ENTREVISTA

Juan Arana: «¿Heteropatriarcado? Sólo veo hombres y mujeres sin roles buscando ser todos padres y madres»

El filósofo y catedrático de la Universidad de Sevilla advierte de la falta de modelos y referentes para los hijos y de que la confrontación de sexos no solucionará los problemas reales

El filósofo Juan Arana J.M.Serrano

Jesús Álvarez

Juan Arana Cañedo-Argüelles (San Adrián, Navarra, 1950) es catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, académico numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y profesor visitante en las universidades de Maguncia, Münster y París VI –La Sorbona– . Dirige la revista de filosofía «Naturaleza y Libertad» y es autor de numerosos libros, entre ellos varios sobre Borges y Octavio Paz.

Aunque podría haberse jubilado, sigue ejerciendo la docencia y centra su labor en la f ilosofía de la naturaleza, la ciencia, la religión y el conocimiento . Por estas investigaciones acaba de recibir el premio Razón Abierta , que otorgan la Universidad Francisco de Vitoria y la Fundación Joseph Ratzinger.

¿A qué atribuye la atención política y mediática que suscitan en en España las minorías?

Se debe, al menos, en parte, a que la sociedad está mucho más diversificada que hace treinta o cuarenta años. Estamos en un momento en que nadie se siente parte de una mayoría sino de una determinada minoría.

¿La clase media y la familia tradicional no son mayoría en España?

Es evidente que no se ha encontrado hasta ahora ninguna fórmula alternativa a la familia para el recambio social ni para la generación de nuevas personas que se vayan haciendo cargo del mundo cuando las que vivimos vayamos desapareciendo. El problema es que hoy en día cada uno tiende a buscar su propio recorrido y de esa manera se podrán resolver los problemas individuales pero no los grandes problemas sociales.

¿Falta cohesión social en España?

Sí, todo está muy atomizado y cada vez hay menos cohesión social. Y la cuarta revolución industrial va a hacer que el trabajo, que es un gran motor de cohesión social, lo sea cada vez menos porque el 60 por ciento de los empleos actuales van a desaparecer de aquí a veinte años.

¿El modelo de familia tradicional, el que mayor cohesión social ha producido hasta ahora, está realmente en crisis?

Es posible que muchos lo puedan ver sobrepasado pero lo que no se ve un modelo alternativo mejor para tener niños y educarlos. Como decía Churchill de la democracia, la familia puede ser el peor modo de organizar la sociedad, exceptuando todos los demás.

Se está prestando mucha atención en casi todos los medios de comunicación y en numerosas instancias del poder a otros modelos alternativos a la familia tradicional.

Sí, pero se ha comprobado que ninguno de ellos es capaz de dar una solución global al recambio generacional.

¿Ese modelo tradicional se corresponde, en su opinión, con el «heteropatriarcado» del que hablan algunos partidos políticos y las organizaciones feministas?

No sé muy bien lo que quiere decir eso. Hasta hace treinta o cuarenta años podríamos hablar del rol dominante del padre en el seno de la familia pero eso ya no es así y lo que yo veo ahora es un cierto desconcierto porque los roles tradicionales del padre y la madre se han ido diluyendo y se vive una pequeña lucha por el micropoder de esa figura que antes encarnaba la autoridad.

O sea, que de «heteropatriarcado», poco...

Yo no veo roles claramente predefinidos y eso está generando conflictos porque no se pueden resolver automáticamente los problemas familiares. A cada problema concreto hay que buscar una solución, aquí y ahora, que funcione.

En la sociedad andaluza, el rol tradicional de la mujer en la familia ha sido bastante dominante.

En la sociedad andaluza en general, y en la sevillana en particular, el rol de la mujer siempre ha sido muy dominante , pero ese rol, en mi opinión, también se ha perdido. Este rol era sutil porque se daba a entender que era el hombre era el que mandaba, cuando en realidad era la mujer la que lo hacía. Recuerdo que cuando hice la mili se nos decía que «la infantería ocupa el terreno». En la familia andaluza tradicional era la mujer la que ocupaba el terreno y la que estaba al pie del cañón. Y eso también se ha perdido porque la mujer está dentro y está fuera y eso no le permite desempeñar ese papel hacia dentro que antes desempeñaba. Parece que estamos buscando, en cierto modo, ser todos padres y madres , pero esa fórmula no es fácil de conseguir.

¿Qué consecuencias tiene esta pérdida de roles en la prole?

Los hijos han perdido el modelo claro a seguir del que antes disfrutaban. Los padres les animan a que ellos descubran el modelo de vida que deben seguir y eso les produce bastante desconcierto.

Sus alumnos tienen edades en torno a los veinte años. ¿En qué se puede traducir ese desconcierto?

A mis alumnos los veo sufrir porque ese proceso de búsqueda de identidad asociado a su edad es más doloroso que el de mi generación. No es nada fácil para ellos encontrar ese camino a seguir sin una referencia paterna o materna . Yo soy de la generación del 68 y teníamos una cosa muy clara: no queríamos ser como nuestros padres. Eramos más reactivos. Y sabíamos, por lo menos, lo que no queríamos ser. Hoy en día los jóvenes no saben lo que quieren ser ni lo que no quieren ser.

Ideología de género

La ideología de género, o perspectiva de género, como también se le llama, se está instalando en muchos ámbitos del poder, instituciones y medios de comunicación. ¿Cree que será la ideología dominante en el futuro?

Es un fenómeno complejo. La mujer parte de una situación de desigualdad porque a lo largo de la historia ha ejercido una serie de funciones que no ha elegido sino que le han sido impuestas por la sociedad, por las instituciones, por la biología, etcétera. Desde principios del siglo XX la mujer lucha por tener una situación de más igualdad y asumir otras funciones que estaban reservadas a los hombres. Esa lucha es justa y se ha avanzado mucho, pero aún se tiene que avanzar más. El problema, en mi opinión, es que una vez que la mujer consiga una igualdad real no se acabarán los problemas.

¿A qué problemas se refiere?

Tendremos que aprender a colaborar juntos para enfrentarnos a los grandes desafíos del mañana.

En una manifestación feminista celebrada en Estados Unidos el domingo de la semana pasada con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género una de las pancartas más comentadas que llevaban las manifestantes era «all men are trash» («Todos los hombres son basura»).

Me refiero precisamente al enfrentamiento entre sexos que promueven ciertos movimientos englobados en eso que llamamos ideología de género al que usted acaba de aludir. Creo que el enfrentamiento no conduce a nada bueno para nuestra sociedad y que la igualdad debe enfocarse hacia la armonía, la colaboración y el acompañamiento. Habrá que buscar una síntesis que no niegue nuestras diferencias y abunde en nuestras complementariedades porque hombres y mujeres tenemos que estar juntos y reconciliados, no peleados.

Conozco a bastantes mujeres que piensan así pero que no se atreven da decirlo públicamente por temor a ser estigmatizadas.

Espero que esas mujeres se organicen para que puedan equilibrar a medio plazo esas tendencias crispadas y exageradas, de un lado y de otro, que tienden a englobarse en lo que se llama ideología de género.

¿No teme que avancemos hacia un pensamiento único al que no se pueda confrontar?

Observo que se está banalizando mucho algunas expresiones como «fascismo» o «populismo» con las que se estigmatiza a quien piensa diferente. Eso implica una cierta intolerancia y creo que se está abusando de ese mensaje que se denomina «tolerancia cero». Hay cosas sobre las que conviene ser muy firmes pero en ese mismo saco se está incluyendo otras cosas que a veces no son más que pensar de otra manera. Si queremos una sociedad verdaderamente justa y armoniosa , tendríamos que ser muy concretos sobre qué comportamientos consideramos inaceptables y no convertirlo todo en un arma arrojadiza contra quien no piensa lo mismo que nosotros. Habría que contar con los dedos de una mano las cosas que se deben prohibir y hay que ser mucho más abierto. Una sociedad en la que todo el mundo piense de la misma manera y que diga las mismas cosas, aunque no las piense, es una tragedia.

¿Somos más hipócritas que hace treinta años?

Yo creo que sí. Estamos fomentando la hipocresía de que nadie se atreva a decir nada que los medios de comunicación y grupos de poder dominantes en la sociedad no admitan como bueno. Hay que tener mucho cuidado con esto.

Esto suena al Ministerio de la Verdad orwelliano.

No creo que eso sea inminente pero me parece preocupante que haya grupos que hagan alarde de su superioridad ética como si sus contrincantes carecieran por completo de ella . A la hora de la verdad vemos que el bien y el mal se reparte por todos lados. Dejemos de defender, pues, esa inexistente superioridad y defendamos lo que proponemos a la sociedad diciendo que esto es lo mejor para el interés general y no porque es un reflejo de mi santidad. Que nadie nos haga procesiones de santidad laica. Seamos más modestos.

Esa superioridad ética la veo más a la izquierda que a la derecha. ¿Usted dónde la ve?

Donde usted. La derecha se está caracterizando ahora por su vaciamiento ideológico y no creo que eso sea bueno, pero llenar la ideología con soluciones tan rastreras como la pretendida superioridad ética o un desprecio al prójimo no es mejor alternativa.

Su colega Fernando Savater fue a Alsasua en un acto de reconocimiento a la Guardia Civil. Lo insultaron y tuvo que intervenir la Policía para evitar males mayores. Desde ese bando de la superioridad ética se le acusó de crispar los ánimos con esa manifestación. ¿Qué le parece?

Es que cuando alguien acusa al que está en frente de provocador, ya está dando una prueba de su falta de tolerancia.

Otro ejemplo. Hace algunas semanas dos autores argentinos presentaron un libro muy crítico contra la ideología de género y unas trescientas personas protestaron en las puertas del hotel sevillano donde se celebró el acto. Contaron los autores que les había sucedido lo mismo en otras ocho ciudades españolas y que en algunas de ellas incluso apedrearon a los asistentes a su conferencia.

Esto es peligroso porque se acaba haciendo tabla rasa . Ser un maltratador es algo inaceptable pero otra cosa es tener un comportamiento del que se diga que es el típico comportamiento de los maltratadores. Podemos acabar diciendo que respirar pueda ser un típico comportamiento de maltratador . Hay que distinguir entre un maltratador o un supuesto defensor de los maltratadores y una persona que simplemente piensa distinto. H ay que hablar y, sobre todo, escuchar. Se está extendiendo una especie de filosofía de la sospecha sobre lo que no es políticamente correcto que me parece muy peligrosa.

¿No le recuerda esto a los movimientos fascistas del siglo XX?

Me recuerda al fascismo y al marxismo. Cualquier cosa que hicieras podría interpretarse como un «comportamiento burgués» y que te calificaran de «enemigo del pueblo », lo cual era la antesala de una detención o de algo mucho peor. Hay un pensador colombiano llamado Nicolás Gómez de Ávila que dijo que « nunca como en el siglo XX se produjeron tantas matanzas en nombre de tan transparentes impostura s ». Stalin, Hitler y Pol Pot mataron a millones de personas en nombre de la clase obrera, la cultura occidental, la salvación de la humanidad y cosas así. Grandes palabras que sólo ocultaron el exterminio indiscriminado. Las fórmulas para todo eso se revelaron después muy equivocadas y por el camino cayeron muchísimas personas. Deberíamos tener cuidado de no volver a cometer ahora los errores del siglo XX y en ese sentido observo actualmente ciertas ideologías que me recuerdan el mismo tipo de dialéctica que condujo a todas esas masacres.

¿A qué ideologías se refiere?

Cualquier persona que haya cumplido 60 años reconocerá ese tipo de dialéctica en algunos líderes actuales , por los dos lados.

La Transición en España fue un ejemplo de todo lo contrario.

Sí. Y tuvo un gran mérito porque se enterró el hacha de guerra por parte de los dos bandos y se empezó a respetar al prójimo, aunque pensara diferente. Ahora veo que hay gente que está desenterrando hachas de guerra.

¿La Ley de Memoria Histórica y esa ideología revisionista ha ayudado a desenterrarlas?

Me temo que sí. Todo lo que sea hacer una historia de buenos y malos es sospechoso y no me gusta que de nuevo se vuelva a hablar en España de buenos y malos . En la Guerra Civil murieron mis dos abuelos y creo que todos los españoles de todas las ideologías sufrimos las consecuencias de esa contienda. Deberíamos conseguir que no se pongan los buenos en un bando y los malos en otros porque hubo buenos y malos en los dos bandos.

¿A qué cree que conduce esta obsesión con el pasado? ¿Tiene algún objetivo?

Yo creo que son maniobras para conseguir el poder. Si consigo estimatizar a mis enemigos y hago que se parezcan a aquellos que fueron tan malos hace ochenta años , tengo más posibilidades de mantener el poder. Pero digo yo que por qué quedarnos con los malos de hace ochenta años y no hablamos de los malos de hace trescientos años o de hace mil años. Se debería acordar entre los partidos que no se empleara la memoria histórica en la lucha política y dejar a los historiadores que nos cuenten la verdad pero no para favorecer a unos y castigar a otros, sino para que todos nos enteremos.

¿Ayuda la polémica que se ha creado en torno a la exhumación de los restos de Franco?

Creo que no hay nadie en el panorama político que reividique el legado franquista, por lo que no veo el interés que puede tener ese tema. Hay cosas mucho más importantes en España de las que preocuparse que donde están los restos de una persona que murió hace 43 años.

El nacionalismo en Europa

El nacionalismo está resurgiendo en Europa. Parece que volvemos a andar hacia atrás.

Todo el debate identitario y volver a la dialéctica del nosotros y los otros, o del forastero, me preocupa mucho. Indudablemente esto es un paso atr ás . Borges llamaba a los nacionalismos «ternuras ancestrales» . Todo el mundo tiene apego a su tierra chica, a los paisajes, a su clima, al tipo de acento con el que habla, y eso está bien en la medida en que sean eso, ternuras, folklore, creaciones culturales: pero si lo queremos convertir en un signo de identidad que nos separa del resto entonces resulta diabólico con resultados históricos conocidos y desastrosos.

Después de la II Guerra Mundial una corriente de pensamiento habló de la necesidad de un gobierno mundial. La ONU fue el germen de eso pero quién se acuerda ahora de ella. El nacionalismo supone volver a la época de las cavernas.

¿Le ve futuro a la Unión Europea?

La reconciliación de Alemania y Francia es el mayor hito europeo del siglo XX y la Unión Europea es el resultado. Nos ha traído sesenta años de paz en Europa, excepción hecha de la guerra de los Balcanes. Soy optimista

¿Lo es también en Cataluña? Se han roto muchas familias por culpa del independentismo y hay hermanos que ya no se hablan.

Algunos quieren volver a la situación previa a la época de los R eyes Católicos . Esto es algo disparatado y muy preocupante. Mi padre era alavés de origen pero vivió toda su niñez y juventud en Cataluña y hablaba perfectamente catalán. Mi padre se hizo funcionario y podía pedir traslado a cualquier lugar de España y entonces yo sabía que a mi padre le gustaba mucho Cataluña y un día le pregunté por qué no pedía una plaza en Cataluña. Me contestó: «Porque no quiero que un hijo mío se sienta extraño en su propio país» .

¿En qué año le dijo esto?

En los años 60. No es un problema nuevo, pero a mí me pareció muy triste que mi padre no quisiera volver a Cataluña. Hoy en día creo que muchos padres le dicen a sus hijos lo mismo que mi padre me dijo a mí. En esto siento no poder ser optimista. Tiene que suceder algo gordo para que esto se resuelva.

¿A qué se refiere?

A una conmoción social. Espero y deseo que no ocurra pero no creo que haya una solución al menos hasta dentro de treinta años. El odio, cuando se inocula, tarda mucho en desaparecer, si desaparece.

Ricos y pobres

¿Por qué cree que en España resulta tan popular atacar a los ricos o a las personas que se han esforzado por conseguir un mayor bienestar? ¿No sería mejor eliminar la pobreza en vez de acabar con los ricos?

Esta desconfianza hacia la persona que triunfa es muy española . En Estados Unidos y otros países anglosajones y europeos se ve con mucha más naturalidad y admiración porque ellos tienen una idea que falta en España y que es que para repartir la riqueza antes hay que crearla . Además, devuelven gran parte de su riqueza a la sociedad a través de la filantropía y el mecenazgo . Las mejores universidades del mundo están creadas por estas personas, al igual que las mayores fundaciones culturales y filantrópicas del mundo.

¿Esta desconfianza hacia los ricos en España tiene algo que ver la religión católica que profesan la mayoría de sus habitantes?

Esto es complejo pero creo que hay más católicos en Italia, Estados Unidos y en Irlanda que en España, de cuya esfera pública se ha erradicado prácticamente esta religión, lo cual resulta sorprendente por el papel que tuvo la Iglesia en la reconciliación de los dos bandos que cristalizó en la Transición . Tampoco en los países de los que acabamos de hablar, y que admiran a sus ciudadanos más prósperos, son todos protestantes, que suelen ver la riqueza con mejores ojos que los católicos. En cualquier caso, tenemos mucho que aprender de esos países.

¿Por qué cree que la religión está perdiendo peso en Europa y ganándolo en los países árabes y de Oriente Próximo?

El tipo de religiosidad de los países árabes es muy crispada y parece más bien una reaccción ante el miedo que sienten a la apertura del mundo y a la globalización. Se refugia de forma ofuscada en antiguas esencias de la Edad Media o incluso más atrás. Creo que en Europa y Extremo Oriente , que es ya casi más Primer Mundo que nosotros, lo que está en crisis es la religión clerical . Una sociedad donde el pueblo era rebaño y se consideraba que los clérigos tenían el monopolio de la religión. La religiosidad del siglo XXI en nuestro país debe ser una religión más universal y vivida por los ciudadanos . Todos tenemos grandes preguntas y nos las hacemos, quizá de una manera más íntima y directa. Yo creo que la religión, en ese sentido, no es una cosa del pasado sino algo con futuro.

Decía Saramago que los grandes templos actuales son los centros comerciales.

Yo observo mucha superficialidad , mucho disiparse con los adelantos técnicos, los móviles inteligentes y los aparatitos.

Infantilismo

¿No nos estamos infantilizando?

-Sin duda. Yo veo que muchos jóvenes, e incluso mayores, son incapaces de leerse un libro de más de cien páginas . Incluso en los periódicos sólo se leen los titulares en Internet. Yo veo un gran retroceso en esto y creo que el tiempo libre, que debería utilizarse con la misma o mayor responsabilidad que el tiempo laboral, se desaprovecha cada vez más en cosas banales en vez de emplearse en proyectos que nos reconforten y nos hagan crecer como personas . Ahora se vive un poco a salto de mata con distracciones que se evaporan tan rápido como el humo. Y dentro de veinte años los robots van a hacer muchas de nuestras tareas y vamos a tener mucho más tiempo libre. H abría que concienciar a a la gente para que lo emplee en cosas útiles en vez de jugar a las maquinitas.

Actuamos a veces como niños poniendo el acento sólo en nuestros derechos y casi nunca en las obligaciones.

Si intentáramos cumplir con nuestras obligaciones tendríamos más derecho a ser más exigentes con la actuación de los politicos, los jueces o los patronos. Tal vez seríamos incluso más indulgentes con ellos.

Dice el psicólogo canadiense Jordan B. Peterson, autor de «Doce reglas para vivir» que nos iría a todos mejor si cargáramos con nuestra responsabilidad individual.

Esa es una filosofía muy anglosajona, de sacarme yo las castañas del fuego. Esto puede tener una lectura muy egocéntrica pero también tiene una lectura social. Se vertebra también teniendo una vida equilibrada y no sólo acudiendo a las manifestaciones .

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