Premio Concha Caballero

Enriqueta Vila: «Con el feminismo actual no me identifico y creo que pocas mujeres lo hacen»

La historiadora americanista recibe el premio Concha Caballero de la Universidad Internacional de Andalucía

Enriqueta Vila recibe el premio de manos del rector de la UNIA, José Ignacio García J. M. Serrano

Elena Martos

Poco podía imaginarse la historiadora americanista Enriqueta Vila (Sevilla, 1935) que terminaría protagonizando un evento del Día de la Mujer , pero la casualidad ha querido que una de esas actividades centrales fuera la entrega del premio Concha Caballero que concede la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) y que este año ha querido reconocer con el mismo su trayectoria. La pandemia ha obligado a retrasar este acto que debía haberse celebrado en febrero, como ha reconocido el rector de la institución, José Ignacio García , pero qué mejor fecha que un 8 de marzo para homenajear a tan insignes mujeres.

Las primeras palabras de la profesora Vila nada más subir al atril han sido para recordar a Concha Caballero, a quien no conoció personalmente, pero a la que admiraba. La ha definido como «una mujer luchadora, coherente, trabajadora y feminista de tiempo relativamente pasado cuando el feminismo no se reducía sólo a un problema de género» . «Por eso mis primeras palabras quiero que sean de agradecimiento por este premio que pienso que se debe sobre todo a mi edad. No era usual que una mujer de mi generación se dedicara a su carrera, pero una serie de circunstancias vitales y la ayuda incondicional de Juan, mi marido, compañero desde hace más de sesenta años, me dieron la oportunidad de hacerlo», ha señalado.

La galardonada ha recordado que todos estos años de esfuerzo y trabajo han tenido «una enorme compensación» que ahora se ve reforzada con este premio que también ha querido compartir con «todas las mujeres de mi edad que no tuvieron una profesión porque su papel de madres y amas de casa les ocupaba todo el tiempo , un trabajo, a veces más duro y más pesado que el de las que trabajamos fuera».

También ha lamentado que el movimiento actual se aleje cada vez más de «la defensa de los derechos de la mujer, que todavía no están conseguidos , sólo hay que mirar las cifras paro femenino para darse cuenta« y ha sido tajante al asegurar que »con el feminismo actual no me identifico absolutamente nada y creo que pocas mujeres lo hacen».

Tras ello ha hecho un recorrido por la historia para hablar de los orígenes del feminismo que ahora parecen desdibujados en los manifiestos y discursos oficiales. Así, habló de los primeros brotes que surgieron en torno a la aprobación de la Constitución de 1812 cuando un grupo de mujeres intelectuales reclamaban el derecho al voto ante las Cortes de Cádiz, un movimiento frustrado que derivó en numerosas tertulias femeninas a las que solían acudir algunos hombres.

La historiadora americanista Enriqueta Vila J. M. Serrano

«Este tipo de tertulias se puso se moda en toda Europa y empezaron a caer a mitad del siglo XIX desbancadas por un feminismo más activo, en el que la política quedaba al margen para dar paso a la defensa de derechos de la mujer en todos los sentido: derecho al voto, al trabajo, a la educación y a la equiparación de accesos» . ha comentado. En España las grandes corrientes feminista llegaron con la entrada del Krausismo -el movimiento inspirado por el filósofo alemán Friedrich Krause que concilia el racionalismo con la moral- en 1850 cuando sus idea sobre la importancia de la educación del pueblo comenzaron a prosperar hasta que en 1876 fueron recogidas y puestas en práctica por la Institución Libre de Enseñanza . Practicantes de este feminismo fueron Emilia Pardo Bazán y, especialmente Concepción Arenal , en la que se ha detenido la historiadora.

«Con Concepción Arenal nace el feminismo en España. Nacida en 1820, desde muy joven luchó por vencer los cánones establecidos para las mujeres, reivindicando su igualdad con el hombre en todas las esferas sociales. Casi todos sus escritos le dedican un espacio defendiendo su independencia y su derecho a la educación igual a la del hombre . Creía que la mujer debía trabajar fuera del hogar adelantándose con ello muchos años a esta idea y no entendía la causa de por qué las marginaban de profesiones como la farmacia, la medicina, la abogacía y hasta el sacerdocio», ha señalado.

A modo de conclusión, ha considerado que «el feminismo actual debe ir por la vía de la conciliación con el reparto igualitario del trabajo de la casa y los hijos». Para terminar ha recordado que « una de las grandes revoluciones del siglo XX es la incorporación mujer al trabajo ganada por ella misma , hagamos entre todos que la del XXI sea la revolución de la igualdad de oportunidades cambiando mentalidad masculina».

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