiante.

Dicha fundación atiende en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) a niños y jóvenes en riesgo de exclusión social. En el 90% de los casos, los padres no tienen estudios más allá de Primaria y en el 70% malviven con una renta que ronda los 300 euros mensuales.

Para entrar en el programa, Lina debía retomar los estudios. La joven, que vive con sus padres y un hermano y sobreviven con el único sueldo de su madre, entró a formar parte del Espai Jove (Espacio Joven) del programa, que ayuda a los jóvenes hasta los 16 años. En él recibió formación, apoyo y talleres que le han ayudado a orientar su vida .

«Fue en uno de estos talleres donde descubrí que quiero ser monitora y ayudar a jóvenes y niños que, como yo, lo tienen muy difícil para salir adelante», explica la joven. Ahora está completando los estudios de ESO en el Instituto Obert de Catalunya (IOC) y ha obtenido el título oficial de monitora. «Mis notas mejoraron porque todo se ordenó y tenía un objetivo y ayuda para cumplirlo».

«Yo era un caso perdido»

«No me gustaba estudiar. No aprobaba ninguna materia en el instituto y los profesores llamaban a mis padres. Era un caso perdido». Así relata Aracelis Stepa, de 15 años de edad, su etapa de fracaso escolar.

Pero la joven, que vive en un barrio de Lucena, en Córdoba, decidió cambiar gracias a la orientación de una psicóloga, de una profesora... y al rap.

«Un día, hace dos años, pasé cerca de la Fundación Acuarela de Barrios y vi a unos chavales bailar rap. Me sentí atraída por la música y empecé a seguirlos. Después supe que podía expresar mis sentimientos y eso me sirvió para mejorar mi vida. Me gusta estudiar y eso ya es muy importante, mi materia favorita es Ciencia Sociales», dice. Ahora cuenta con una rutina diferente: escribe canciones de rap, es una estudiante con buenas calificaciones y tiene más amigos.

Es, además, una de los dos casos ejemplares de la Fundación Acuarela de Barrios. La psicóloga Ana Franco, presidenta de la organización, asegura que muchos adolescentes están en su misma situación. «Se puede cambiar, sólo es cuestión de escucharlos y atender sus necesidades», indica.

La familia de Stepa también se ha involucrado en su transformación. «Creo que eso me ayudó a llevarme mejor con todos. Si seguía de esa manera, sin estudiar; probablemente no hubiese tenido futuro. Antes solo me iba a la calle, y dejaba de lado los estudios, los tenía abandonados», agrega.

La misión está en ofrecer apoyo a otros jóvenes en situación de fracaso escolar, afirma Stepa. «Esto me abrió los ojos para conocer que existen muchos chavales como yo. Ahora, no creo que pueda ayudarlos mucho, pero quizá si ven mi trayectoria puedan sentirse identificados y seguir mi ejemplo. Eso, solamente, me haría sentir bien», explica.

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