Los jóvenes gaditanos cada vez se sacan más tarde el carnet de conducir

Pese a que el transporte público estaba presente en ambas épocas, se relacionaba la independencia de movimiento al hecho de tener un coche con el que desplazarse libremente. Por eso, cuando se cumplía la edad establecida para poder empezar a conducir un vehículo, los jóvenes acudían a las autoescuelas para sacarse el carnet el B.

Los tiempos han cambiado y la llegada del patinete ha revolucionado esas corrientes. El uso de este medio ligero, eléctrico y que no precisa un gran mantenimiento, se ha disparado en los últimos años y, tras una primera etapa de cierto caos en la que se hizo necesario establecer ciertos patrones normativos para su convivencia con el resto de transportes y transeúntes, ya son muchas personas las que lo utilizan por la ciudad.

En el caso concreto de Cádiz, las distancias, incluso entre los puntos más lejanos, encajan como anillo al dedo para los patinetes, que pueden moverse cómodamente por el carril bici y además no hay que buscar aparcamiento.

María Auxiliadora Villanego, directora de la Autoescuela Gades, habla de una pérdida de interés por sacarse el carnet de coche una vez que se ha cumplido la mayoría de edad, pero se trata de una postergación porque el número de licencias total no varía en exceso: «No dejan de sacárselo pero lo hacen más tarde», asegura agregando que es algo de lo que se habla dentro del gremio.

Las estadísticas le dan la razón, porque según se desprende de los datos de Dirección General de Tráfico (DGT), la caída en las últimas dos décadas es de 20 puntos porcentuales. En el año 2000, de los conductores que aprobaban el carnet, el 88% tenía entre 18 y 29 años. En 2019, esa cifra descendió hasta el 68%.

Y es cierto que siguen sacándose el carnet de conducir un número más o menos similar si comparamos esos dos años concretos, alrededor de unas 600.000 personas, lo que corrobora un cambio de tendencia en cuanto a la edad a la que se decide obtener el permiso B.

Esta dinámica tampoco parece que vaya a invertirse en el corto plazo porque la incertidumbre económica juega en contra. Quien no dispone de un coche en su familia es difícil que en estos momentos dé el paso y más teniendo en cuenta que el precio de los carburantes sigue siendo caro.

Y actualmente, las ayudas al transporte público, que permiten desplazarse gratuitamente a aquellas personas que utilizan el tren o el autobús de forma regular, suponen una vía de ahorro y la opción de viajar haciendo otras cosas como utilizar el móvil, ver series o leer.

Esta circunstancia se aprecia en la venta de coches nuevos, que en el pasado mes de diciembre registró una importante caída interanual. 73.927 vehículos fueron matriculados, un 14,1% menos que el último mes de 2021. En números globales, también hubo una bajada en las ventas, cayendo un 5,4%.

Además, quien opta por adquirir un vehículo de segunda mano, se encuentra que los precios también han subido, principalmente por una falta de almacenaje generada por el encarecimiento del transporte, la crisis de la invasión de Ucrania o la falta de microchips que ha retrasado la fabricación de nuevos coches y en algunos casos ha ocasionado el aumento de la demanda del coche seminuevo.

El auge hace algunos años de las aplicaciones para compartir vehículos privados tuvo cierto impacto en la venta de coches, pero no tanto en los carnet de conducir, ya que muchos usuarios lo consideran indispensable para su futuro e incluso hay quienes optan por sacárselo únicamente para que figure en el currículum y que no suponga un perjuicio a la hora de pelear por una oferta laboral.

Todo esto genera una tormenta perfecta que aleja al joven cercano a la mayoría de edad de la pretensión de conducir un coche con cierta asiduidad, por lo que dejan para más adelante el momento de sacarse el carnet.

¿Y cuándo se sacan entonces su licencia? Pues generalmente cuando acaban su formación y por motivos laborales comienzan a necesitar desplazarse a otras localidades, en muchos casos teniendo la obligación de dejar de depender de los horarios del transporte público.

Pese al descenso, sigue siendo un número muy relevante el de jóvenes que comienzan a bucear en test teóricos y clases prácticas para lograr su licencia de conducción lo antes posible. De hecho, suponen aproximadamente dos tercios de los nuevos conductores.

El verano es el punto fuerte de preparación, puesto que los estudiantes aprovechan las vacaciones del instituto o de la universidad para ponerse manos a la obra. Incluso una parte lo hace antes de cumplir los 18, preparando el teórico con 17 años.

«La obtención del permiso se suele disparar desde finales de mayo hasta finales de septiembre», expone María Auxiliadora. Este periodo a veces se alarga un poco más porque algunos años Tráfico deja de examinar durante el mes de agosto, por lo que los estudiantes tienen que rubricar las habilidades adquiridas ya con el curso lectivo empezado.

Las organizaciones de consumidores estiman el coste del permiso de conducir en una franja muy variable entre los 700 y 1.300 euros, habiendo mucha diferencia de precio entre ciudades.

En cualquier caso, más allá de los precios establecidos en cada autoescuela, las personas que estén pensando en sacarse un permiso de conducir deben saber que no existe un precio cerrado porque hay conceptos como las clases prácticas que variarán su número dependiendo de la habilidad de cada persona, necesitando más o menos sesiones antes de acudir al examen.

Si cae el número de adolescentes que se sacan el carnet de coche, el descenso en el caso de los ciclomotores es mucho más acuciada. Y aquí la explicación es mucho más rotunda: el impacto de los patinetes eléctricos.

Las licencias AB, que ahora se pueden sacar desde los 15 años, ya no despierta el interés de antaño: «Creemos que se puede deber a los medios de movilidad personal como los patinetes». «Hace unos años, que se podía obtener con 14, se lo sacaba mucha más gente porque era el medio de transporte de la juventud», exponen desde la Autoescuela Gades.

Hasta hace poco tiempo era muy habitual que a los 14 años se obtuviese ese permiso, que solía ir acompañado de la compra de una moto que daba vía libre a la movilidad de los jóvenes.

Sin embargo, no se trata de una cuestión de mera preferencia, sino de condiciones que se entienden ventajosas. El precio es variable y tanto en motos como en patinetes hay un amplio abanico en el que elegir, por lo que cada usuario lo ajusta a su bolsillo.

Pero la balanza cae del lado del patinete eléctrico porque no necesita seguro, algo que la propia DGT ha anunciado que será objeto de debate en el futuro; el mantenimiento es generalmente más barato; su alimentación hace que no haya que pasar por la gasolinera periódicamente; no circula por la carretera, lo que evita el peligro de compartir vía con los coches; y al ser más ligero, es mucho más cómodo a la hora de aparcar. Tanto que si se trata de un patinete privado, es tan simple como recogerlo y meterlo en el punto de destino.

Y a todo eso se une que no hay que estar en posesión de ninguna licencia, lo que lo hace accesible a cualquiera y además te ahorra el desembolso de acudir a una autoescuela. Ahora bien, esta cuestión está siendo criticada por distintas voces que exponen que en la actualidad no es necesario conocer las normas de circulación para moverse en patinete, algo que puede ocasionar situaciones de peligro en espacios en los que tengan que convivir con otros medios de transporte.