Coronavirus en Sevilla

El confinamiento para frenar el coronavirus fracasa en los barrios marginales de Sevilla

ABC es testigo de cómo las medidas para impedir los contagios se incumplen en zonas como las Vegas, Vacie o Los Pajaritos

Una familia de las Tres Mil en una imagen tomada ayer por la mañana Juan Flores/Manu Gómez

Silvia Tubio

Hay una Sevilla confinada en sus casas por la orden impuesta para frenar el avance del coronavirus ; pero hay otra que desoye la orden decretada por la autoridades. Desde que estalló la crisis sanitaria los medios transmiten la imagen de una urbe paralizada, sin vida en sus calles, por culpa de un estado de alarma insólito. Pero hay otras estampas como las que sólo se pueden ver si uno se acerca a algunos de los barrios conflictivos de la capital. Allí el incumplimiento de la orden puede ser una cuestión de fe, como las celebraciones a pie de calle de los cultos de la Iglesia Evangélica en las Tres Mil Viviendas.

La grabación a escondidas que hizo un vecino de una de esas celebraciones el pasado miércoles y que difundió ABC fue determinante para que este jueves aumentara la presencia policial por estas zonas marginales. Controles de la Policía Nacional y de la Local filtraban la entrada a las Tres Mil Viviendas. También se vieron agentes por Los Pajaritos, donde el martes por la noche cinco personas acabaron detenidas después de haberse enfrentado a los agentes que le habían indicado a dos jóvenes que no podían estar en la vía pública.

ABC regresó este jueves a las Tres Mil Viviendas , a Los Pajaritos y al Vacie, donde comprobó que el cumplimiento de la orden de confinamiento es laxa; si bien, hay menos movimiento en las calles. En el Polígono Sur hay vecinos que llevan días demandando más policías para atajar las actitudes incívicas de aquellos que se niegan a acatar las normas, incluso quien solicita que la Unidad Militar de Emergencias (UME) se desplace hasta su barrio.

El Comisionado pide que patrulle la UME

El Comisionado para el Polígono Sur, Jaime Bretón , se sumaba a la petición de que la UME patrulle las Tres Mil Viviendas para poner fin a las ceremonias religiosas : «No puede haber una minoría que haga lo que le dé la gana y no se ajuste a las recomendaciones de las autoridades». Bretón no se mordió la lengua en unas declaraciones realizadas a la agencia EFE en las que detalló que detrás de esos ritos están «innumerables» escisiones de las cuatro iglesias evangelistas de Filadelfia formadas por clanes familiares «desestructurados» y que «no están acostumbrados al orden público, a la disciplina y a respetar la convivencia»; por lo que considera que la Administración se tiene que «imponer». Precisamente, las imágenes grabadas el miércoles las protagoniza el clan de los Caracoleños , un grupo exiliado del barrio en 2009 tras la muerte de un menor en un tiroteo, que después pudo regresar.

Al problema de los que no quieren acatar las normas por sistema, están los indigentes, toxicómanos y personas sin recursos que no pueden quedarse en casa porque en muchos casos no tienen

ABC fue testigo de cómo los agentes ordenaban ayer a los vecinos que se encontraban en Las Vegas , que regresaran a sus casas y entre risas, bromas y palmas, se metían en sus viviendas para volver a salir nada más marcharse la Policía. «Si no tenemos para comer, señor agente. Tendremos que salir», se reía una de las vecinas que asomaba la cabeza por una ventana junto a otros familiares. Personas sentadas al fresco en la calle, en los portales frente a otros vecinos que, cubiertos con mascarillas y guantes de látex, apretaban el paso, y los dientes, de vuelta a sus casas cargados con las bolsas de la compra.

Un pabellón para sin techos

No es una situación exclusiva de las Tres Mil Viviendas. También se observa en Los Pajaritos, Torreblanca, Polígono Norte, Vacie...En todas estas zonas hay un grave problema de exclusión social que colisiona frontalmente con una orden tan restrictiva como el confinamiento. Por un lado están los que viven al margen de la ley, como los traficantes que siguen manteniendo sus puntos de venta de droga abiertos -la actividad no se ha detenido, por ejemplo en los narcopisos del sector Nazaret-; por otro, «están los buscavidas que sobreviven con unas cuantas chapuzas al día y que en esta situación, el confinamiento se hace muy cuesta arriba» o los que simplemente no tienen dónde esconderse del virus: los sin techo o aquellos que residen en chabolas como las últimas que se mantienen en pie en el Vacie.

Quien habla conoce bien estas zonas periféricas de la capital, tan alejadas de la imagen de postal que exporta al mundo Sevilla. Se llama Juan Carlos Leal, gerente del cátering social Abrecaminos, que trabaja en estos barrios desfavorecidos. «Hay muchas familias que tienen a sus hijos tutelados todo el año, alimentados incluso en verano a través de las escuelas de verano. Ahora estos niños están encerrados en casa sin llevarse prácticamente nada a la boca. Es muy difícil que la gente se confine en esas condiciones».

El Ayuntamiento, con la colaboración de La Caixa y esta empresa de cátering, ha habilitado una parte del polideportivo de La Paz , que está actualmente cerrado por la pandemia, para confinar a unos 125 indigentes que estaban pernoctando los últimos días en las inmediaciones del centro de salud del Polígono Sur y que estaba generando mucha preocupación a las autoridades.

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