Carlos Romero: «La política en España necesita de los católicos»

Convencidos de que los católicos tienen mucho que aportar en la vida pública, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) inauguró ayer la decimoséptima edición de su congreso anual, que lleva por lema «Construir la democracia: responsabilidad y bien común» y que se celebra hasta mañana domingo.

Por primera vez desde que fuera designado presidente de la ACdP en febrero de 2011, Carlos Romero Caramelo fue el encargado de pronunciar las palabras de apertura de una de las marca más conocidas de esta asociación de fieles: el Congreso Católicos y Vida Pública. En el acto también estuvo presente el director de ABC, Bieito Rubido, que presentó a Romero como «un ejemplo de coraje cívico».

Fiel al carisma de la ACdP, Romero aprovechó su discurso inaugural para reivindicar el papel de los católicos en la construcción democrática. «La política en España necesita de los católicos.

Nos necesita porque allí donde estemos, estamos llamados a alzar la voz para situar la dignidad de la persona y la cultura de la vida como fundamentos de la democracia».

Inercia de los partidos

Romero también reflexionó sobre la distancia que en los últimos años ha tomado la sociedad con respecto a la política, pese a que los partidos ocupan el cuarto puesto entre los problemas que más preocupan a los españoles. Entre los factores de esta fractura, el presidente de la ACdP destacó «los escándalos de corrupción» y en muchos casos la falta de «integridad» de los propios dirigentes al ser incapaces de mantener «actitudes consecuentes con los principios y las posiciones que defienden». «Que hagan lo que dijeron que harían en el tiempo que dijeron que lo harían, y en caso contrario, que rindan cuentas por ello», aseguró.

Entre las amenazas que debilitan la democracia, Romero también mencionó «la inercia de los partidos tradicionales, que han descuidado su decisivo papel representativo» y el «oportunismo» de los movimientos populistas y radicales para «canalizar la frustración» de una parte de la población. «Su estrategia siempre ha sido sembrar la duda y el recelo sobre las instituciones democráticas y sobre el régimen nacido de la Constitución del 78», apuntó Romero, que también incluyó en este apartado al «nacionalismo exacerbado».

Lejos del pesimismo y partiendo de la premisa de que «la democracia nunca es una obra terminada», el presidente de la ACdP aprovechó gran parte de sus palabras de bienvenida para hacer algunas propuestas, «como definir y aceptar, de una vez y con claridad, cuáles son las normas fundamentales que gobiernan el destino de España». «Un debate que después de cuarenta años no está todavía cerrado», añadió. También sugirió «una sociedad civil más robusta y comprometida con el bien común» y una mayor participación de los ciudadanos, y sobre todo de los católicos, en la vida pública no solo «como un derecho» sino como «una responsabilidad moral».