Emile, el paciente cero del brote de ébola, junto a sus padres
Emile, el paciente cero del brote de ébola, junto a sus padres - UNICEF/2014/BEUKES
se cumplen doce meses del «paciente cero»

Un año sin derrotar al ébola

El 2 de diciembre de 2013 aparecían los síntomas de Emile, la primera víctima de este brote letal

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Emile Ouamouno. Su nombre ya se encuentra perdido en la historia. El 6 de diciembre del pasado año, este niño de apenas dos años residente en Meliandou, en la región de Guéckédou, al sur de Guinea, perdía la vida. Su muerte se producía casi de forma paralela al fallecimiento de su hermana Philomene, de tres años; su madre, Sia, entonces embarazada; y su abuela, Koumba. El pequeño Ouamouno había registrado un cuadro de diarrea y vómitos cuatro días antes, el 2 de diciembre.

«Desconocíamos qué era y cómo contenerlo», reconoce a ABC en conversación telefónica Maddy Savane, residente en la región. En los días sucesivos, al menos otras siete personas serían contagiadas de esta terrible y extraña enfermedad. «A mi hijo simplemente le gustaba escuchar la radio», aseguraba el padre del «caso cero», Etienne, en una reciente entrevista.

Dos meses después, a mediados de febrero, el director del hospital regional de la vecina Macenta visitaba a un paciente que sufría de una terrible fiebre, acompañada de vómitos severos y diarrea con sangre. En unas semanas, todo el personal que componía el equipo médico comenzó a desarrollar los mismos síntomas. Una veintena de personas fueron contagiadas.

No obstante, la respuesta oficial de lo que estaba ocurriendo al sur de Guinea tardaría aún un mes en llegar: A finales de marzo, el Gobierno de Conakry confirmaba el brote de ébola en sus fronteras. Entonces, al menos 59 personas habían perdido la vida, con 86 posibles contagios.

La hipótesis más probable es que la epidemia originada en Guinée Forestière (la selva húmeda guineana) se hubiera producido debido al contacto del pequeño Ouamouno con algún murciélago infectado con el virus. Después, los continuos desplazamientos de población habrían hecho el resto.

Lo peor estaba por llegar

Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. El pasado 4 de abril, la máxima autoridad médica de Liberia, Bernice Dahn, reconocía a este diario sus temores de que la epidemia de ébola que se había iniciado en Guinea hubiera logrado cruzar la frontera hacia su país. «Uno de los primeros casos, sino el primero, es el de un hombre que había acudido al bosque para poner 500 trampas para murciélagos. Posteriormente, a su regreso, comenzó a enfermar», destacaba la jefa médica.

Entonces, el número global total de muertes era de 84, con 134 casos confirmados. La práctica totalidad, al sur de Guinea. Ocho meses después de sus palabras, solo en Liberia se han producido 7.244 contagios, con 4.181 muertes. Más concluyente aún resulta que la propia Bernice, máxima autoridad local frente a la crisis de ébola, iniciara a comienzos de octubre una cuarentena, después de que su asistente contrajera el virus. No obstante, la jefa médica liberiana asegura ya sentirse «bien».

Y la crisis no cede. En los últimos doce meses, se han registrado más de 16.000 casos de ébola y cerca de 7.000 muertos en ocho países diferentes. Fundamentalmente, en Guinea, Liberia y Sierra Leona.

¿El último país afectado? Malí. Y las similitudes con el inicio del brote en Guinea son apabullantes. El 24 de octubre, las autoridades malienses confirmaban el positivo por ébola de una niña de años, Fanta Kone, en la ciudad del Kayes, oeste del país. Entonces, el «salto» desde el epicentro del brote -Sierra Leona, Liberia y Guinea- sorprendió al Gobierno local. La menor había regresado recientemente de Kissidougou, en la vecina Guinea, donde su madre falleció víctima del virus. Sin embargo, a pesar del considerable riesgo, la joven fue conducida por sus familiares a la capital maliense, Bamako, donde permaneció durante diez días en el barrio de Bagadadji antes de dirigirse a Kayes. En esta última ciudad, la niña sería admitida en el centro hospitalario Fousseyni Daou, tras registrar un episodio de extrema fiebre el día anterior. La menor perdería la vida pocos días después.

Del pequeño Ouamouno a la joven Kone, la crisis de ébola cumple ya su primer año de vida. Y pese a los esfuerzos realizados, la lucha aún continúa.

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