Reloj de Arena

Máximo Moreno: El vuelo del moscardón

Nadie podrá decir de él que es un impostor. O un mamarracho. O un baboso

Máximo Moreno, a la derecha, junto a su hermano Benito ABC

Félix Machuca

Puede ser como la leche condensada o como la más agria. Según la luna de sus fases emocionales. Es verdad que, a lo largo de su vida, ha podido sumar más soslayos que afectos . Pero estos últimos fueron de los de verdad, de los que duran y perduran y te hacen sentir bien.

Máximo Moreno es un caso y una cosa . Un caso de estudio artístico. Y una cosa irrepetible. Porque es capaz de pasar del verano al invierno, de la risa a la porfía con el vuelo de un moscardón. Es su carácter en una ciudad que dejó de tenerlo, según le confesó en una excelente entrevista a José María Arenzana en este diario.

Sevilla perdió su carácter hace mucho tiempo y se acopla, como las ventosas a los cristales, a lo que haga falta. Tiene ese lache. Un fajador como Máximo en una ciudad de agradaores siempre iba a tener un duelo que discutir a vida o muerte.

Una vez, el director general de una afamada casa discográfica, al que le pintó un retrato, entendió que esas cosas no se pagan, son regalos de autor . Creo que aún suenan los despechos de Máximo en la oreja del director general. En otra ocasión, le encargaron hacer la portada del disco de una folclórica añeja, de mucha fe trianera, alérgica a la edad y a las arrugas.

Máximo hizo lo posible con el plan Ponds antiarrugas. Pero a nuestra artista no le gustó y pidió que le dejara el rostro como el culito de un bebé . Máximo pasó de la leche condensada a la lecha agria. Rompió el dibujo en la sala de juntas del sello discográfico y sentenció: «No se preocupe usted que ya no tendrá más arrugas…»

Le gustaba más cantar las cuarenta que hacerlo por la Piquer. Sostenía que Silvio era el mejor cantante del mundo . Y que su hermano Benito era un sevillano de la serie seria. Por edad, pese a ser el más pequeño de los hermanos Moreno, pertenece a la generación jipi de la Sevilla de los sesenta. Esa generación que se perdió en los Caños o que se hizo director general con el PSOE.

Su padre iluminaba fotos al bromóleo y les pintaba un chaqué a las de los chamanes y caciques de las tribus amazónicas que le enviaban. Ver aquello debió abrirle la puerta del cuarto mágico del arte. Se hizo grabador . Se fue a Bretaña a estudiar Bellas Artes y se pegó un año en Suiza estudiand o Artes Gráficas . Trabajó en el Archivo Nacional como restaurador de libros, documentos y pergaminos.

Y casi a un restaurador hubo que avisar para recomponerle la cara cuando los grises lo confundieron en Madrid con un camello yerbero. Su bonito rostro rompecorazones se lo pusieron como al Ecce Homo de Borja. Dos días y pico se llevaron buscándolo Josele y los Payos por Madrid sin saber dónde estaba el niño. El niño no estaba en la playa con María Isabel. Estaba en las covachas de la social viendo cómo la Puerta del Sol tenía en aquellos sótanos un paso directo al infierno.

Era todo un hijo del agobio. E n el patio de su fantasía se parieron las portadas más atractivas y rompedoras de su tiempo . «Made in Seville». Y aquellas portadas envolvieron la música, el pellizco, la dulzura, el quejío, el sueño y la felicidad de gente como Miguel Ríos, Aute, Pata Negra, María Jiménez, Alameda, Triana, Paco de Lucía, Lole y Manuel, Hilario Camacho…

Más de trescientas carpetas de discos firmó para Moviplay, Fonogram, CBS, RCA, Senador… Primero escuchaba la música del vinilo. Después se iba con el artista . Y lo machacaba a fotos. Y de las doscientas que le había tirado, se quedaba con la mejor, la que le serviría para inspirar la portada.

Hay unas manos de Camarón escribiendo una de sus últimas bulerías que son las de un Cautivo en las andas de la primavera. Y una serie plástica sobre Beatriz, su madre, donde salta a la vista la dulzura de un hijo que la admiraba como un ser sobrenatural. El tipo duro podría ser un palo. Pero con algunos asuntos era un palo de nata.

Si la lengua fuera de la boca fue el icono de los Rollings Stones, Máximo Moreno dio con la vela encendida de Triana , un trasunto, inconsciente quizás, de aquel tiempo que fue hermano del Silencio donde salía junto a otros truenos vestidos de nazareno ruan como Luis Baquero, Benito Moreno, Maxi Moreno, Juan Teba, Pascual González, Gonzalo García Pelayo…

En la casa hermandad de San Antonio Abad hay un cuadro de la Virgen de la Concepción, firmado por Maxi, inspirado en la iconografía de «La Coronación» de Velázquez . En un punto de fuga se aprecia un paisaje sevillano con el puente del Alamillo al fondo. La Sevilla que fue, la que es y la que venía. Esa ciudad que se acopla a todo y que, como cantaba su hermano Benito, huele a pueblo y tiene poco más que buena temperatura…

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