Rámper casi catastrófico

Durante la II República Martín Martín León escribió una murga titulada Los Rámpers catastróficos, motivo por el cual es apodado de por vida como «Rámper»

Germán Corona

Cádiz

Tuve el placer de escuchar a Jesús Bienvenido interpretar un par de temas suyos en la inauguración del FIT y me sorprendió gratamente su actuación: una voz con estilo propio cargada de fuerza y sentimiento. Esto motivó en mí una extraña curiosidad: ¿qué va a hacer una persona del Carnaval en el Teatro? ¿Cómo es que una propuesta, viniendo de donde viene, tiene cabida o está programada dentro de la línea supuestamente ultravanguardista del FIT? ¿Qué parámetros artísticos o conceptuales la defienden o sustentan en el cartel iberoamericano?

Sin prejuicio alguno me dispuse a ver la obra y a encontrar respuestas que no llegaron.

En el escenario dos tubos enmarcan y limitan un decorado sencillo que simula una carpa y archivero a la vez. De esa cajonera de colores se irán sacando distintos elementos de utilería y atrezzo que servirán a Bienvenido para, como bien dice el programa de mano, «recrear, diciendo y cantando, la historia del peculiar personaje El Rámper».

Espectáculo en suma previsible y pobre en cuanto a andamiaje dramático. Todo sucede en el centro del escenario, en tan sólo 6 metros cuadrados. Después del segundo tema ya sabemos que todo va a ser igual y sin sorpresas: ahora cuento, ahora canto, ahora cuento, ahora canto...

Después de presenciar El Rámper no se explica qué hace en la programación del FIT. ¿Capricho? ¿Imposición? ¿Alguna comadre que le haya dado el empujón? ¿Jesús Bienvenido necesitaba el impulso del FIT? ¿Es este su sitio? Sin duda un desatino más.

A Bienvenido le faltan infinitas herramientas para aspirar a construir un espectáculo teatral en condiciones pero no es su culpa. Él aprovecha el espaldarazo y no es el único cuate de la camarilla que lo hace.

Al concierto llamado El Rámper le hacía falta dirección escénica y ni qué decir de las tremendas carencias en el terreno actoral que dudo puedan solventarse.

Para que un actor consiga conmover al espectador previamente debe haber pasado por un proceso de transformación. Transformarse para transformar. Y tú Jesús, ni imaginas, ni sueñas ni nadie te ha contado lo que significa pasar de echarse maquillaje a encarnar un personaje. Crear un personaje es algo más que coser y cantar.

Si no vas a aportar nada al mundo del Teatro mejor quédate en el mundo de donde vienes en el cual está claro que eres especial y único. Lástima que tu talento y esa cálida y portentosa voz que transmite tanto, se vean empañados por un disfraz y el afán de saltar al ruedo del Teatro sin las exigencias de este arte.

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