sociedad

Los propósitos de año nuevo, la primera promesa incumplida del 2023

El psicólogo Javier Corchado analiza los principales errores que se comenten a la hora de comenzar un nuevo hábito y da algunas claves para alcanzar nuestros objetivos

Maquinaria de un gimnasio abc

Jesús Mejías

Se fue el 2022 y es hora de hacer balance, de pensar en todos los objetivos que nos propusimos poco después de comernos las uvas y dar inicio al año que recientemente hemos dejado atrás. En muchos casos se han logrado, en otros tantos el resultado ha sido negativo, pero lo que sí es común en todos los mortales es afrontar el inicio del nuevo año con ilusión, la ilusión de que «este va a ser mi año» con el pensamiento de que «año nuevo, vida nueva».

El día 1 de enero por la mañana, todos nos levantamos con optimismo, y con resaca en muchos casos por la larga noche con la que dimos la mejor entrada posible al año. Nos marcamos retos ambiciosos: dejar de fumar, hacer deporte de manera regular, comer de una manera más saludable, viajar a nuevos lugares e incluso cuidar más de nuestra salud mental.

Es bastante habitual ver en los informativos televisivos diversos reportajes en los que se habla del aumento de inscripciones en los gimnasios en los primeros días del mes de enero, que están prácticamente a rebosar de manera continua, un panorama que dista mucho al aspecto que presentan por ejemplo un 20 de abril o un 15 de agosto, cuando en muchos casos, ya hemos desistido y nos hacemos la falsa promesa de: «ya comenzaremos el año que viene».

Es fácil iniciar un reto de año nuevo, pero sin constancia, sin fe y sin una estrategia bien marcada y definida, es más fácil aún incumplirlo y abandonarlo.

Javier Corchado es licenciado en psicología y cuenta con un máster en Psicología general sanitario. Comenta algunos de los errores más comunes que se pueden cometer a la hora comenzar con un reto o propósito para el año nuevo y señala cómo debemos actuar para cumplir con nuestro objetivo.

Bien es cierto que al ser humano parece que le gusta empezar un nuevo hábito en fechas marcadas. Mentalmente parece que preferimos empezar un lunes o el día 1 de cada mes antes que un sábado o el día 17. «Realmente no tiene nada de especial, es una cuestión de nuestra mente», señala, y agrega que «psicológicamente parece que comenzar los proyectos a primeros de mes, un lunes, a primeros de septiembre o a primeros de enero parece que son fechas que nos facilitan las cosas, que nos facilitan hacerla».

Reconoce que «hacer las cosas con un cierto orden nos ayuda», aunque «no podemos caer en la trampa de que si no empezamos un lunes o un 1 de enero no merece la pena empezar. Cualquier cambio e hábito es bueno iniciarlo en cualquier momento».

Es habitual comenzar dichos propósitos el 1 de enero, cuando pocos después tenemos en el calendario otra fecha señalada como son los días 5 y 6 de enero con los Reyes Magos, dos jornadas de comidas copiosas y tardes y noches con amigos.

«Lo ideal es empezar un hábito cuando vaya a haber una época de mayor tranquilidad para cumplirlo, sobre todo ligado al estrés y al agobio que me puedan provocar ciertas fechas y ciertos momentos», apunta.

En el hipotético caso en el que «alguien quiera dejar de fumar, el mejor momento es cuando no tengas mucho estrés laboral», señalando que «ese es el gran error a la hora de cambiar un hábito, querer hacerlo todo a la vez y todo ya, no es tanto por la fecha del día de reyes o el 1 de enero, es ver que es una fecha en la que podamos hacerlo».

Los principales errores y estrategias para cumplir con nuestros propósitos para el 2023

Son numerosos los errores que podemos cometer a la hora de afrontar o comenzar un nuevo reto o un cambio de hábito con el nuevo año, pero el principal es «marcarnos unos objetivos demasiado grandes y pretender cumplirlos de manera inmediata». En palabras de Corchado «lo ideal es coger cualquier objetivo y dividirlo en pequeñas tareas muy concretas que sí sean posibles cumplir con facilidad».

Por ejemplo, si tenemos como objetivo ordenar una habitación de nuestra casa «no es conveniente que nos metamos tres horas diarias en ese cuarto, porque al final la tafia, el cansancio ligado a esa tarea, lo intenso y lo arduo nos abruma, y al final no lo hacemos», por lo que «sería mucho más interesante en este caso sacar diez objetos de esa habitación y decidir si nos los quedamos, los tiramos, si lo guardamos o qué hacemos con ellos, y así progresivamente de diez en diez».

Puede darse el caso en el que puedas avanzar un poco más el ritmo, en esa situación «lo afrontamos de otra manera y podemos subir a 12, 13 o 15 objetivos e ir midiendo nuestras fuerzas. Normalmente a corto plazo tenemos mucha fuerza, pero a largo plazo no tenemos tanta fuerza».

Destaca otra característica como es la del «control estimular», es decir, «no es tan importante que nos salga de manera natural o desde la mal llamada fuerza de voluntad hacer algún tipo de cambio, lo importante es que nuestro entorno nos favorezca a ello». En el caso de que queramos comenzar ir al gimnasio «es mucho más interesante dejarlo todo preparado la noche antes para ir por la mañana temprano, tener a mano en el coche el macuto con las cosas necesarias para ir, eso es más importante que la fuerza de voluntad, que es una gasolina que se agota muy pronto». «En el momento en el el que se agota la fuerza de voluntad hay que tirar de hábito y de costumbre, y el hábito y la costumbre se construye a través de facilitarnos la tarea lo máximo posible».

La pregunta del millón. ¿Cómo debe afrontarse un propósito para el año nuevo? «Yo marco algunas pautas a mis pacientes», responde. «Por ejemplo, en el caso de querer dejar de fumar lo primero es entender cuántos cigarros fumadnos a la semana, los contamos y se meten en una cajita o algún tipo de recipiente, y esa es la caja de la que vamos a tener que sacar todos los cigarros, independientemente de llevarlo en un bolso o donde sea».

Posteriormente, «cuando vayamos avanzando en ese tema, vamos a ir retirando uno a uno los cigarros, al domingo siguiente metemos 49 cigarros, uno menos», pero si «vemos que ese paso de 50 a 49 cigarros genera mucha ansiedad, nos mantenemos en 50 cigarros un par de semanitas». Por el contrario, «sí vemos que 49 cigarros nos resulta fácil, pues a la semana siguiente podemos pasar a 46 o 45».

«Al final es la mejor estrategia porque tenemos en la mente tener que dejar el tabaco de golpe, yo creo que es mucho más interesante hacerlo poco a poco, dejar de pasar de ser un fumador más frecuente a un fumador que fuma con menos frecuencia y poco a poco ir arrinconando la adicción y cuando lleguemos a fumar solo cinco o seis cigarrillos a la semana retirarlos y no fumarlos», argumenta.

«En ese punto es mucho más fácil, pero pasar de 50 a 0 es más complicado», afirma.

Con otros hábitos como el alcohol la pauta es «más o menos lo mismo, entender cuanto alcohol bebemos, limitarlo en un número y si nos genera ansiedad podemos hacerlo con el control estimular, diciendo que solo voy a beber en compañía de otras personas, o voy a tener este hábito solo en casa, o en el trabajo… esa es la manera más razonable para mí de hacer las cosas, poco a poco sin atracones».

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