Calle Escoberos, escenario de la paliza
Calle Escoberos, escenario de la paliza - RAÚL DOBLADO
SUCESOS

Un taxista sevillano reduce a un hombre que daba una brutal paliza a su pareja en plena calle

El agresor alegó que la golpeaba y la lanzaba contra los coche porque «me ha llamado maricón»

SEVILLA Actualizado: Guardar
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«Si no me paro y leo al día siguiente en el periódico que esta mujer se ha muerto no hubiese podido vivir tranquiloel resto de mis días».

Son palabras de un joven taxista sevillano, A.R.M. , padre de una niña, que el pasado sábado día 10 tuvo que bajarse del coche en la calle Feria para sujetar a un individuo que estaba pegándole una brutal paliza a una mujer en la calle Escoberos ante la mirada de los vecinos en los balcones y de algún que otro viandante.

Este profesional de Radio-Taxi, que ha estado diez años trabajando de vigilante en un conocido centro comercial de Sevilla, venía de rendir a medianoche de un hotel cercano. Salió de la calle Parras y tiró por Escoberos cuando, de repente, «a unos diez metros al girar, en la acera de la derecha» vio a un individuo «dándole puñetazos en la cara a una mujer a la vez que la lanzaba contra un coche, la volvía a levantar y la golpeaba, de nuevo, fuertemente».

Entonces siguió para la calle Feria paró el taxi y se bajó. Ya más cerca, cuando pudo cerciorarse de lo que pasaba y de que los vecinos en los balcones le gritaban que «la dejara que la iba a matar» llamó al 112 solicitando urgentemente una patrulla policial en el lugar.

Pero, como temía por la integridad de la mujer, y los efectivos no llegaban decidió actuar por su cuenta. No obstante, pidió ayuda a los viandantes para que le acompañara y, al final, se acercaron al lugar de los hechos cuatro personas.

En ese momento, el agresor se encaró con ellos diciendo con agresividad: «¿Qué pasa? ¿qué pasa? Me ha dicho maricón».

«¡Suéltalo, suéltalo que no lo voy a denunciar!»

Entonces, el taxista se acercó, lo agarró y lo redujo en el suelo y así, sin violencia alguna, se quedaron los dos. Pero, cinco minutos después, estando los dos quietos en el suelo, la víctima se acercó al taxista, se agachó, lo cogió de la mano y le dijo: «¡Suéltalo, suéltalo que no lo voy a denunciar!», a lo que A.R.M. respondió: «No lo suelto hasta que no llegue la Policía!».

Fueron palabras suficientes para que el agresor se volviera a poner agresivo y empezara a gritar: «¡Suéltame, suéltame que te mato!».

Llegó la Policía y lo detuvo y el taxista al día siguiente fue a interponer por escrito la denuncia relatando los hechos «porque, según me dijeron, era la única forma de proceder contra este individuo».

Llama la atención en la denuncia que «la víctima tenía toda la cara enrojecida y una herida sangrante en el labio, si bien, cuando llegó al lugar la patrulla policial se negó a colaborar con ellos y a ser asistida de las lesiones que presentaba».

El agresor, de origen magrebí, fue detenido pero el taxista ya no sabe a ciencia cierta si fue puesto a disposición judicial. Lo que sí sabe y le impresiona es «cómo la gente estaba viendo lo que pasaba y no lo impidió», aunque también comprende que tengan miedo.

«Yo ahora reflexiono sobre lo que hice, pero en ese momento no pude evitar intervenir», termina este profesional.

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