Modifica sus conclusiones

La Fiscalía eleva a 25 años la petición de cárcel para el acusado de asesinar a su mujer en Alcolea del Río

Las acusaciones elevan la petición de indemnizaciones para los padres y los hermanos de la víctima

Juicio contra el asesino confeso de su mujer en Alcolea del Río Juan José Úbeda

J. Díaz

El Ministerio Fiscal ha elevado su petición de cárcel para Antonio María G.G., pasando de 20 a 25 años , como presunto autor de asesinar a su mujer María del Rosario L.B. el 16 de abril de 2017 en el domicilio de ambos, situado en la calle Cádiz de la localidad sevillana de Alcolea del Río y cuyo cadáver fue oculto en una maleta arrojada en una finca.

Así lo ha expuesto la representante del Ministerio Fiscal durante la fase de conclusiones, que ha tenido lugar este jueves en el juicio con jurado popular que celebra la Audiencia de Sevilla contra el asesino confesó de María del Rosario. En concreto, la fiscal, que considera los hechos constitutivos de un delito de asesinato con la agravante de parentesco. ha modificado su petición de prisión inicial, elevando en cinco años la misma, que queda en 25 años de cárcel en lugar de los 20 solicitados inicialmente para este caso de violencia de género .

Igualmente, la acusación ejerce el abogado Rafael Ramírez García del Junco, en representación de dos de los hermanos, pide 25 años de prisión por un delito de asesinato y ha aumentado la solicitud de indemnización para éstos, así como la representación de los padres de la víctima ha modificación su petición de indemnización, subiéndola a 90.000 euros para cada uno de los padres.

La defensa, siete años y medio

La defensa de Antonio María G.G., por contra, solicita siete años y seis meses de prisión por un delito de homicidio, con la circunstancias modificativas de responsabilidad de las atenuantes por arrebato y confesión, eliminando la enajenación mental y las dilaciones indebidas.

Durante su interrogatorio el acusado, en prisión provisional por estos hechos, apuntó que la víctima « no se ocupaba » de su hija y que quería « envenenar » tanto a él como a su hija. Tras elló, relató que el día de los hechos tenía intención de ir a ver a un abogado a Lora del Río para pedirle asesoramiento sobre un supuesto envenenamiento por parte de su pareja al contemplar «elementos extraños en muchas botellas de refresco de naranja», así como sobre el modo de conseguir la custodia de su hija, ya que quería «finalizar la relación» con su mujer, quien por esas fechas había conocido a otra persona por Internet, algo que «no le importaba».

Previamente había discutido con su pareja por temas económicos para poder «hacer frente» a la comunión de su hija en común. Tras ello, señaló que llevó a la niña a casa de unos vecinos para poder ir a Lora a ver al referido abogado si bien volvió a su domicilio donde retomó una discusión con su pareja «que fue subiendo de tono» y que tras empujarle ella «varias veces», no recuerda «nada más» , según declaró. Ya sólo vio a su pareja «tumbada en el suelo» ya fallecida.

Sin embargo, el acusado confesó en su declaración en el Juzgado de Instrucción número 1 de Lora del Río que abordó a la víctima por la espalda, colocándole uno de los cordones para asfixiarla, pero el encausado, en el juicio oral, siguió manteniendo que no lo recuerda.

Igualmente, admitió que « por miedo » a que perdiera a su hija, metió el cadáver de M.R.L.B. en una maleta grande y que la metió en su coche hasta que deambuló «sin ningún rumbo» y que cuando fue consciente de los ocurrido paró y dejó la maleta en un arroyo seco «en medio del campo» y «escondida» entre unas ramas de olivo.

El juicio ha continuado este jueves con la declaración de algunos de los agentes de la Guardia Civil actuantes durante las distintas fases de la investigación. Así, dos de ellos, entre el que se encuentra el jefe del Grupo de Homicidios de la Unidad orgáncia de la Policía Judicial del Instituto Armado, han señalado que acudieron al hospital, donde se encontraba ingresado el acusado después de haber intentado quitarse su vida .

Seguramente, por la presión que ya sentía de que la investigación apuntaba a él en la desaparición y muerte de su mujer, sobre todo, después de que ya se hubiese realizado el registro policial en el domicilio de la familia, donde localizaron, en la planta superior, dos bolsas con ropa de la víctima y su bolso y documentación nacional de identidad en una caja.

«Si no nos indica el lugar donde ocultó la maleta, no hubiera aparecido en su vida»

Según han relatado estos agentes, el acusado, tras un tiempo converando con ellos, "se soltó" y contó lo sucedido y donde se encontraba el cuerpo. El jefe del Grupo de Homicidios ha admitido que Antonio María confesó y colaboró con ellos. «Él nos dijo donde estaba la maleta. Si no nos lo dice, no aparece». « Si no nos lo indica, no hubiera aparecido en la vida », ha afirmado otro de los agentes actuante.

Por contra, el tercero de los declarantes ha afirmado que hubiese sido más difícil y hubiera sido más difícil de hallar, porque estaba situado en un sitio de acceso complicado y que tenía que ser conocido por el marido para llegar hasta allí, un arroyo seco en una zona de frutales y olivar. Los agentes sospecharon desde el inicio de Antonio María, quien denunció la desaparición de su mujer. El acusado no sufrió lesiones importantes cuando se autolesionó.

Los forenses que realizaron la autopsia, que han declarado también este jueves, y han señalado el cuerpo de Rosario, que fue trasladada al Instituto Anatómico Forense de Sevilla en la maleta para tratar de conservar todas las pruebas, se encontraba en «un estado bastante avanzado de putrefacción», lo que dificultaba el análisis del cadáver.

El cuerpo sin vida, «encajado en posición fetal en la maleta», tenía lesiones visibles, sobre por los lazos alrededor del cuello que tenía. Uno de los forenses actuantes ha indicado que tres bolsas acordonadas cubrían la cabeza de la mujer , cuyo cuello también contaba con tres cordeles, de botas y largos.

Además, presentaba un golpe en la cabeza recibido cuando aún tenía vida, descartando que fuera una caída. Este golpe no provocó daños externos en la piel ni fractura craneal. Según los forenses, se podría decir que fue coetáneo con la agresión del varón a la entrada de su mujer en su vivienda. Igualmente, han señalado que la víctima no presentaba señales de haberse defendido del ataque sorpresivo de su marido.

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