Coronavirus Sevilla

«Nos sorprendió ver tanta gente joven en la UCI y que el coronavirus pudiera acabar con cualquiera»

José Garnacho, jefe de UCI del Virgen Macarena de Sevilla, y Lola González, supervisora de Enfermería de UCI, recuerdan los durísimos tres meses de pandemia y piden que no se baje la guardia frente al virus: «Nadie está a salvo del virus, ni los jóvenes ni los deportistas»

Sevilla da la espalda a los rebrotes y sumas tres días sin nuevos contagios de Covid-19

Profesionales de UCI del Virgen Macarena con Claudio, en el centro, uno de los pacientes con Covid que estuvo muy grave en la UCI HUVM

Jesús Álvarez

Los cinco mil profesionales del Virgen Macarena de Sevilla han luchado contra el coronavirus durante más de tres meses pero fue en la UCI de este centro hospitalario, en la que trabajan unos doscientos, donde el combate contra este virus desconocido adquirió perfiles más dramáticos. El primer paciente les llegó el 14 de marzo, el primer día del estado de alarma, y ya no hubo descanso hasta el viernes 12 de junio, fecha en que salió el último. Tuvieron 30 enfermos graves de perfiles muy diferentes y más de 22 superaron la enfermedad, de cuyas secuelas se recuperan en sus domicilios Entre los que no lo lograron, hubo gente mayor y gente joven.

«En el mes de febrero se pensaba que a España esto no iba a llegar y no había nada previsto; y de pronto nos encontramos prácticamente en una epidemia de una enfermedad completamente nueva», cuenta Garanacho. El perfil de los pacientes que recibieron no se correspondía al que esperaban. «H emos tenido personas jóvenes de veintitantos, treinta, treinta y tantos, cuarenta y casi ninguno de ellos tenía patologías previas», cuenta José Garnacho, jefe de UCI del Virgen Macarena.

A la supervisora de Enfermería de la UCI, Lola González , que trabajó codo con codo con Garnacho y los demás profesionales de la unidad, también le sorprendió que tanta gente joven acabara en la UCI por culpa del coronavirus. «Fue lo más sorprendente porque se decía que este virus sólo era grave para personas mayores con patologías previas y cuando vimos llegar a gente joven que tenía buena salud muchos nos acordábamos de nuestros hijo s», cuenta.

Garnacho explica que «se sabe aún poco de este virus pero hay personas jóvenes sin patología que por algún motivo o susceptiblidad genética lo que empieza cursando como un simple catarro acaba en una enfermedad muy grave, que incluso puede derivar en la muerte de esa persona. Ha ocurrido en todos los hospitales y también en el nuestro. No se trata de crear alarma sino de describir lo que ha ocurrido» .

Algunos de los pacientes que llegaron al Virgen Macarena con síntomas de un catarro o con un cuadro febril leve progresaron rápidamente a problemas respiratorios y a un agravamiento de la infección. El mayor pico de enfermos en UCI por Covid-19 se dio a principios de abril con 20 pacientes que precisaron simultáneamente una atención intensiva. Aunque aún quedaban diez unidades disponibles, que podrían haberse ampliado a algunas más en virtud del plan de contingencia, algunos profesionales del centro temieron que la UCI se colapsara.

«Un día ingresaron siete pacientes y creo que todos pensamos que si esa progresión continuaba unos días acabaríamos como Madrid o Barcelona. Si eso hubiera sucedido, tendríamos que haber ideado la manera de conseguir más respiradore s y equipos para atenderlos porque entonces no sabíamos cómo iba a ser el final de todo esto. Nos teníamos que poner en lo peor y e se día lo pasamos todos muy mal . Sin embargo, la progresión se detuvo ahí y al día siguiente ingresaron algunos menos, no recuerdo si fueron tres o dos, y al día siguiente creo que ya solo uno», cuenta Garnacho.

«Un día de principios de abril ingresaron siete pacientes en la UCI y todos pensamos que acabaríamos como Madrid o Barcelona. Esos días murieron algunas personas rápidamente y algunos eran jóvenes. Muchos pensamos en nuestros hijos»

Lola González destaca la colaboración, la solidaridad, la profesionalidad y los reflejos de todo el equipo. «Nos fuimos preparando sobre la marcha y ese día fue uno de los peores. Estuvimos habilitando, buscando cosas y todo se hizo muy rápido. Tuvimos la colaboración de mucha gente. En esos días murieron algunas personas muy rápidamente y algunos eran jóvenes . Eso fue lo peor porque muchos pensamos que le podría pasar también a nuestros hijos y nos hizo pasar miedo», recuerda la supervisora.

Esas muertes de jóvenes sin patologías previas (y de personas mayores a las que no se pudo salvar) desanimaron mucho a todos los profesionales que luchaban contra un virus desconocido, pero siguieron adelante y lograron salvar a tres de cuatro pacientes. «Los días de Semana Santa fueron muy duros y la semana posterior también se hizo muy larg a», cuenta Garnacho.

Largas fueron también las estancias de los enfermos de coronavirus en las UCI. La media fue de tres semanas pero las hubo de un mes, mes y medio, y hasta dos meses. «Álvaro, uno de nuestros enfermos, estuvo estuvo dos meses incosciente y es verdad que pensamos que no iba a despertarse nunca. Lo hizo y salió relativamente rápido de la UCI. Otros fueron al revés », cuenta la supervisora de Enfermería.

Algunos estudios hablan de que el virus puede afectar más a los hombres o cursar con mayor gravedad pero la experiencia en la UCI del Virgen Macarena no avala ninguna de esas teorías. «No ha habido más hombres que mujeres afectados y el virus no ha hecho distinciones de sexo ni de edad. Obviamente ha cursado con mucha más gravedad en personas con patologías previas pero a UCI nos llegaron casos críticos sin ninguna patología. Me gustaría que la gente se concienciara de que nadie está libre de entrar en UCI por coronavirus y no salir de ella con un fracaso multiorgánico», advierte Garnacho. Y añade: «Las mascarillas son muy importantes. Hace falta más concienciación y no relajarse en esta nueva etapa . Es muy importante ser consciente de que el virus sigue ahí y puede afectar a cualquier persona, con independencia de su edad, sexo, condición socioeconómica o patologías previas. No se puede jugar con fuego. Es importantísimo mantener el distanciamiento social».

Ser joven, hacer deporte o gozar de buena salud no es, pues, ningún salvoconducto para mirar al coronavirus con indiferencia y el relax que se observa en el comportamiento de algunas personas desde el inicio del desconfinamiento preocupa mucho a los médicos que han batallado contra él durante los últimos cuatro meses. «En la UCI hemos tenido personas jóvenes y deportistas y algunas no salieron. Ojalá esto no se repita en otoño», dice el jefe de UCI.

En la UCI les ponen nombres a todas estas personas, porque se acuerdan de ellas, de las que salieron y de las que no. «Claudio es familiar de un compañero del hospital, una persona joven sin ninguna patología . Comenzó con un cuadro simple que rápidamente evolucionó a una neumonía bilateral gravísima con una situación crítica. Estuvimos apunto de meterlo en ECMO (técnica extracorpórea para proporcionar soporte cardíaco y respiratorio a pacientes cuyos pulmones y corazón están gravemente dañados). Tuvo un fracaso renal agudo del que logró salir», comenta Garnacho.

Lola González recuerda muy bien a una estudiante alemana de 22 años que estuvo 35 días en la UCI. « Luz estaba en Sevilla con una beca Erasmus. Su situación era muy particular porque estaba sola en un país extraño, se encontró mal y tuvo que ingresar en el hospital. Estuvo bastantes horas despierta antes de entrar en UCI y sus padres estaban en Alemania y no pudieron venir a verla porque no había vuelos disponibles y todos los hoteles de Sevilla estaban cerrados».

Luz, estudiante alemana de 22 años estuvo 35 días en la UCI. «Con ella tuvimos que utilizar un ECMO, lo último a lo que se acude cuando los pulmones no se pueden oxigenar ni siquiera con un respirador convencional»

Esta jovencísima universitaria tuyo una evolución clínica muy mala con una insuficiencia respiratoria muy severa causada por el virus. «Con ella tuvimos que utilizar un ECMO , lo último a a lo que se acude cuando los pulmones no se pueden oxigenar ni siquiera con un respirador convencional. Estuvo dos semanas con un sistema que oxigena la sangre de forma extracorpórea , todo con aislamiento y tardó tiempo en recuperarse», recuerda Garnacho, que no olvidará nunca las radiografías de sus pulmones. «Parecían incompatibles con la vida pero la chica salió adelante. Que fuera tan joven ayudó a su recuperación», cuenta.

En el hospital informaron a su padres a diario y los sanitarios casi la adoptaron como un miembro más de la familia porque no tenía a nadie en Sevilla. «Era la niña de la UCI y muchos teníamos hijos o hijas de su edad. Hablaba perfectamente español y desde fuera del box de la UCI nos comunicábamos con ella a través de un "walkie talkie" que compramos. Su pareja era músico y le grababa canciones que escuchaba a través de su móvil cuando despertó», cuenta Lola González. Luz les envía fotos desde Alemania a su «familia sevillana» del hospital. «Nos ha llegado una carta de agradecimiento de su madre que nos ha traducido una compañera que sabe alemán. Nos daba las gracias por las llamadas telefónicas y por el cariño que le dimos, aparte de los cuidados médicos».

La llegada de gente joven a la UCI sin patologías previas hizo a muchos sanitarios reflexionar sobre los riesgos de contagiarse y transmitir el virus a sus familias. «Algunos compañeros se fueron al Hotel Macarena o a pisos vacíos para aislarse de cualquier contacto con sus familias durante la pandemia. Querían protegerlo s pero el día a día fue mucho más duro para todos ellos en esa soledad», cuenta Lola González, que reconoce que «ese miedo a contagiarse siempre lo tuvimos, pero el mayor miedo era que pudiéramos transmitir la enfermedad a otras personas o a familiares que tuvieran alguna patología y que fueran más vulnerables al virus».

Los profesionales de la UCI tuvieron pocos días de descanso en el hospital y algunos tuvieron que darse de baja para prevenir posibles infecciones , pero rápidamente cualquier sanitario disponible se ofrecía a cubrir la ausencia del compañero, a pesar del miedo a infectarse. En Urgencias se contagiaron casi veinte profesionales al principio de la pandemia y el hospital llegó a tener de baja de forma preventiva en algunos momentos a 260 trabajadores (casi el 5 por ciento de su plantilla). Sin embargo, no hubo ningún positivo por coronavirus en la UCI, aunque a lgunos profesionales de esta unidad sí estuvieron aislados por los síntomas de algún familiar o haber tenido contacto con algún contagiado. «Ahora estamos haciendo la serología a todos los profesionales», comenta la supervisora de Enfermería.

Respecto a un posible rebrote masivo en octubre, Garnacho cree que, a falta de vacunas, lo más importante será «el manejo precoz de los pacientes. Aquí nos han llegado enfermos tras días de fiebre, más avanzado, y si hubiera rebrote creo que ya no va a pasar e so. En Alemania lo hemos visto: se han tomado medidas de aislamiento y también hospitalarias mucho más rápidas. Cuanto antes se aborde, mejor será el pronóstico», dice.

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